NO TE VA GUSTAR: "Estamos menos latinos"

Encuesta 2006 del suplemento Sí! de Clarín: El cantante de No Te Va Austar resume los nuevos aires del grupo que fue revelación rioplatense y perdió dos miembros fundadores.
Txt. Nacho Girón

Especial para Clarín



Anochecer de un 2006 agitado: en sólo un año, No Te Va Gustar hizo dos giras por Europa, volvió al disco, despidió miembros fundacionales y se llevó los premios Revelación y Tema internacionales por parte de los lectores del Sí!. "Más allá de alguna que otra cosa, ¡la verdad es que estamos teniendo mucha suerte!", asume el cantante Emiliano Brancciari, sorprendido por haber superado a Franz Ferdinand y Arctic Monkeys en La Encuesta. E interrumpe con frases como: "Increíble, eh", "qué loco" y "me da alegría porque el voto es popular y no de un conjunto selecto de personas".

El ascenso gigante que el grupo experimentó en el primer semestre sufrió un cachetazo que casi lo dejó rengo: su base musical (el bajista Mateo Moreno y el baterista Pablo Abdala) decidió dar un paso al costado y en pocos días los rumores de quiebre invadieron el mundo digital. Hoy, más calmado, Emiliano confiesa: "Claro, pensamos en separarnos. Si uno o dos compañeros piensan que la felicidad está en otro lado, nosotros tenemos el deber de apoyarlos. Pero queríamos seguir adelante con nuevos amigos". Anoten: Guzmán Silveyra agarró el bajo y Diego Bartaburu los palillos. "Hay energía renovada de cosas que tal vez antes estaban achanchadas".

Si en aquel debut discográfico de 1999 todavía era difícil encontrar un sonido propio, si en el segundo disco pegó la fórmula de la mixtura latino-rockera y si en el tercero la cosa se volcó hacia la canción, el recién salido Todo es tan inflamable parece situarse en un equilibrio donde ya no predomina lo rioplatense. "Está menos latino, eso seguro. Pero no es menos rockero", diferencia Emiliano. Y de paso, confirma que el título no está asociado a ninguna tragedia argentina. "Nos imaginamos que se podía llegar a entender por el lado de Cromañón, pero nada que ver".

El cantante se vuelve a sorprender con el premio por Al vacío, una canción del '04 referida a un fracaso amoroso, compuesta "con mucha bronca". "La gente se identificó mucho con esa rabia. Siempre tenés a alguien para decirle: ¡morite!", grita, pero él mismo frena el impulso: "Al principio podía ser un tema de José Vélez, muy melódico internacional, así que nunca pensé que lo íbamos a grabar".

—¿Hay presión por ser la cosa nueva?
—El hecho de que nos vaya bien no nos presiona, nos da confianza. Para evitar presión y comparaciones, nunca tratamos de hacer lo que haya hecho otro grupo.

—¿Ni siquiera lo de La Vela Puerca, que ya había demostrado una forma concreta de lograr el éxito?
—Lo que hizo La Vela fue abrirnos puertas, sobre todo en la Argentina. Como pegaron mucho a nivel masivo, la gente empezó a entender que si estaban ellos seguramente tenía que haber algo más. Y aquí estamos nosotros.

CHACA: El rock de la tumba

Por primera vez, el cantante del grupo gente de barrio habla desde la cárcel de Devoto: "La única luz de esperanza que tengo es mi banda de rock".
Nacho Girón

Especial para Clarín



¡Clac! El ruido de rejas que se abren y se cierran es la música ambiental en la cárcel de Devoto. Aquí un control, ahí una revisación, acá un papeleo. Después, silencio; y los ojos sólo apuntan al suelo. Desde un tercer piso, en un pabellón lejano a la vista, unos pibes agitan sus manos entre los barrotes y le chiflan a las flaquitas que van a visitarlos desde la vereda. Los pabellones son como edificios, de tres o cuatro niveles, malolientes, de techo bajo, con estampitas, ropa y toallas por todos lados. Tienen números, pero también apodos: como "la villa", donde están guardados los pesados, esos que cada tanto arman una fea y clavan a un par. Del otro lado del patio, en el pabellón 12, tercer piso, está Chaca, "El Gordo", junto con doscientos internos acusados de narcos y estafadores. Hay olor a meo mezclado con torta frita. Se ceba mate, se convida. Y se pregunta: "¿Cómo está la mano afuera?".

La vida de Chaca (brazos tatuados, pelo largo, sonrisa permanente) está atravesada por Lugano, su lugar, donde fue recolectando los músicos que en 1997 adoptarían el nombre Gente de barrio: un combo de siete integrantes en el que hay rock, reggae y la voz arenosa del que está en la tumba. La historia venía en ascenso hasta que un día como hoy, el 22 de diciembre del 2004, El Gordo cayó por tenencia y venta de marihuana. En su casa encontraron 70 gramos: veredicto, cuatro años y tres meses. "Es un precio que estoy pagando. Soy culpable y hay que poner el pecho y bancársela", admite ahora, en este cuartito.

Desde que llegó a Devoto, Chaca se encargó de que el grupo siguiera tocando y difundiendo Por el camino en el que vamos, el disco que habían grabado en el 2003. "Perdí todo. La única luz de esperanza que tengo es mi banda de rock, para ver qué puede pasar el día de mañana. Sabiendo que la banda está viva, mi vida acá es distinta". El Gordo sonríe y no para de hablar de Gente de barrio: "En lo que hacemos podés escuchar toques de Pink Floyd, hasta el rock crudo de The Cult...", empieza, pero se interrumpe. "¡Estoy nombrando grupos que ahora vienen y me quiero matar que estoy acá adentro! The Cult ya tocó, ¿no?".

Chaca parece acostumbrado a la vida tumbera: a las 7.30 arriba, recuento, después a levantar los colchones y pasar "fajina"; a las nueve y pico de nuevo a la cama; y una vez por semana, al patio por unas horas. "Me pongo a correr de punta a punta de la celda pero a los cinco minutos me siento un pelotudo. Estoy oxidado por la inactividad". Mediante un trámite, logró meter una guitarra criolla que hace furor en el pabellón 12: él da clases y se arma la ronda. "Sin la viola creo que ya estaría muerto de tristeza", se sincera. Ahí nomás, recuerda su primer día acá, en Nochebuena, cuando se largó con La marcha de la bronca. Iba todo bien hasta que la letra dice "bronca porque roba el asaltante". "¡Me tiraron mil tomates y me gritaron de todo! Pero la tomaron a la risa. En mi pabellón no estamos mal, así que hay que portarse bien porque en otras zonas... es más complicado. Estoy en el cielo, porque acá cerca, el infierno es muy jodido". El guardia se acerca e informa que se acabó el tiempo; Chaca asiente. "Cuando salga tengo un gran camino para recorrer. Hay gente que a los 34 ya está cansada. Pero yo todavía ni empecé". Después, sólo se vuelve a escuchar: "¡Clac!".

OJOS DE CIUDAD: La hazaña de volver

¿No me revisás, che? ¿No querés ver lo que llevo en estos dos bolsos? Lejos de la “rigurosidad” que con esfuerzo parece haberse establecido en algunos recitales de la Ciudad de Buenos Aires, la historia de la General Paz para allá se perfila marcadamente distinta. Y el panorama, en este fin de semana rocanrolero en zona sur, es casi extirpado de una época en la que los estruendos y la pirotecnia eran la regla: aunque lo exijas, aquí no se cachea ni a la prensa ni al público. Si en algunos lugares de la capital los hombres-prevención al menos acarician los estómagos, fuera de la jungla de cemento las cosas se quedaron en una era de… Cromañón.

Te vas para un costado. Mucha gente. No se ve. Así que decidís mandarte para arriba, a una especie de puente improvisado con caños y unas cuantas maderas que no soportarían ni el más mínimo pogo. ¡Pero ojo! No vayas a inclinarte mucho hacia adelante, porque de la suerte de baranda hacia abajo sólo hay vacío; de hecho, podés sentarte y dejar colgando las piernas. ¡No, no! Mejor ponéte de pie. Y guarda con los cables que unen la consola con el escenario, y que pasan justo por el suelo de este VIP de alto nivel. Cuidado que la temperatura y los acordes suben el grado de transpiración; no vaya a ser que te quedes pegado a tu grupo preferido.
Pasan unos días y pensás que, ya en Capital, Calamaro y Rot ofrecerían mejores condiciones de vida. Claro, te equivocás. La lluvia justo en el momento en que termina el recital, la mala señalización, la inoperancia de los encargados de la seguridad y la mínima dimensión de las salidas hacen que más de veinte mil personas corran riesgo de entrar en estado de pánico y generar una avalancha humana. Media hora después estás afuera, empapado y aturdido. Y agradeces. Vos, una vez más, como aquel diciembre, lograste volver a tu cama.

Nacho Girón
Clarín

BARRIOS BAJOS: Mi nombre es todo lo que tengo

Cómo sucediera en la cumbia villera, cada vez son más las bandas rockeras que prefieren identificarse con un nombre donde quede patente su exclusión social.
Txt. Nacho Girón

Especial para Clarín



Si se combinaran unos cuantos acordes, descripciones de pequeñas "situaciones cotidianas", zapatillas de lona, remeras gastadas y retórica barrial, el resultado final sería Barrios Bajos. "La diferencia es que tenemos mucho escenario sobre la espalda. Eso nos ajustó mucho", separa Richard's, cantante. Bastaron un par de ensayos para que se largaran a tocar. Desde el 98 vienen cerrando fechas "en lugares donde nadie se anima ni a asomar la cabeza". En sus tiempos libres editaron un solo disco, pero lo fundamental siempre fue subirse a las tablas: "Tenemos como cuatro shows por fin de semana porque no sabemos decir que no. Y no pasa por la guita, porque estamos cagados de hambre".

El Sí! está en Laferrere, una localidad a la que el propio grupo define "obrera y trabajadora". "De todos los que no nacimos en Capital se acuerdan cuando en la zona hay asesinatos y violaciones. Piensan que acá es todo vaca y pasto", dice la voz del grupo antes de reírse sobre el asunto: "Estuvimos hasta en las villas más peligrosas. Piensan que no nos vamos a animar a ir, pero nos mandamos. Igual, nosotros mismos salimos de zonas donde lo único que nos faltaba era el arco y la flecha". Nombres como Barrios Bajos, entre tantos que apuntan a una suerte de martirización desde lo nominal, pueden ser entendidos como una estética del resentimiento. "Con resentimiento ninguna banda aguantaría mucho tiempo", se contrapone Richard's.

—¿Y a qué apuntan los grupos cuando eligen esos nombres?
—Queremos dejar en claro que hay muchas cosas para decir. Tenemos otro vocabulario, pero ni a palos le apuntamos sólo a los barrios bajos.
Son la banda local que más creció en los ultimos dos años. Camino a un estadio, se hacen cargo de sus decisiones y conductas.
Producción y Txt. Nacho Girón.

Especial para Clarín



Apoyados en los caños de un colectivo de la línea 5 que pasa a metros de su sala de ensayo, en Mataderos, los Jóvenes Pordioseros provocan saludos y celulares en mano. El recorrido por la zona nos lleva a un pasaje que pronto ve a los cuatro rockeros recostados cómodamente sobre la acera. "Uh, me voy a ensuciar", bromea el guitarrista Pedi. "¡Pará! ¡Que somos la banda de los barrios!", responde Toti, cantante. Minutos después, el grupo se referirá por primera vez al ensayo abierto de julio de este año en El Teatro de Flores, en el que le brindaron a Callejeros la breve posibilidad de volver a los escenarios. La situación había terminado con una abrupta suspensión, forcejeos, violencia y un largo silencio.

