KAPANGA, la primera en despedir el año (INEDITA)

En una noche que resultó más fría de lo que el pronóstico anunciaba, el calor humano superó todas las barreras y venció. Dentro de El Teatro, reinaba la alegría, el pogo y el festejo, como en las dos veces anteriores. Esta vez KAPANGA reunía a su fiel hinchada con motivo de un formal “cierre de año”, el cual representó un gran crecimiento a nivel convocatoria, una increíble maduración a nivel grupal y varias sólidas presentaciones en distintos puntos del país.

Como ya viene sucediendo desde hace un tiempo, el largo repertorio incluyó temas que recorrieron sus cuatro trabajos discográficos, desde “A 15cm de la realidad”, hasta “Botánika”, el más reciente. El show contó incluso con algunas perlas perdidas, como el caso de “Amor pulpo”, que había sido tocado solamente una vez en vivo. Además, la banda oriunda del barrio de Quilmes, supo mechar con precisión clínica los clásicos infaltables con aquellos temas que no lograron entrar en la vorágine del sistema comercial.

Los calurosos invitados elevaron la calidad de la presentación: se acercaban uno a uno, se abrazaban con MONO, MAIKEL, BALDE, PRÍNCIPE y MAFFIA, gritaban o cantaban, desparramaban euforia y volvían a observar el show como uno mas del montón. El primer turno fue para EDUARDO SCHMIDTH y PABLO ROMERO, de la creciente ARBOL, quienes llegaron, siempre con sus caras felices, para intentar entonar “La taberna” (PABLITO ni siquiera sabía la letra, pero la diversión no estuvo ausente). En cambio, a la hora de “Angus Young” (una excelente parodia a los muchachos de AC/DC), fue WALTER MESA, de ORCAS, el encargado de desgarrar su voz frente a la tumultuosa hinchada que no paraba de apretujarse. Por último, apareció en escena FERNANDO “CARUCHA” PODESTÁ, de NATIVO, para cantar junto al MONO un tema ideal para descontrolarse “Demasiado”.

MAIKEL, el flamante violero que fue aplaudido como nunca, se animó a puntear en varias ocasiones, y hasta incursionó en solos y zapadas de ritmos que no son usuales escuchar en KAPANGA (¡alguna vez el MONO reconoció que la banda podría definirse como una justa fusión entre CARLOS “LA MONA” JIMENEZ e IRON MAIDEN!). “Labios”, “Cecator, el borracho” (mezclada con “Stir it up” de BOB MARLEY), “Mate a mi madre”, “Amor secreto” y “Por el camino”, fueron de lo más prolijo y festejado del recital, aunque todavía faltaban algunas sorpresas para los bises.

Después de “El bailarín asesino” (esta vez sin DARGELOS) los músicos comenzaron a interpretar, como habitualmente lo hacen, algunos tramos de canciones inolvidables de bandas inolvidables. “Es nuestro pequeño homenaje”, aclaraba MONO después de “Should i stay or should i go” (THE CLASH), “Un poco de amor francés” (PATRICIO REY Y SUS REDONDITOS DE RICOTA) y “Smeel like teen spirit” (NIRVANA).

MAIKEL ya había volado desde el escenario para llegar directamente hacia el público. Otra vez arriba, despeinado y con menos ropa, hacía la reverencia final junto a sus compañeros, por última vez en el glorioso 2003. En los próximos meses iniciarán una larga gira por Europa, en donde también aprovecharán para preparar material para el próximo disco, que podría salir a