—Iban a tocar por primera vez en una cancha pero terminaron suspendiéndoles el recital. ¿Qué fue lo que pasó?
—Toti: Lo que pasó es una gota más en un gran vaso de suspensiones que venimos sufriendo. No sabemos bien de qué lado puede venir, aunque sí hay muchos rumores. El más fuerte es el que dice que se pudrió todo desde aquel día en que Callejeros tocó con nosotros en el ensayo abierto. Pero como ahora los pibes ya volvieron a tocar, creo que ese miedo al rocanrol de barrio se va a pasar. Igual, no tenemos pruebas para acusar a nadie. Sea como sea, el año que viene vamos a hacer algún show grande.

—¿Se dividió la escena después de lo de Cromañón?
—T: Mucho. Estamos los que reconocemos que podían haber estado en el lugar de Callejeros, y están también los que nunca dirían algo así. Una de las peores cosas es que no hay tanto margen para bajar los precios de las entradas. Y así queda afuera la gente de los barrios. .

—¿Vos decís que se le está echando la culpa a las bandas de rock?
—T: No, pero uno siente en el aire una energía negativa, una especie de recelo y envidia hacia Jóvenes Pordioseros. Nosotros no tenemos problemas con nadie, pero hay muchas bandas que nos critican. Hay que ver igual quién tiene autoridad para hablar.

—¿Cambió la conciencia de ustedes o todo sigue igual?
—T: Desde lo de Cromañón, estamos muy cuidadosos: no es que porque sea rock va a haber menos conciencia que en un recital de Mercedes Sosa. En otros shows no ves a doscientos tipos de seguridad cuidando la puerta…

—Pero en los recitales de Sosa no hay gente que quiera llevar pirotecnia…
—Pedi: No, ya sabemos que tiene que ver con el público. Pero siempre nos terminan poniendo trabas de más. Al rock se le exige mucho más que a otros estilos. También hay un poco de discriminación hacia nosotros y el tipo de gente que llevamos.

—¿Por qué ahora se promocionan como "la banda de los barrios"?
—T: En cualquier recital se puede ver que ésa es la gente que nos hizo crecer. Ojo, que cuando hablamos de barrios no hacemos sólo referencia a lo marginal. Da la casualidad de que la gente que nos hizo crecer es la que menos oportunidades tiene. Pero no hacemos apología de la pobreza.

—Bandas como La Renga o Los Piojos renegaban de lo barrial. Ustedes se hacen cargo…
—P: Es una cuestión generacional: esas bandas eran las primeras a las que se le decía lo de "barrial" y tal vez les sonaba despectivo. Ahora lo tenemos incorporado. Jamás vamos a renegar del rock barrial, que es lo que siempre quisimos hacer.

—¿Se arrepienten de haber invitado a Callejeros al ensayo abierto?
—T: Nunca nos vamos a arrepentir de bancar a Callejeros. Tampoco lo pensamos mucho. La idea era hacer justamente un ensayo, algo distendido, así que se dio la posibilidad de que toquen. Lo que no medimos es que podíamos ofender a algún padre de Cromañón. Sobre eso sí queremos hacer mea culpa.

—¿Quisieron desafiar a todos los que en ese entonces no querían que Callejeros volviera a tocar?
—T: Ellos son amigos, así que por eso capaz no medimos la repercusión que podía tener el hecho de que toquen. Menos, que terminara con violencia. Agredieron a nuestro manager y eso nunca lo vamos a avalar.
—P: Sean culpables o no, era una injusticia que no los dejaran tocar. No los vamos a volver a invitar, pero no nos arrepentimos.

—¿Qué conclusiones sacan?
—T: Que no vamos a volver a tocar en El Teatro de Flores. Para mí los sobrepasó la situación, no tuvieron tiempo de pensar y por eso reaccionaron así.

—La gente del Teatro dice haberles advertido que Callejeros no podía tocar...
—T: De última lo podíamos hablar al otro día, pero no da salir con la violencia. En nuestro comunicado dijimos que íbamos a iniciar acciones legales, pero sólo el abogado sabe en qué está eso.

—Ustedes dicen que los 45 pesos del disco de Callejeros deben ser por el arte de tapa. Pero hay otros discos con "arte cuidado" y salen la mitad…
—T: Lo del precio debe ser por eso, no sé. De última, es su disco. Cuando nosotros nos juntamos con Callejeros no hablamos de esas cosas. Estamos juntos, tomamos cerveza y boludeamos.

En los últimos años, los JP vieron cómo su público se iba multiplicando fecha a fecha. Ayudados por la estela negra que dejó Callejeros después del 30-D, buena parte de los seguidores cambió rocanroles sin destino por vicios y sangres pordioseras. Y ellos salieron a hacerle frente a la doble situación: 1) ser el grupo rocanrolero con más crecimiento, y 2) tener que consolidarse dentro de una escena golpeada. Hoy su cantante se pregunta y responde: "¿Qué es verdaderamente ser careta? No reconocer tus errores, no decir que escuchás otra música y no aceptar que estás ganando buena guita. ¿Hay que mentir para ser rockero, entonces? Si hay que mentir, entonces no quiero ser rockero".


ES UN VICIO EL ROCK AND ROLL
—Ahora que llevan más gente, ¿se hacen cargo de las canciones que hablan sobre drogas?
—T: No nos arrepentimos de lo que escribimos porque las historias son verdaderas. La mayoría de las canciones que hablan de drogas eran para la gente que llenaba Cemento cuando tocábamos ahí, a las cuatro de la mañana. Hoy tocamos en otros lugares y a otra hora, y a veces entre el público hay nenitos, por ejemplo. Entonces nos cuidamos y tratamos de no cantar "dale que va, dale aspirá" o "me está sangrando la nariz". Nos da cosa.

—¿Alguna vez los acusaron de hacer apología de la droga?
—T: No, no es apología. Son historias en primera persona, de noches de mucha gira. Y ojo: nadie es fenómeno por drogarse. Al contrario: son todos giles los que no la pueden dejar, porque la droga logra controlarte. Igual, ya no vamos a escribir más sobre estos temas.
Con un nuevo disco que definen como "rockero y protestón", el septeto cuenta su particular y vertiginoso crecimiento, a puro graffiti y doble click.
Txt. Nacho Girón

Especial para Clarín



¿Qué escribe en la pared la tribu de tu calle? Existen altas probabilidades de que la pintura marque cuatro palabras que ya despertaron atracción masiva: Las Pastillas del Abuelo. Nacido con el milenio, el grupo aprovechó el aerosol y la red de redes para extender su mixtura de rock-candombe-chacarera, y de paso demostró que el marketing barrial todavía hace estragos. "Hicimos un estudio de mercado para elegir los lugares adecuados: garpa la proximidad con una avenida, si pasan muchos bondis, la lejanía de los policías y las persianas grandes", especifica el guitarrista Fernando Vecchio, que se sincera: "Aunque nosotros nunca tuvimos problemas, a mí si me pintan la casa los cago a trompadas".

Hasta hace un año, la banda venía transitando una senda de anonimato. Pero de pronto llegó la lluvia de clicks y su éxito digital los llevó a tocar para miles. "Uno de los factores de crecimiento es el boca en boca, que en realidad es un Internet a Internet. Somos producto de Internet y del aerosol", confirma el cantante Pity Fernández. Y cuenta: "Grabé canciones para tenerlas registradas, nuestros amigos empezaron a ponerlas en sus páginas y ahí se disparó todo. Eso hace el trabajo más desprolijo, pero preferimos ese tipo de difusión". ¿El resultado? Récord de descargas virtuales de El sensei, un tema que describe una ronda fumanchera. "No lo tocamos más porque nos excedió: las letras ahora son más comprometidas y ese tema habla del porro".

Aunque ya tengan un segundo disco que adelantan para el Sí! ("más rockero y protestón"), no pueden olvidar aquella noche del '05 en la que presentaron su primer disco: se llenó El Condado y quedaron 200 afuera, así que se decidió suspender el recital. "Fue la culminación de una etapa. Hacíamos todo y creíamos que lo hacíamos bien. Eramos managers, prensa, músicos y apuntábamos a seguir así. Pensábamos que podíamos tocar y a la vez manejar la puerta. Igual, salimos y pedimos disculpas. La gente lo aceptó a pleno".

—¿Se sienten preparados para todo lo que les está pasando?
—Nunca estuvimos preparados: te vas curtiendo con el tiempo. Las cosas vienen tan bien que preferimos tener cautela y saber que de un momento a otro puede venir un golpazo. Ya estamos esperando la pared.

JERONIMO SAER, RAPERO: La vuelta completa

Es el hijo de uno de los grandes de la literatura argentina. Vive en París y debuta con un disco que es una licuadora de sonidos y arengas politicas.
Txt. Nacho Girón

Especial para Clarín

Ahora que en esta parte del mundo hay toneladas de discos que sólo combinan ritmos rioplatenses, acaba de desembarcar una propuesta que parece no tenerle miedo a la mezcla de hip hop y de funk con algo de electrónica y pinceladas de rock. Así es el primer material solista de un parisino hijo de argentinos que ya está presentando Machine Gum y que dice llamarse Jerónimo Saer. ¿Saer? Claro, el primer descendiente de Juan José, uno de los escritores más destacados que tuvo la literatura local en el siglo XX.

"Me gusta amontonar los ingredientes en un desorden organizado, a veces hasta la saturación", dice desde París, y aclara que su objetivo de trabajo en forma de "pasta electro artesanal", es retomar el sonido del hip hop y de la electrónica de los noventa porque en ese entonces se fusionaban mejor la frescura y la creatividad. Ya en esos años, Jerónimo rapeaba en las bandas Department E, Foxaphonk y La Rime Team, pero con el tiempo los proyectos fueron mermando. "Llega un punto en el cual algunos tienen sus propias aspiraciones, otros quieren pasar a diferentes cosas. La vida misma se junta a todo eso y hace que un grupo se separe. Yo sabía que quería continuar haciendo música así que era un buen momento para volcarme a un proyecto personal", explica.

"No me gusta mucho lo limpio, bien liso y cuadrado. Tiene que quedar un poco sucio. La vida no es redonda, así que tampoco me gustan los álbumes que buscan la perfección". Como artista y viajero, durante algunos años registró pedazos de mundo que fue guardando en su computadora "y durante la mezcla el puzzle se fue montando sólo". En sus largos empastes de sonido, una clara voz porteña le grita al Viejo Mundo: ¡No somos el tercer mundo! "Es que quería que mi labor sea un puente entre Europa y América Latina", detalla Jerónimo. "Mi continente cree ser el centro del mundo, sin hablar de los Estados Unidos que creen ser el techo del universo, y yo pensaba que ese grito del corazón merecía estar tirado a las orejas de quien lo oiga. Igual, pueden haber muchas ideas falsas de un lado del mar como del otro".

—Tu papá decía que sin riesgo no vale la pena escribir. ¿Coincidís?
—Claro que la comparto, pero creo que no se puede hacer la más mínima comparación entre el trabajo de mi padre y lo que hago yo. ¿Mis riesgos? No son muchos, pero por el tipo de música podría ser que el disco no le guste a nadie. Pero como lo disfruto, si toco para un par de amigos que aprecian la música, yo ya estoy contento.

—Cantaste contra el actual Ministro del Interior francés, Nicolas Sarkozy. ¿Cómo apuntás a relacionar la música y la política?
—Aunque no pienso que tenga que existir una relación especial, la música puede servir para hacer circular mensajes. Un artista tiene que tomar posición, pero no siempre y a toda costa. La música tiene vocación para distraer y para luchar (ver recuadro).

—¿Cómo viviste los últimos disturbios parisinos?
—De la misma manera que el resto de las consecuencias de la política del gobierno actual: ¡con rabia! Los disturbios que hubo son en parte bastante graves, pero son los actos de grupos muy aislados, y sobre todo son una pantalla de humo provocada por el Ministro del Interior para asustar a la opinión pública.

Nacido y criado en París, no había vuelto a la Argentina desde que era un niño, pero ahora lo hace usualmente para saludar familiares y viejos amigos. "También exprimo el viaje para dar vueltas grabando en varias ciudades, pueblos, calles y carnavales. Al día de hoy, la vida hizo que fuera volviendo cada año, y ahora espero que continué así". Si bien habla poco de Saer padre, Jerónimo destaca la buena relación que tenían hasta su fallecimiento en 2005. Y, a medio camino entre una frase del corazón y una de casette, dice: "Me enseñó a aprovechar la vida".

—¿Qué música pensás que hubieran hecho los hijos de Sábato o Borges?
-Mmm, no tengo la más mínima idea. ¿Por qué? ¿Piensan que podríamos montar una banda?

ALTER EGO
Saer creó a Popo Le Meka, un personaje volcado a la denuncia. "Cuando tomo ese papel, me parece muy importante denunciar lo que pienso que no va, defender ideas y tomar posición", explica. "Cuando toque en Argentina seguramente dejaré aparecer también ese costado".

Isol para los chicos

La ex cantante de Entre Ríos regresó a su primer amor: el dibujo. Ahora está nominada a los premios Hans Christian Andersen. Y dice: "El dibujo es mi esposo y la música, mi amante".
Txt. Nacho Girón

Especial para Clarín

Se llena las manos con libros de todos los tamaños, hojas escritas a mano, dibujos tan disímiles como coloridos y también con algunos discos. Es que desde el silencio de su estudio artístico, ella supo convertirse en una mujer extremadamente prolífica: sus ilustraciones y textos para niños la llevaron a ganar premios por todo el mundo y hasta a ser nominada para los Hans Christian Andersen 2006, el galardón más importante de la literatura infantil; sus cómics y poesías se venden como pan caliente; y su paso como cantante del grupo pop Entre Ríos la convirtió en una de las voces revelación del nuevo milenio. “Si sos más o menos fiel a vos mismo y hacés lo que te parece bien, ya está”, se confía.

Nacida en el seno de una familia de artistas, descubrió su vocación desde chica y así terminó estudiando Bellas Artes. “Por suerte, no crecí en una casa donde querían que fuera médica. Y si les traía buenas notas y un buen dibujo, me felicitaban por el dibujo”, explica Isol. Cuando terminó sus estudios trabajó como creativa publicitaria en horario de oficina y luego se volcó a una pasión difícil: la creación de libros-álbum, cargados de ilustraciones y palabras que no son sólo para nenes. Ella se ríe: “Lo que hago les gusta a los chicos pero también a sus padres. ¡Aunque tengo que reconocer que son padres medio progre!”. De todas formas, piensa que los sub-10 llevan el verdadero estandarte de la creación artística: “Sigo manteniendo el espíritu del niño, la extrañeza que tienen hacia el mundo, su simpleza, su desprejuicio, su variedad de matices para ver la realidad”.

Pero no sólo de dibujos vive esta persona de altura minúscula y voz delicada. La música también la encontró de pequeña y la llevó a ser la soprano de la banda barroca-renacentista The Excuse y la única voz de Entre Ríos, con quienes grabó todos sus discos pero no tuvo el rol de compositora. “En esa época empecé a hacer muchas cosas a la vez y los integrantes de Entre Ríos querían dedicarse full-time al grupo”, recuerda Isol. “Pasamos de ser una banda de fin de semana a crecer, tener giras y demandar una cantidad de trabajo que me impedía seguir con mis otros costados artísticos. Yo tenía otra pasión que competía con la banda y eso generó una especie de resentimiento”. ¿Se fue o la fueron? “Cuando me puse a pensar en irme ellos también me dieron a entender que me vaya”, aclara. Y agrega que desde ahí empezó a componer, a grabar y a ser más libre: “Igual recién hace seis meses hice mi primera canción, así que la guardé para un incipiente proyecto junto a mi hermano (Federico Zypce). Antes no creía que fuera capaz de crear música”.

Isol está muy conectada con el rock. De hecho, sus primeras historietas se basan en un puñado de canciones de Nick Cave, a quien llegó a conocer personalmente durante una de sus visitas a Argentina. Pero cuando se le pregunta si se siente rockera, ella contesta que todo le parece “una gran pose”. Y compara: “Los ilustradores son personas bien diferentes, pero en el rock es al revés. ¡Parece que para ser rockero todos tienen que ponerse los mismos lentes! A mí me entusiasman tipos como Anthony & The Johnsons, ¡y seguro que si va a Pachá no lo dejan entrar!”. Aún así, ¿qué es lo importante a cualquier nivel artístico? El tiempo y la tranquilidad. “Me muero si tuviera que llevar la vida alocada de Miranda!, y eso era justamente lo que se buscaba en Entre Ríos”. ¿Y qué lugar ocupan cada una de sus pasiones? “Lo pongo en términos amorosos: el dibujo es el esposo de toda mi vida, y la música es mi amante”.
Concurso vos poné la letra, el Sí! pone la música: El gran hitero decadente y jurado del concurso da nuevas pistas para escribir.



¡Papel y lápiz a mano! Jorge Serrano, guitarra y voz de Los Auténticos Decadentes y autor de hits inoxidables como Loco (tu forma de ser) o La guitarra, da pistas para el concurso Vos poné la letra, el Sí! pone la música (data en www.suplesi. com.ar): "Hay dos formas de hacer una letra: una es volcarse por la escritura automática y escupir todo lo que se te pase por la cabeza", dice por teléfono desde su casa en Villa Gesell. "La otra es buscar la idea, el concepto". ¿Hay alguna fórmula para escribir un éxito? "Cuanto más universal sea la temática, más chances tiene de que la gente la haga propia. Es fundamental que la versión final sólo tenga conceptos generales: por ejemplo, trato de borrar los artículos para que no se sepa si hablo de un hombre o de una mujer", confiesa el músico, casi terminando un nuevo disco (que podría titularse Club Atlético Decadentes). Con la seguridad de quien sabe alimentar con ritmos pegadizos a las hinchadas futboleras, Jorge recomienda hablar en "lenguaje creíble" y evitar los lugares comunes: "No hay hits que tengan frases que ya escuchaste en cuarenta canciones". Y como buen Decadente, destaca: "El humor es la esencia de una buena letra".

Ahora sí: volvió CALLEJEROS

Fue en Córdoba, ante unas veinte mil personas y durante una hora y media. Varios familiares de Cromañón habían intentado suspender el evento, pero no pudieron. Cuando aún están abiertos los debates por la responsabilidad del grupo en el 30-D, la banda de PATRICIO FONTANET ya volvió a pisar los escenarios.
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Después de varios intentos fallidos, dichos y contradichos, amenazas, presiones a favor y en contra, recitales relámpago y discusiones de todo tipo tanto en la Justicia como en los medios de comunicación, el grupo CALLEJEROS volvió a los escenarios y reunió a veinte mil personas. Fue esta tarde, en el estadio Chateau Carreras de Córdoba, a veintiún meses de la inolvidable noche de diciembre de 2004.

El show comenzó puntualmente a las 17 horas, y se basó en una lista de 23 temas que repasó la discografía completa del polémico grupo. El arranque –ante la mirada atenta, en distintos puntos del predio, de 1600 policías- llegó de la mano de “Señales” –de su último disco- y de “El nudo” –un clásico que siempre fue querido por los seguidores de la banda-.

Las autoridades de la provincia informaron que no se registraron inconvenientes ni durante el ingreso, ni en la hora y media que duró el espectáculo. Eso sí: uno de los seguidores había intentado meter tres bengalas de mano, pero terminaron confiscadas por las fuerzas de control.

Como era de esperar, durante el concierto PATRICIO SANTOS FONTANET aprovechó la oportunidad y lanzó algunas referencias al 30-D. "Muerto es aquel que nadie recuerda. El 30/12/04 perdimos todos”, dijo al inicio. También se dirigió al poder judicial (“pudimos volver a tocar cuando los jueces nos devolvieron los instrumentos: un año más tarde”), y hacia el final, luego de agradecer todos los apoyos, se despachó: “A los demás, chupenlá, por caretas”.

Durante la tarde, también el intendente de Córdoba, LUIS JUEZ, hizo fuertes declaraciones en relación al regreso más polémico del año. Así, afirmó que los asistentes al recital volverían a sus casas como corresponde “y no en una bolsa de plástico como fue en Cromañón”, y destacó que “ahora la gente le va a exigir otra conducta a CALLEJEROS”.

En tanto, OMAR CHABÁN declaró que está dispuesto a abrazar a FONTANET, “para llorar juntos”. “Ni Callejeros, ni yo, queríamos 200 muertos. ¿A quién se le puede ocurrir una cosa así? Yo no soy un asesino. CALLEJEROS tampoco", agregó, desde la cárcel de Marcos Paz, donde está preso desde noviembre.

CALLEJEROS volvió oficialmente a los escenarios. Quedan en el aire grandes dudas sobre su responsabilidad en la noche del 30 de diciembre de 2004 y un juicio oral que los espera con una figura penal que los compromete en grado extremo. ¿Debían volver a tocar? ¿Tenían que esperar a que la Justicia dictaminara si son culpables o no? ¿Cómo se siente hoy un familiar de Cromañón? ¿Sus seguidores ya están más aliviados? Sin dudas, el tiempo irá aclarando las cosas…

Nacho Girón (Redacción de El Acople)

ENTREVISTA A NACHO VEGAS: Un cantautor en sombras

Enigmático, este asturiano (compadre de Enrique Bunbury) quiere cambiar el sonido pop español: "Se había vuelto rancio, sin vuelo".
Txt. Nacho Girón
Especial para Clarín

Confirmado: Nacho Vegas se asoma a la Argentina con la intención de encontrar un recoveco permanente en las preferencias nacionales. ¿Pero quién es realmente este español, clase ''74, melena rubia y hablar pausado, que en los últimos años se convirtió en el mimado de la movida independiente de la península ibérica? "Soy un caos, y escribir canciones me ayuda a ordenar el interior de mi ser", se define en conversación telefónica desde su casa.

Influenciado por la oscuridad de Nick Cave, la tonalidad pesada de Dylan y la lírica de Leonard Cohen, Vegas logra una combinación equilibrada entre apertura e introspección que se plasma incluso en el arte de Desaparezca aquí, tercera y última de sus obras. En la tapa del disco (el primero que se edita en la Argentina, a través de Ultrapop), Nacho aparece, mitad entre las sombras y mitad iluminado por un tenue rayo de luz. "Así soy yo en todos los aspectos de la vida", desliza.

Después de pasar los ''90 con las bandas indie Eliminator Jr. y la recordada Manta Ray, Nacho consideró que ya tenía la experiencia como para tomar las riendas de una carrera en solitario. Afilado y algo enigmático, el cantautor armó un gran revuelo con sus Actos inexplicables (2001), comenzó a ser aclamado por la prensa y, sin temor, se mandó un disco doble que confirmó lo que muchos ya sospechaban: la escena había encontrado a un artista con ganas de arriesgar y levantar el nivel compositivo de la música española. "Mi generación reaccionó contra el estado al que había llegado el pop en la España de los ''80. Algo bastante rancio, sin vuelo y decadente", sentencia.

—¿Ahora la movida musical mejoró?
—Poco y nada. Es curioso el hecho de que, en los ''60, la música que vendía era la de Dylan, por ejemplo, pero hoy en día un Dylan no entraría ni en las listas de preseleccionados. Ahora el que vende es David Bisbal. En estos últimos 30 años la industria ha crecido de manera brutal y así se ha convertido en la enemiga de la música. Ha vulgarizado el pop y el rock, y ya no se busca escribir canciones sino hacer productos.

Aun así, es posible aprovechar la masividad. Tal vez ese margen que concede el español sea el que permita la edición de su próxima novedad: es que el 19 de setiembre, cuando EMI lance El tiempo de las cerezas, un disco doble grabado junto a Enrique Bunbury, Vegas probará el rigor de las discográficas. "Bunbury en España o Calamaro en la Argentina son artistas que, desde el mainstream, demuestran que también se pueden hacer movidas destacadas. Andrés venía de vender muchos discos y no tuvo problema en editar un quíntuple. Una actitud que me encanta y que construye mucho".

Preocupado por cerrar su primer show en la Argentina y con un fuerte deseo de girar por Sudamérica, Nacho Vegas se diferencia: "Hay músicos que miran las cosas de manera superficial, y otros que van más allá, hasta el fondo. Esa es la mirada que estoy buscando".
Prepara un disco nuevo con los siete delfines y esta de gira con la banda de cerati. Aquí, despotrica contra la masividad y analiza las extrañas caracteristicas de su proyecto musical.
Txt Nacho Girón
Especial para Clarín

¿Un Darth Vader a la criolla? "Todo lo que compongo sale de un lado oscuro. Algo que me motiva, pero no me limita musicalmente", asume Richard Coleman, voz y guitarra de Los Siete Delfines y actual violero de la banda de Gustavo Cerati. "Acepté el mote de oscuro aunque aún me da un poco de gracia. Cuando empezaron a señalarme así, sacamos un disco que se llamó Dark, el que vea el arte de tapa se dará cuenta de que me estoy cagando de la risa. Debe ser la única foto en la que sonrío", dice.

Durante los '80, Coleman tejió una jugosa carrera con: Metrópoli (grupo pop con Ulises Butrón), Fricción (con Cerati, Fernando Samalea y Christian Basso), su participación en las bandas de Charly García, Spinetta o Calamaro y (cómo olvidarlo) sus apariciones en Soda Stereo, con quienes grabó Signos.

Amanecidos los '90, Richard y Gamexane Villafañe (Todos Tus Muertos) armaron un proyecto con guitarras, letras que chorrean nostalgia y melodías post-punk: Los Siete Delfines. Con ocho discos editados y uno en camino ("Saldrá a mitad de 2007. Hay casi veinte temas y mucho que ajustar", se entusiasma), L7D integra la galaxia rockera de culto (junto a Pez, Massacre o Cienfuegos). Sus shows por año se cuentan con una mano.

—¿Son banda de culto porque no llevan tanta gente?
—Al principio pensé en eso, pero que llevemos poca o mucha gente es normal. Nunca hubo un propósito masivo en mi música. Y yo desconfío de lo masivo.

—¿L7D es una banda esporádica?
—No, pero es un grupo que dice: "Let it be". Estamos todo el tiempo, somos constantes. Y a veces... tocamos (risas).

—¿Es difícil ser seguidor de L7D?
—No puedo ponerme a pensar eso porque es bastante difícil mi propia posición. A nuestro público le gusta descubrir cosas. Como yo cuando era chico: buscaba las bandas raras, que no eran populares. Siempre le busqué la quinta pata al gato.

Después de surcar la década con "cierta firmeza", Richard necesitaba un cambio. "Sentía que me estaba aplastando el techo", recuerda. Y se sincera: "Todo eso viene acompañado por algo de autodestrucción, excesos de alcohol y de drogas y no estaba bueno". Así, se mudó a Estados Unidos entre 2001 y 2004. "Cuando volví definitivamente, hicimos con Fricción dos Niceto al palo, para mí fue como tocar en un River lleno. ¡Una inyección vital!".

Ahora está en tour como integrante estable de la banda de Cerati. "No tocábamos tanto juntos desde la primera época. Nos divertimos mucho y me hace muy bien sentirme vehículo para que se pueda concretar el sonido de la música de Gustavo en vivo".

—¿Por qué te llamó recién ahora?
—Creo que soy la persona más idónea para el sonido guitarrero que él está buscando. Puede haber muchos guitarristas más rápidos o más técnicos, pero yo entiendo a la perfección a Gustavo y a su música.

—¿Esta experiencia es un respiro dentro de lo que hacés con L7D?
—No, porque no me siento asfixiado. Y cuando uno dentro de la banda crece como persona, crece la potencia de Los Siete Delfines.
Antes del triplete de este fin de semana, el cantante habla de su amistad con el Carpo, Gardelitos y La Renga: "fue un gran empujón".
Txt. Nacho Girón
Especial para Clarín

Aunque la escena rockera latinoamericana no esté acostumbrada a que sus figuras fundacionales sean reconocidas a nivel masivo, el verborrágico Alex Lora, de la banda mexicana El Tri, parece ser la excepción. En el ruedo musical desde 1968, tocó con Chuck Berry, los Stones y los Ramones, se convirtió en defensor de los desprotegidos, tiene su propia estatua en Guadalajara y ya editó ¡cuarenta discos! Desde su casa en el DF, habla de Más allá del bien y del mal, su último disco, que mostrará este fin de semana acá. Alex, tenés teléfono.

—Después de tantos años, ¿nunca pensaste que El Tri empezaba a caducar?
—¡Jamás! Y eso se relaciona con la onda del grupo: las rolas que inventa El Tri son de una actualidad constante. Hasta las más viejas, que tienen treinta años, siguen vigentes como si hubieran sido compuestas ayer. Están vivas en el corazón de la raza. Con ese nivel de actualidad, hay banda para dos o tres mil años más.

En cada visita a la Argentina, Lora fue consolidando una relación con referentes locales como Pappo, La Renga o Los Gardelitos (con quienes compartirá escenario esta noche, en La Plata). "En el '98, cuando fuimos por primera vez, La Renga nos invitó a tocar en Mar del Plata y en Cemento, y desde ahí nunca cesaron las invitaciones", explica. "La relación se da porque ellos son auténticos: no hay nada de pose ni pretensión en su actitud. No pretendemos ser rocanroleros, somos rocanroleros". Alex está convencido de que sin conexión local no sería tan tumultuoso el público argentino que sigue a El Tri en sus presentaciones: "Tener una relación con La Renga nos dio un gran empujón".

En 1995, cuando El Tri estaba grabando Hoyos en la bolsa en Los Angeles, Lora conoció a Pappo y lo invitó a las sesiones. Ese intercambio quedó plasmado en el tema Todo sea por el rocanrol. "Es una desgracia que nos haya dejado. Simplemente Pappo se nos adelantó en el trámite que todos tenemos que cumplir".

—¿Te sentís el Pappo mexicano?
—Sin dudas. Y él fue el Alex Lora argentino. Cuando rocanroleamos juntos fue muy padre.
Ni tan malos ni tan buenos, Superhéroes y Villanos comparten el gusto por el impacto en el camino a las grandes ligas rockeras y rechazando los cliches de adhesión al barrio. ¿Lograran salvar el rock?
Txt. Nacho Girón
Especial para Clarín



SUPERHEROES
"Sin afiches seríamos una banda más"

"Mirá ése, lo hicimos hace un montón", se entusiasma Fernando Sosa, guitarrista y uno de los principales creativos del quinteto Superhéroes. Allí están, inmaculados y por todas partes, los afiches que regularmente imprime el grupo: "La banda que está a 4500 personas de llenar Obras", "No te pierdas la única presentación en Argentina", "Vení, puto" o "Si traés este cartel entero además de ser un boludo, entrás gratis", son las frases que más llaman la atención. "Hubo un par que arrancaron el de boludos y se lo trajeron para el show. ¡No lo podíamos creer! De la gente podés esperar lo que sea", se ríe el violero. "En la costa le dijimos a un amigo que se hiciera el brasilero y que dijera que en Brasil, los Superhéroes la rompían. ¡La gente se le acercaba y le hablaba en portugués!", completa Sebastián Serrino, el otro guitarrista.

La mayoría de los Superhéroes se conocieron en un club deportivo y pronto coincidieron en que su sueño adolescente era formar una banda. Aunque ellos mismos reconocen que su verdadero inicio data de 2001, lo cierto es que en 1993 ya existía un trío que luchaba por consolidarse. "Eramos muy fantasiosos. Pensábamos que si le llevábamos la música a Pergolini al año siguiente íbamos a estar tocando en Obras".

La cuestión estética y humorística aparece en la banda desde sus primeros pasos, pero admiten que la tenacidad se fue desarrollando con el tiempo. "Planteamos el deseo de no ser una banda más. Y empezamos a darle una vuelta de rosca a las cuestiones más boludas, como la de los afiches o las letras", comenta Fernando. Y aunque su primer y único material (Ubaldisney, 2003) no les haya servido como gran empujón, admiten que con ingenio es posible remarla igual. "Es más fácil llamar la atención con 500 afiches que digan ''pija'' que hacer un material con mejor sonido que el de Catupecu Machu. Eso igual no significa que no vengamos a ensayar tres veces por semana para que cada día sonemos mejor".

—Si no estuviera todo el tema de la imagen en Superhéroes, ¿estarían en el mismo lugar?
—No, seríamos una banda más. Lo que hay que hacer es encontrar el equilibrio y no ser sólo la banda de los cartelitos. No está mal que te conozcan por un afiche; el problema es cuando ven el afiche pero la música no está a la altura de lo que quisiste vender.

Dicen que el escenario les da "una impunidad que está buena". "Pasa un pibe con un pantalón feo y se lo decimos. O sube una piba y le tiramos ''no, vos sos una pelotuda, bajáte'', y todo se toma con tranquilidad", explica Fernando Sosa. Y reflexiona: "Tenemos que utilizar la astucia y la poca guita que tenemos. Para mí, por ejemplo, Babasónicos podría hacer las cosas que hacemos nosotros, pero no las hace. Estaría bueno que le metiera una idea a sus miles de afiches. ¡Ojo! Todas las bandas piensan en la imagen. ¿O me vas a decir que Tete de La Renga se pone el jardinero porque le gusta?".

EL ALBUM BLANCO
Superhéroes ya tiene listas las canciones que se incluirían en su segundo disco. "La tapa sería toda blanca y vamos a regalar un marcador negro para que cada uno dibuje y ponga el nombre que quiera". ¿Influencias? "Es más Weezer. Hay mucha guitarra, más power pero menos ganchero". ¿Hits? Segunda guitarra (oda a los músicos olvidados) y Compañero de trabajo, sobre esos que no querés ver después de las siete de la tarde.


VILLANOS
"Los malos son los que más se divierten"

Aunque a mediados de los noventa ni siquiera tenían un solo disco en las calles de su Villa Celina natal, Villanos ya era una banda de remeritas a rayas, bermudas diseñadas especialmente, calcos, pines' y hasta calzoncillos con el logo característico. "En esa época no existía algo muy elaborado visualmente; se había pasado de toda la estética de los ochenta a una cosa medio rara en los noventa. Lo hicimos para hacer un poco de quilombo", explica Niko, compositor, cantante y guitarrista. Y detalla la idea madre: "Lo de las líneas se dio porque retomamos la estética del ''Rock de la cárcel'' de Elvis, y también un poco de los Ramones o la new wave". "Siempre fuimos activistas de la imagen, más que nada por una cuestión de generar identificación", dispara Mini, el violero, que se interrumpe constantemente con su compañero. "Está bueno usar la estética para diferenciarse, pero eso lo tenés que respaldar con música".

—¿Cómo eran vistos en el barrio los esfuerzos estéticos?
—Somos de extracción humilde pero la gente lo veía bien. Tampoco es que somos muy glamorosos. Si hay un poco de postura glam, la mostramos como nuestro alter ego. (Niko)

—Viniendo del mismo barrio... ¿son los Callejeros glam?
—No estamos tan identificados con el barrio. No hacemos un estandarte de nuestros orígenes humildes. Tenemos presente dónde nace todo y listo. No queremos ser una banda de barrio: queremos ser una banda argentina. (Mini)

Aunque marquen diferencia, los Villanos están convencidos de que no hubieran sido nada sin sus primeros seguidores. "Siempre nos movimos: le regalábamos el primer casette a un montón de personas, inventábamos sellos para hacer calcos o estampábamos remeras. Nos ayudaba la gente del barrio y los que nos venían a ver", cuenta Niko.

—¿Armaron una PyME entonces?
—Algo así, aunque la palabra más correcta creo que es cooperativa. Si no te organizás, fuiste. Fuimos independientes, estuvimos en un sello chiquito y ahora en uno más grande (Warner), pero en todos los estados siempre fuimos una banda con el espíritu de tomar todo como un laburo. Y cuando crecés está bueno que eso no se pierda. (Mini)

Dicen que, por más que estén en una compañía, conservan el espíritu "amateur". "Lo que pasó con firmar con una multinacional es que preferimos meternos en el combatir desde adentro, sino terminábamos luchando contra molinos de viento. Así es más fácil meter un virus en el sistema e infectar a todos", dice Mini adoptando el tono de un ¿villano del bien? "Nosotros vemos el Batman de Tim Burton y estamos convencidos de que el verdadero protagonista no termina siendo Batman sino el Guasón. Los malos se divierten toda la película, pero pierden al final. Nosotros somos igual, nada más que no queremos perder".

SE VIENE EL DISCO
"Un disco variado, contundente, crudo y representativo de la juventud argentina del siglo XXI". Así dicen que será el cuarto disco de Villanos, a salir antes de fin de año. "Queremos grabarlo como si fuera en vivo", adelanta Niko. Títulos tentativos: Hijos del rigor, Villanosmanía o Llena tu cabeza de rock (and roll kabeza). ¿Probable hit? Hagamos contacto. "Habla de que la gente no sale de su casa y se relaciona a través de un monitor".

BATEROS CON RESTO: Con el ritmo a otra parte

Cuatro casos de bateristas que pasaron, desde el fondo, al frente. ¿Alguien dijo "el puesto del bobo"?
José Bellas y Nacho Girón (en memoria de Oscar Moro).



CHAVEZ
Una orquesta de una sola pieza



"Mi hermano mayor, Martín, era fundador y guitarrista de Los Caballeros de la Quema. La música estaba ahí: Los Caballeros ensayaban en mi cuarto", se larga Matías Méndez, más conocido como Chávez. Un tipo multifacético: empezó con la batería, toca la guitarra y canta en Nuca, y es uno de los productores más requeridos del under. "Como baterista era un integrante activo en todas las bandas donde participé o armé: creaba el grupo, buscaba los músicos, las canciones y el estilo que quería. No soy el típico baterista que se queda al fondo". A los quince formó y compuso los primeros temas de Arbol, un grupo que en su versión actual llena el Luna Park. El resto de la historia es pública: cuando los contrató Universal, terminó saliendo porque a Santaolalla no le convencía su manera de tocar.

—Venías de una experiencia traumática. ¿No habías quedado desconfiado como para armar otra banda?
—Sí, por eso al principio encaré todo solo. Dije: "Ahora nadie me va a decir cómo hacer las cosas". Fueron apareciendo músicos y empecé a tener una conexión muy distinta a la que tenía con mis compañeros anteriores.

—Decís que te gustaría producir a Santaolalla. ¿Hay rencor?
—El rencor lo dejé atrás hace muchos años. Y a Gustavo me gustaría producirlo en serio. Es un tipo muy interesante, con un modo brutal de hacer las cosas: las buenas y las malas.
Excitado con su presente, Chávez cree que "en poco tiempo podemos llegar a ser una banda muy seria a nivel mundial' y lo digo sin sonrojarme". Y cierra: "Todavía no sé cuál es mi fuerte en ese papel, pero lo estoy buscando. Lo que sí sé es que no tengo esa cosa de '¡hola, de pie, llegó el productor!'".


DANIEL BUIRA
Hombre mirando al Africa



"A los seis años armaba baterías con baldes y les daba conciertos a mis viejos. Mucho después me confesaron que me aplaudían de compromiso", se ríe Daniel Buira, ex baterista de Los Piojos (se fue en el 2000 por "cuestiones personales"), creador de La Chilinga, actual baterista de Vicentico y principal difusor de la mixtura de percusión y rock.

Después de recorridas y estudios en países como Brasil o Cuba, Buira entendió que en la Argentina hacía falta una escuela de percusión. Así, nació La Chilinga. "Había una necesidad latente. Siempre me interesó hacer una escuela cultural, ligada a la realidad. La Chilinga tiene mucho compromiso con el barrio". En La Chilinga hay un programa de aprendizaje de cinco años, y si bien los cursos son pagos, Buira aclara que dan clases en lugares pobres y no cobran un peso. Con cuarenta ex alumnos devenidos en docentes, la escuela de percusión es una usina musical en la que se aprenden los ritmos nacionales y extranjeros (samba, rumba, iyesá').

—¿Sos consciente de que fuiste el responsable de aportarle a Los Piojos todo el tema percusivo?
—Claro, pero el grupo tenía una apertura para asimilar propuestas. Lo que yo aportaba rendía, pero sin dudas el salto más grande fue cuando La Chilinga participó de Verano del 92.

—¿Te sentís pionero de esa movida?
—Y sí, aunque me cueste, me siento un pionero de la movida que combina rock y percusión en la Argentina. Creo que en Los Piojos se logró muy bien y que se logra muy bien en La Chilinga. Después hubo cosas interesantes, pero ahora todo eso me resulta aburrido y nada original.

—¿Ya no escuchás música así?
—Ni loco. Me dice mucho más un grupo de pop con maquinitas que una banda de rock con tambores y candombe. Eso ya está hecho. Quizás esas bandas lleven mucha gente, pero a mí no me causan nada.


FEDERICO GIL SOLA
El regreso del eterno exiliado



Ahora que en el mercado de valores el disco parece haber sucumbido frente al "vivo", Federico Gil Solá se dedica al arte de hacer buenos discos. Sigue tocando, claro, y encima canta, nada mal por cierto. Y escribe letras donde mezcla la reflexión, los juegos de palabras y el humor con citas textuales a íconos musicales (Patti Smith, Iggy Pop, Alice Cooper). "Es mi parte docente", dice entre risas. "Por eso también tengo un programa de radio (Cosa de negros, FM La Tribu). El tema de Alice Cooper (I'm Eighteen) lo hago porque es algo que yo cantaba a los 13. Tener 18 entonces me parecía la vejez absoluta. Me da gracia que cantarlo siga siendo un referente de juventud".

Después de 17 años de exilio obligado (su familia fue perseguida por la nefasta Triple A en los setenta), Gil Solá volvió al país en 1990 para integrarse a Divididos. Con él, el trío transitó su etapa más exitosa, incluyendo discos como Acariciando lo áspero (91) y La era de la boludez (93). Hacia 1995 se fue, en el rol de "fusible" de la etapa más caótica del grupo. Sin embargo, haber sido el baterista más votado en la compulsa de los 20 años de Rock & Pop parece haberlo puesto en un sitio más justo. "Me encantó: es una buena. El 80 por ciento de los que me votaron no me vieron tocar en vivo, seguro. Pero entiendo que hay algo de esa época que trascendió y me da mucho orgullo. Desde que me largué venía con muchas patadas en el ojete".

—¿Por qué lo sentís así?
—Haber estado en una banda que cuando yo estaba era LA BANDA y después pasar cinco años en el freezer cambia tu realidad. Cuando salí, encima, me encontré con un mapa distinto. Y eso añadido a que uno ya no es guita.

Junto al guitarrista Gustavo Bustos y al bajista Sebastián Villegas (a los que considera tan irremplazables como para añadir a la foto), sostiene Gil Solá & Exiliados y toca con las ganas de siempre donde lo permita la coyuntura post Cromañón.

—¿Nunca pensaste en volver a irte?
—¿Sabés que pasa? A mí, de acá ya me echaron muchos años. Ahora no me sacan más.


JORGE ARAUJO
El socio del silencio



La versatilidad al palo de Jorge Araujo hace que lo puedas ver tocando ritmos en cadencia minuciosa, improvisando sobre bases irregulares o rockeando a la velocidad de la luz. Sin embargo, el ex Divididos está convencido de que no hay límites en su trabajo: "Voy a estudiar batería toda la vida, porque tocar es siempre una novedad para mí". Batero desde pequeño, armó su primer grupo en 1980 y hasta llegó a ser sesionista de jazz, pero en 1995 entró a la aplanadora del rock para ocupar el puesto que había abandonado Federico Gil Solá (ver página 2). Su paso por Divididos duró hasta abril de 2004, y enseguida formó Gran Martell, un trío de rock que se completa con el violero Tito Fargo (ex Hurlingham Reggae Band y Redondos) y con el bajista Gustavo Jamardo.

Hoy, Araujo se presenta como un tipo que prefiere no ponerse metas, evitar los límites, esquivar la tierra firme y que siente libertad renovada a la hora de componer y cantar. "Mi principal característica es que me aburro muy rápido", cuenta en exclusiva para el Sí!, después de un largo tiempo fuera de los medios. "Estoy más desprejuiciado, y si bien no trato de borrar lo que fui haciendo en el pasado, quiero hacer cosas buenas o malas pero que me provoquen algo. Lo que noto es que no sé hacia dónde voy. Y eso me resulta atractivo".

—¿Cuando te fuiste de Divididos te imaginaste qué ibas a hacer?
—Si me lo pongo a pensar, soy consciente de que podría haber estado sin banda durante toda mi vida. Lo único que me acuerdo de esa época es tener una necesidad muy grande de tocar cosas que rítmicamente salieran de un formato. Nunca me imaginé que iba a cantar o a escribir. Cuando volví a cantar, porque yo lo hacía de chico, estaba bastante cagado. Componiendo me siento bien porque nunca dejé de hacerlo.

—Da la sensación de que si querías componer en Divididos no tenías tanta libertad como ahora.
—En lo que sí aportaba era con el tema de estructuras y formatos que generábamos los tres, pero las líneas melódicas obviamente eran de Ricardo. Pero con Divididos tuve mucha libertad. De hecho, cuando entré a tocar hicimos un disco (Otroletravaladna) que tiene un grado de libertad y un riesgo artístico impresionante' no sé cuántas bandas de rock de acá lo tienen.

—De Divididos te fuiste ovacionado por el público. ¿Cómo guardás esos recuerdos?
—¡Fue emocionante! Antes de salir al último show me temblaban las piernas. Mollo me abrazaba para tranquilizarme. Con Divididos, en mi período, fuimos un grupo humano muy interesante. Fueron nueve años de mucha cercanía, y cuando me fui nos costó mucho despegarnos.

—¿Cuesta dejar una banda masiva?
—Yo dejé bandas más chicas y me costó igual que cuando dejé una banda grande. Lo importante es el nivel de compromiso: la música no tiene que ver con el nivel de convocatoria.

—¿El del batero es el puesto del bobo?
—Para nada. Somos los que hacemos mover la patita, y si se corta la luz, podemos seguir tocando.

VAGANTES NOCTURNOS: Solos en la madrugada

Veteranos del under, tardaron 12 años en editar su disco debut. Cobijaron a Callejeros y ahora defienden su ámbito: "La vereda no perdió credibilidad".

Txt. Nacho Girón.
Especial para Clarín



Llegan de a uno y se saludan como si hubieran perdido el contacto durante toda una temporada. Intercambian anécdotas de las "volanteadas" de la noche anterior. En su sala de Parque Patricios cuentan que, aunque hayan tardado doce años en editar Nube (2005), lo más importante es que las cosas fluyan. La versión ''06 de la banda es el resultado de una reorganización interna de las metas del grupo y modificaciones en la formación: hubo dos reemplazos en las guitarras y también se fue' ¡la voz! "Fue muy traumático, sobre todo porque yo no había estado nunca en una banda y porque es complicado cambiar un rol así", recuerda Chulo. Con la ayuda de cuatro demos grabados en una portaestudio, la banda logró llenar Cemento dos veces y consolidar un rock & roll con matices variados, asentado en una voz dulzona y enriquecido por armónica y percusión. Pertenecen a la cuarta cosecha de la patria stone, la que ya directamente cita a títulos de los Rolling en sus nombres, igual que Jóvenes pordioseros y Trabajo sucio. Su link viene de aquel blues acelerado de 1969, que fue uno de los puntos altos de la última visita: el clásico Midnight Rambler.

Como a la mayoría de las bandas en ascenso, el 30-D no sólo afectó a Vagantes nocturnos por el lado afectivo sino también por el laboral. "Después de Cromañón hay muy pocos lugares para tocar. Y esos pocos están manejados por el gran comercio que se armó con todo esto", analiza Chulo, a pocos metros de un póster del último disco de Callejeros, firmado y dedicado. "Cuando Callejeros no tenían donde ensayar, vinieron a nuestra sala. No son los culpables' son tan responsables como nosotros o el resto de las bandas".

—¿Entonces a Vagantes le podría haber pasado lo de Cromañón?
—A todos los grupos nos podría haber pasado. Las bengalas estaban en todos los recitales: en las bandas under y en las súper pro que tocaban en el Luna Park. Hay que hacer autocrítica, pero echarle la culpa sólo al rock es cualquiera. (Chulo)

—En el disco cantan que "la vereda es la escuela". ¿La vereda perdió credibilidad después del 30/12?
—No creo. La credibilidad la pierde la gente o las instituciones encargadas de garantizar nuestra seguridad.

Hecho el músico, hecha la ley

La reglamentación de una vieja ley relacionada con el ambiente musical provocó una interminable puja de posiciones y grandes vaivenes: reglamentación, largos debates, derogación y finalmente, un nuevo proyecto. Detalles de un conflicto que paralizó y reagrupó a los músicos argentinos.
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¿Ser músico es una profesión o una manifestación artística que se aprende en modalidad de oficio? ¿Alguien podría tener la capacidad de decidir quién es un verdadero músico y quién no? ¿A partir de qué criterios se haría la selección? La reglamentación de una vieja ley reavivó estos y otros interrogantes (parecidos, a veces, a las dudas sobre el huevo o la gallina) y terminó dividiendo las aguas del ámbito musical.

En los últimos meses, el “Estatuto Profesional del Músico” (sancionado en 1958 pero reglamentado por un decreto del presidente NESTOR KIRCHNER en mayo de 2005) provocó serios debates a raíz de sus artículos; es que aunque por un lado apunta a consolidar un régimen legal de trabajo, también impone una matriculación obligatoria y sólo le permite otorgar licencias a las entidades gremiales, siempre y cuando se tenga el aval de una mesa examinadora. En otras palabras: para ser reconocido como músico, la ley 14.597 exige el visto bueno de una comisión integrada por diferentes artistas.

Por estos motivos, y en un abrir y cerrar de ojos, empezó una espiral de debates interminables (con algunas buenas justificaciones en contra y a favor) que enfrentó a los llamados “músicos autoconvocados” o “independientes” con los artistas que están conformes no sólo con la ley sino también con la forma en la que se manejan los actuales gremios (como el Sindicato Argentino de Músicos). ¿Qué son los gremios asociados a la música? Tal como sucede con cualquier rama laboral, representan a determinadas fracciones de asociados. ¿Y qué son los músicos independientes? Los que precisamente se mueven por sus propios medios, se autoproducen y evitan todo condicionamiento gremial o discográfico.

“En la primer reunión de la mesa examinadora dejé bien claro que la mayoría de los rockeros no leen partituras, no saben leyes de armonía, que aprenden zapando, y que yo no iba a coartar la posibilidad de trabajar a nadie porque no supiera de corcheas, bemoles o acordes de novena”, manifestó en una carta abierta MIGUEL BOTAFOGO, que había sido designado por la Secretaría de Cultura como uno de los encargados de evaluar la idoneidad de los que quisieran conseguir su credencial de músico. “La ley y la matrícula le muestran a la sociedad que somos profesionales, y esto les debería interesar a todos los estilos no académicos para que nos dejen de mirar por arriba del hombro”, remarcaba.

“Se pretendía llamarnos trabajadores pero antes había que pagar y sacar una credencial -argumenta GASTON NIEVAS, uno de los referentes para los autoconvocados-. Además no hay que ser muy ducho para entender que una ley que fue formulada hace 50 años está fuera de época”.

Ni lerdos ni perezosos, unos mil músicos independientes –entre los que hubo figuras mediáticas como CALAMARO, TERESA PARODI o VICENTICO- concretaron una gran reunión en el recuperado hotel Bauen y dejaron en claro que son una fuerza que crece, sobre todo en un mundo donde cinco compañías dominan el 80% del mercado planetario de discos. Allí hubo dos objetivos concretos: acabar con la ley, y empezar los esbozos de una reglamentación renovada “que contemple a todos”.

Después de varias idas y venidas, el pasado 22 de mayo KIRCHNER juntó a más de 40 músicos en la Casa Rosada y derogó el decreto que firmó en 2005. Gol para los independientes, que ya están trabajando agrupados por comisiones para darle forma a otro proyecto de ley.

Si bien las nuevas ideas todavía se plantean con una solidez incipiente, GASTON NIEVAS destaca las prioridades: eliminar el I.V.A de las entradas para los shows (lo mismo que ya consiguieron los actores), implementar nuevas clasificaciones de los lugares para tocar (“así los más pequeños pagan menos y nos cobran menos”), crear un circuito de música pedagógica en los colegios y tener en cuenta las problemáticas de todas las regiones del país.

Para todo esto, claro, las reuniones recién comienzan. Pero las intenciones parecen estar firmes: “Estamos volcados en hacer algo ahora… sino, pasarán 50 años más”, remata GASTON.

Nacho Girón (Redacción de El Acople)

Entrevista a RIDDIM

“Qué mejor que cantarle a Babilonia desde adentro”
Con diez años de carrera, RIDDIM se consolidó como una de las figuras más fuertes del reggae. Con trabajo nuevo bajo el brazo, “Buenas noticias”, y después de su participación en el tributo “Bob Marley Day Festival” en el Luna Park, la banda se sienta a analizar su carrera y adelanta dos nuevos cd´s y un DVD.

La frase “Get up, stand up” tiene sentido para RIDDIM. Diez años siendo independientes dieron sus frutos, a pesar de prejuicios, monopolios discográficos y efectos post-Cromañón. Cómo es cantarle al sistema según Pety (voz), Fernando (guitarra y coros) y Hernán (teclados). Y todo desde adentro.


Reggae de allá...
(El Acople) Durante el año anterior y este hubo un auge del reggae, ¿sienten que es así o sólo los medios le están prestando atención recién ahora?
(Pety) El reggae persistió en el tiempo y todos se están dando cuenta. De hecho, no varió la cantidad de gente que va a los shows, sino que fue constante. Hay bandas que tienen diez discos y llevan 70 personas, pero que tienen a sus espaldas una discográfica que les banca desde el video hasta los shows. Nosotros no firmamos contratos con nadie, todo lo que hicimos fue a puro pulmón. Como dice Fidel Nadal: un trabajo de hormiga.

(El Acople) Pero esa esencia independiente es algo propio del género…
(Pety) En realidad, por una cuestión del mensaje, si. El tranzar con un negocio de monopolio como existe acá te permite sonar en la radio, tener un video de 20 mil dólares y estar en los festivales. Y nuestro mensaje habla de eso: no tranzar con el sistema. Aunque si te pones a pensar, el primer artista que tranzó fue Bob Marley con Island Records, pero a Jamaica eso le sirvió porque los artistas que venían por debajo de él pudieron ser conocidos.

(El Acople) Las canciones más importantes al estar en inglés, ¿cómo llegan a un público latinoamericano, especialmente al argentino?
(Pety) Ese es un gran problema y quizá el porqué de que la Argentina tardó tanto en conocer el reggae. Nadie se preocupó por traducir una letra de Bob Marley. Nació mal parido de entrada: el reggae de los ochenta hablaba del ritual de la banana, de los pajaritos y las gaviotas. Pero el reggae no habla de eso, es un mensaje más social. Muchos artistas jamaiquinos dicen que tiene que tener música más mensaje. Es buenísimo llegar con un mensaje conciente a través de la música, y no hablar estupideces.


...y reggae de acá
(El Acople) Riddim tuvo un desarrollo comparable con el del reggae en la Argentina…
(Pety) También hay una banda que lo hizo por mérito propio, aunque tengan un sello y no tengan nada que ver con nosotros en el sentido del manejo: Los Cafres. Es una banda que le costó 15 años llegar a Obras y hacer un Luna Park. Como a Bob Marley le sirvió tranzar con Island para que se conozcan los demás artitas, pasa lo mismo con Los Cafres. A partir de que ellos empezaron a sonar en las radios más gente se acercó al reggae. También está el crecimiento de Dancing Mood. Son dos bandas que laburaron muy bien y que están aprovechando el momento.

(El Acople) Dentro de los fanáticos de “primera hora” de Los Cafres está la idea de que se fueron “lavando”...
(Pety) Ahí está el tema: son los fanáticos de la primera hora, ¿y cuántos son? Doscientos, por ejemplo. Los Cafres llevan 9 mil, entonces, ¿a quién van a apuntar? Está todo bien con los fanáticos, pero la cosa tiene que crecer y madurar, propio de la banda. Pero eso va a existir siempre.

(El Acople) En cierta manera, ¿no hay prácticas del rock que fueron adoptando?
(Pety) Con el rock compartimos lugares dónde tocar, pero es muy distinto el modo de pensar de una banda reggae, por lo menos nosotros. “Culpable no soy”, un tema del disco nuevo, habla específicamente de Cromañón: ¿por qué no puedo tocar si nunca prendí una bengala y estaba de la vereda de enfrente luchando contra eso?

(El Acople) Pero el mismo rock generó sus propias alternativas, ¿con el reggae no pasó algo similar?
(Pety) Para una banda como nosotros, que llevaban 200 o 300, nos mató. En Capital tenemos tres lugares para tocar: Niceto, La Trastienda y ND Ateneo, y los últimos dos son del gobierno y cuando queremos tocar, o hay un festival de jazz o están los artistas de Pop-Art. Entonces, ¿qué posibilidades tenemos para crecer? Por eso tuvimos que salir, ir a otras provincias como Mendoza o Córdoba.

(El Acople) La cultura musical tiene ese espíritu independiente por sí mismo…
(Pety) Está bueno todo aquel que le dice que no al monopolio. Por ejemplo, cuando el Indio Solari alquiló el estadio de La Plata le pidieron que cubriera el césped. Pero la única empresa que tiene eso es Pop-Art. Entonces, lo trajo de Brasil. La gente se da cuenta de esas cosas, cuando alguien no dice que sí a todo.



Diez años resistiendo
(El Acople) A lo largo de la carrera, ¿cómo fueron aprendiendo a manejarse?
(Pety) Algunas veces uno se choca contra cada pared... O los mismo integrantes de la banda llevan a hacer ciertas cosas que después uno dice que no. Pero el tiempo te curte. También el estar vigentes y tocando todos los años. Vas aprendiendo y al ser independiente mucho más, porque no tenés a nadie que sea intermediario tuyo.

(El Acople) A esta altura, por ingenuo que suene, ¿pueden llegar a vivir de la música?
(Pety) En este país cuesta tanto... Por ejemplo, el show de El Teatro tenemos de gastos 8000 pesos y con esa plata me podría comprar un auto en vez de viajar en bondi. Para cubrir todo tenemos que vender 800 entradas a diez pesos y no gano nada. Y al ver la lista de cosas, el bombero cobra más que yo.

(El Acople) Pero, ¿tocar en lugares que están en manos de pocos no es, en cierta medida, meterse en el monopolio?
(Pety) Pero Niceto no está con el gobierno. Y nos da el mismo lugar y la misma importancia que otro artista que tiene una compañía atrás. Además, tenemos control con el precio de la entrada y así queda algo para producir una segunda fecha o para un próximo disco. Otro lugar en Capital así, no hay.

(El Acople) ¿Y al participar de festivales?
(Fernando) Nosotros tenemos como un “antídoto”, fuimos muy cabezas duras e impermeables en no dejarnos comprar. Al principio, cada vez que venía el verano, rogábamos que nos llamaran para algún festival. Este año estuvimos en todos. Eso es mérito nuestro y para nosotros está bien. Pero no es que sea una ley fundamentalista para todos, pero a nosotros nos sirve.

(El Acople) También está poder vivir de los discos...
(Pety) Al ser músico independiente, se puede porque uno los controla. Pero al estar con un sello, sólo dan un peso por disco. De “Buenas Noticias” llevamos vendidos 3500 cd´s y sin ningún corte girando en las radios. Al quedar cinco pesos por disco, la plata que obtenemos la invertimos en la banda.

(El Acople) ¿Por qué creen que a lo largo de los años no se estancaron como pasa en otras bandas?
(Pety) Persistencia. Y creemos en lo que hacemos. No somos un producto, sino que tenemos un mensaje atrás. Parece pedante que lo diga alguien desde adentro de la banda, pero también es opinión de gente de afuera.

(El Acople) ¿Y la llegada de un público nuevo como afecta?
(Pety) En realidad, la gente que nos sigue hace tiempo sabe lo que va a ver. Nos piden cosas y cantan los temas. Y la nueva generación se adapta. Es una fiesta y por eso tenemos que agradecerle a la gente de sobremanera, por entender nuestro mensaje.
(El Acople) Esa “masificación”, ¿no desvirtúa el concepto de rastafari para convertirlo en una moda?
(Pety) Riddim está pensado como banda, no para bajar línea. Cualquiera sea la religión, el pelo o el color de piel, se puede escuchar nuestra música. Si tenemos una línea es la de la unidad, la paz, el amor y cantarle a Dios. Si se cuestiona a alguien que tiene un piercing y dreadlocks, eso no es el mensaje del reggae.

(El Acople) Los Cafres dicen que la espiritualidad está en todo lo que hacen, ¿en Riddim es igual?
(Pety) Yo tengo un link con rastafari muy fuerte porque investigué. Creo en la divinidad de Selaselasie pero es una cuestión de fe que no la impongo al resto de la banda. Riddim tiene un mensaje rastafari pero sin hacer apología. Y las letras también son espirituales. Pero hay público para todo. Es muy difícil separar al reggae del rastafarismo. Por ahí en un recital grito “¡Rastafari!”, pero es porque estoy haciendo la música que me volvió a conectar con Dios.

(El Acople) ¿Cómo toma un rasta el mensaje que ustedes dan?
(Pety) Ellos aman que propagues la palabra. “Spread the word”. Eso me lo dijo Marky Dread, cuando tocamos con él este año, y él es un verdadero rasta. También nos pasó cuando grabamos “Remando dub” con Fatty, que es como un padrino para nosotros. Por lo tanto, está bien lo que estamos haciendo. Si sos un hombre de paz, sos un rasta. “Rasta is a peaceful man”.

(El Acople) Aunque, dentro del ámbito, hay cierta idea que hay que ser de tal manera para ser rasta…
(Fernando) Hay una tendencia a sectorizar y poner algo debajo de una moda. Eso es lo que nos rompe las pelotas. Antes, cuando decíamos reggae se lo relacionaba con fumar marihuana y ser sucio. Eso fue lo que trabajamos durante estos años para que se corte. A mí no me gusta que me impongan qué leer o cómo vestirme para ir a un recital. Me siento sapo de otro pozo.

(El Acople) ¿Existe cierta mezcla de la cultura argentina con el reggae?
(Pety) Ahí es donde se provoca la confusión. Existe el dicho de “le voy a poner mi onda”. Cuando uno quiere adaptar algo que ya tiene patrones a seguir, no existe. En el reggae hay muchos patrones. Cualquier tema de Marley tiene una referencia bíblica y en el libro “Kebra Negast” se explica por qué cantaba lo que cantaba. Si uno canta “estoy más duro que una mesa”, deja de ser reggae.

(El Acople) Pero existen usos argentinos que se metieron en el género...
(Pety) Es inevitable. Cuando vino Dread, nos mandó un mail de dos páginas agradeciéndonos por la actitud “root culture”, musicalmente y arriba del escenario. Respetamos su manera de laburar, su música y, principalmente, su cultura. Pero si le poníamos una murga dejaba de ser lo que era.

(El Acople) ¿Qué le recomiendan a alguien que no conoce la banda: el disco o un show?
(Hernán) El show. No hay comparación. El disco es una cuestión más fría y se vuelve mucho más mecánico.
(Pety) Todo lo que tocamos lo hacemos en vivo. Y lo mejoramos también en vivo. Nosotros tenemos una capacidad musical muy buena. Incluso, nos sorprendemos de lo que podemos llegar a hacer. Y eso lo reflejamos en vivo. Eso es una mentalidad del reggae.


Y vuelta al comienzo…
(El Acople) ¿No es irónico que uno de los programas más importantes de reggae, “La de Dios”, esté en una radio poco emparentada al género como la Rock&Pop?
(Pety) Te repito lo que dije al principio: los productores se dieron cuenta de que el reggae trae plata y donde hay negocio, van todos. Y por eso la Rock & Pop dijo: “hagamos un programa de reggae”. Pero, ¿dónde estaban antes?. Ahora en la radio aparecen temas como el de No Te Va Gustar o “Reggae para Mirtha”. ¿Por qué no suena Mensajeros, Resistencia Suburbana, Dancing Mood, Riddim, Los Cafres?. Argentina ama el Caribe y los ritmos caribeños. Pero no hay lugares para bailar reggae y si salsa. Pero por el idioma, nadie entendió que dijo Bob Marley. Esa es nuestra misión, que se conozca más el reggae. De a poquito.

(El Acople) Pero el negocio ayuda…
(Pety) Por supuesto.
(Fernando) Sirve tomar diferentes cosas. Sería necio negarse, porque no ayuda al movimiento.
(Pety) Además, ¿por qué no voy a participar de tal o cuál festival si yo tengo un mensaje propio?
(Fernando) Estás dejando el lugar para que lo ocupe otro.
(Pety) Qué mejor que cantarle a Babilonia desde adentro de la misma Babilonia.


Non stop
(El Acople) Para la segunda mitad del año, ¿qué planes tienen?
(Pety) No nos vamos a calmar (risas). Escribimos y grabamos diez temas con Marky Dread en un día. En octubre vuelve y nos vamos de gira con él. El disco va a salir en 2007 por su sello y va a tener dos temas nuestros y el resto compartidos. A parte, tenemos que empezar a hacer los bocetos del próximo disco que tal vez lo saquemos el próximo año.

Los vientos de modernidad soplan y Riddim se deja llevar. Sin fecha de salida, están preparando un dvd con imágenes de los shows en Cemento, ND Ateneo y Niceto.

(El Acople) ¿Por qué tantos planes juntos?
(Pety) Porque queremos sonar en la radio (risas). Queremos seguir tocando y haciendo música. Aprovechemos esta energía tan buena.


Estadía:
una hora

Paisaje:
bar en Callao y Corrientes

Clima:
city porteña post 6 pm

Estimulante:
gaseosa, café y cerveza

Tercer tiempo:
disco con Marky Dread

Entrevista: Nacho Girón e Ivanna Grone Makiuchi (Redacción de El Acople)

Sólo un intento

El ex PELIGROSOS GORRIONES, FRANCISCO BOCHATON, pisó el escenario de La Trastienda con un show de buenas pretensiones pero no tan buenos resultados. Acompañado por una banda ajustada y teloneado por las chicas de ESTOY KONFUNDIDA, el cantante y bajista se divirtió con el público y repasó su etapa solista.
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FRANCISCO BOCHATON es un poeta de los de verdad; su innegable capacidad compositiva, sus versos desprejuiciados pero pomposos, su desolación compartida a públicos reducidos pero conocedores y ese toque de artista imprevisible lo convierten en un personaje al que vale la pena entregar atención. Aún así, la misma figura que a veces deslumbra con recitales tan ocasionales como memorables, otras veces deja un sabor amargo, como pasó este último fin de semana en la tranquilidad de La Trastienda.

El recital, de dos horas, terminó empezando cuando faltaban escasos minutos para la dos de la mañana. Algunos minutos antes habían pisado el escenario las cuatro punk´s rebeldes de ESTOY KONFUNDIDA, que sonaron de manera ajustada y no se cansaron de agradecer la invitación que recibieron por parte de FRANCISCO.

Aún cuando el telón rojizo permanecía cerrado, el pasivo auditorio de La Trastienda vivía la espera con tranquilidad. Pero no se trataba de cualquier tipo de serenidad, sino de esas tranquilidades propias del momento inmediatamente posterior a una paliza inolvidable. Sin embargo, ya con los primeros acordes de “Gaviota” –del último disco de BOCHATON, editado en 2005- el cuarteto sobre las tablas desplegó una violencia sonora interesante. ¡No! El sonido no estaba fuerte. Era una violencia actitudinal en la que el guitarrista FERNANDO KABUSACKI jugó un rol fundamental.

Por más que el artista a cargo de la voz y del bajo tenga un historial de saldo positivo, y aunque el puntapié en el local de San Telmo haya sido prometedor, no pasaron muchos minutos para que la garra, la vibra, el sentimiento propio de este tipo de eventos musicales se hiciera humo como el carbón consumido después de un asado. Ni siquiera composiciones como “El gorila”, “Recuerdo la noche”, la sublime “Maratón de torturas” o “Pinamar” pudieron levantar una propuesta que caía inexorablemente hacia el vacío.

El principal creador de lo que fueron los PELIGROSOS GORRIONES (un grupo que entre 1991 y 1997 editó tres discos, fue reducido y catalogado como “nuevo rock argentino” y se separó tras una breve carrera que aún sigue dando que hablar), alternó de manera indistinta el bajo y la guitarra y, como es habitual, parloteó con el público y devolvió cuanto chiste escuchara.

Además, tuvo tiempo para agradecer a un ex BEATLE (“tengo un tema que me escribió PAUL McCARTNEY, pero me pidió que lo registrara yo”, bromeó), interpretar los acordes imposibles de su banda anterior (en concreto: “Villancicos”, “Siempre acampa” y una festejada versión de “Manicomio gris”) y también para repasar el puñado más selecto de sus composiciones en plan solista.

Despeinado y con la mirada puesta en algún lugar de La Trastienda, FRANCISCO BOCHATON se despidió con una canción nueva que tal vez –quién sabe- algún día se editará en el formato que más le plazca. De esa manera concluía un show con poca tensión musical pero que sirvió para aplaudir nuevamente esas letras y grabaciones que vienen enamorando a un público fiel. Con ingenio, BOCHATON, un poeta, un gran poeta, se las arregla para permanecer vigente y reinventarse cada vez que se le da la gana.

Nacho Girón (Redacción de El Acople)

Entrevista a LA MOCOSA

“Pensamos en Obras desde el día en el que nos juntamos”
Con la mirada puesta en su primer Teatro de Flores, el 22 de abril, una de las bandas que viene pisando fuerte en el rocanrol nos cuenta cómo maneja su crecimiento. En el medio de risas, anécdotas y balances también anticipan su nuevo disco.

Alerta meteorológico. Al mediodía, la lluvia azotaba sin piedad la ciudad. Las calles estaban plagadas de paraguas y de gente amontonada bajo los techos, esperando que la tormenta parara. En este contexto llegamos a entrevistar a La Mocosa y nos encontramos con una baja dentro del plantel: Juampi, el cantante (¿se despertó algún día? Mirar abajo). Por suerte, Juan Caro, el guitarrista, desafió las cuadras que lo separaban del McDonalds de Perú y Avenida de Mayo –en pleno centro de Buenos Aires- para contarnos todo sobre una de las bandas que más creció en el último tiempo y, sin nadie que lo frenara, darnos un adelanto exclusivo sobre el próximo disco y el futuro del grupo.


“Ves lo que se está armando desde arriba del escenario y decís ‘voy y me meto en el círculo ya’”
(El Acople) ¿Cómo es el tema del público, que viene creciendo desde hace tiempo, pero sobre todo en este último año?
(Juan) En lo musical sí te das cuenta de los cambios. Ahora que estamos con lo del disco nos damos cuenta de un par de cosas. Pero con la gente no te das cuenta, salvo cuando salís.

(El Acople) ¿A veces están en el camarín y dicen “capaz salimos y está vacío”?
El día de Cemento, que tocamos a beneficio del Padre Farinello, estábamos hablando con Juampi y le decía: “Yo con 250 me conformo”. Y él me decía: “Yo creo que 400 va a haber”. Después salimos y no podíamos creer la gente que había... eran 1200. Está siempre el miedo ese. Ahora en la previa uno dice: “¿Lo llenamos o no lo llenamos?”, pero después cuando llega el momento, que faltan 10 o 20 minutos, la gente se queda en la calle y uno se asoma y no hay nadie. Y decís “bue, ya fue, hay que salir a tocar”, y de golpe está lleno.

(El Acople) Ustedes hicieron el primer show para 40 personas...
Sí, en el primer show eran 40 personas. Fueron los padres y las hermanas de todos. No había nadie y temblábamos igual. Fue el 8 de septiembre de 2000, hace casi 6 años. Al principio tocás porque te gusta; ahora sabés que del otro lado hay alguien que está esperando el material y que quiere que sea bueno. Al principio vos tocás y te equivocás, y si era malo o bueno el tema no te importaba. Pero empezó a aparecer la gente y decís: “Vendimos 3000 discos, debe ser algo copado para que a 3000 personas les guste”. Todo este asunto es muy flashero.

(El Acople) ¿Pensás que crecen porque la gente se identifica con su música? ¿O es por otra cosa?
Yo creo que pasa por la identificación. La música es buena, el material es bueno. La gente lo espera, le gusta. Puedo estudiar y tocar como Steve Vai y no llevar a nadie, o tocar a mi estilo y llenar El Teatro. Te ponés a pensar que te van a ver 1500 personas y decís “ya está, no quiero nada más”.

(El Acople) ¿Y cómo tomaron lo de llegar a festivales masivos como el Gesell y el Cosquín Rock?
Está bueno por la gente que te viene a ver, que no te puede venir a ver acá en Capital. Capaz en el Cosquín Rock vino gente de Jujuy, de Salta, de Córdoba. Yo creo que los festivales sirven para eso. Además, para apuntar a otra gente. Por ahí fueron a ver a Babasónicos y escucharon un tema tuyo que les cabió.

(El Acople) ¿Les gustaría verse a ustedes mismos en un show?
Estaría bueno (risas). Muchas veces cuando hacemos un tema en un ensayo decimos: “Este tema está para flashearlo”. Y nos dan ganas de joder y saltar. Lo mismo con la gente, ¡las rondas que se arman! En el Cosquín se armó un flor de círculo, vos ves lo que se está armando y decís “voy y me meto en el círculo ya”. Igual lo que hace la gente repercute arriba del escenario y te da una adrenalina que te dan ganas de empezar a correr.



“Somos una banda de mucha suerte”
(El Acople) ¿El estilo que hacen ustedes tiene que ver en cuanto al crecimiento? Creemos que el “rocanrol” tiene las puertas más abiertas a la masividad...
Tiene que ver, como no tiene que ver. Tiene que ver con que gusta el estilo, porque el rocanrol se toca desde los ’60 y nunca cambió. Hacemos temas de “la-re-mi” y mucha gente dice que es una boludes, pero les gusta. Si te cabe el rocanrol, acá o en el 2020, vas a escuchar un rocanrol y te va a gustar.

(El Acople) No estamos en un país con tradición rocanrolera fuerte...
Y... somos la oveja negra de la familia. Es lo que la vez pasada hablábamos con gente de Escobar, que decían que el rocanrol no tiene un lugar en la sociedad porque ahora después de lo de Cromañón a los lugares no se los habilita. Pero ese mismo lugar lo habilitan para que toquen folklore...

(El Acople) ¿A ustedes se les complicó para tocar en algún lugar?
Somos una banda de mucha suerte. Como que vienen los problemas atrás y nosotros vamos corriendo. Por ejemplo, hoy tenemos la posibilidad de tocar en El Teatro, pero si lo de Cromañón hubiese pasado antes, no tendríamos lugar para tocar. Si tuviéramos que tocar de nuevo en Las Grietas o El Marquee hoy se complicaría... lo clausuran el día anterior, en la misma noche o en la mitad del recital entra la policía y los saca a todos. Pasa con muchas bandas, pero nunca nos pasó. Nosotros gracias a Dios no sufrimos cosas de esas, de última clausuraban al otro día (risas).

(El Acople) Cuando ustedes se juntaron eran más una banda adolescente. ¿En qué momento hubo un cambio? Porque una banda adolescente no llena El Teatro Flores...
A medida que vas avanzando con la banda, vas profesionalizándote de la cabeza, porque hay pautas que tenés que tener en claro. Suponete que vas a tocar y te chupa un huevo la entrada. Ojalá pudiéramos tocar gratis, pero vos necesitás esa plata para bancar un show. Cuando éramos chicos íbamos a tocar sin ensayar, ahora no. Primero metíamos 10 mil personas en el ensayo, y ahora no.

(El Acople) Se va poniendo seria la cosa...
Te vas formando. Te va formando el ambiente, las recomendaciones que te dan otras bandas. Te vas profesionalizando solo. Es como en cualquier laburo.

(El Acople) ¿Y qué bandas les enseñaron cosas? ¿De qué bandas pudieron tomar algo?
En cuanto a maneje, lo de Jóvenes Pordioseros es un buen ejemplo. Nos hablaron muchas cosas, como quién te caga y quién no.

(El Acople) ¿Ya aprendieron quién los caga y quién no? ¡Guau!
Lo vamos aprendiendo a las patadas (risas). A nosotros nos cagaron muchas veces. A las bandas chicas las cagan. Nosotros cuando arrancamos tuvimos suerte y nuestro cuarto show fue en Cemento con Motor Loco. Los de La 25 nos llevaron a La Colorada y tocamos para 600 personas cuando hacía una semana habíamos tocado para 100. Mismo en cada show vas aprendiendo a manejarte. Porque primero temblás, después te vas manejando con la experiencia. Las bandas más experimentadas te ayudan en muchas cosas. O sea, vamos a hacer algo pero nos acordamos que la experiencia de Jóvenes es tal o que la de Villanos es tal otra. Después nosotros tenemos nuestra experiencia para contar a los que vienen atrás...



“La gente es un factor importantísimo”
(El Acople)¿Cuál fue en estos seis años la experiencia que más los hizo flashear?
Hay un montón de cosas. Cada paso tiene lo suyo. Llegar al Teatro fue una experiencia hermosa, y el día de Cemento también. Grabar el primer y único disco fue un flash, pero verlo vender como se vendía y que la gente venga y te diga que es un discazo, también. La gente es un factor importantísimo. Por eso siempre ponemos un agradecimiento que es “a vos que estás leyendo”. Son incondicionales.

(El Acople) ¿Pensaron en un Obras?
Pensamos en Obras desde el día en el que nos juntamos. Estaría bueno.

(El Acople) ¿Saben que está bastante más cerca? Una banda que toca en El Teatro Flores, toca 2 veces más ahí y salta a Obras...
Son los escalones. Es la idea. Tenés una banda y hay que llegar a Obras. Después te ponés a joder y decís “vamos a llenar River” (risas). La cuestión es mantenerse. Hacer diez Obras. Lo que antes veía como un imposible ahora lo veo como más posible...

Último momento: Juampi se despertó. En un servicio a la comunidad roquera obtuvimos telefónicamente declaraciones contundentes del cantante de La Mocosa. “Puse el despertador para la nota, pero vi que estaba re lloviendo y ni daba”, manifestó. Y agregó: “Dormí bien, pero no puedo contar con qué soñé, lo dejo ahí”. Fuentes cercanas al grupo nos confiaron que esperan que no llueva para las futuras fechas porque temen quedarse sin cantante. Ampliaremos.


Independencia y apertura musical
A casi dos años de la edición de “Un Viaje Al Norte”, La Mocosa planea entrar a los estudios de grabación en junio o julio. La idea es que su nuevo material esté en la calle para septiembre. Juan nos revela con qué se va a encontrar el público en este segundo cd.

“Tratamos de ser un poquito más abiertos sin irnos a la mierda, siempre manteniendo la onda de la banda. Tratamos de abrirnos en la música. Meter un reggae, pero hacerlo bien. Hablamos con Colombo para que nos asesore en esos temas; él va a hacer todos los vientos”, dice.

(El Acople) ¿Hay lista de temas más o menos definitiva del disco?
Estamos en eso. Hay temas terminados y otros que están ahí. Faltan modificaciones. Calculamos que serán 12 o 13 canciones como mucho.

(El Acople) ¿Y va a ser independiente?
Sí, analizamos propuestas de compañías pero no, son muy pijoteras. Está bueno ser independiente. Si tuviéramos la guita seríamos independientes de acá a la muerte porque sabemos que es lo ideal en el sentido de que es todo tuyo.


Estadía:
una hora

Paisaje:
McDonalds

Clima:
¡muy lluvioso!

Estimulante:
ninguno

Tercer tiempo:
declaraciones exclusivas de Juampi


Entrevista: Nacho Girón y Juliana Berardi (Redacción de El Acople)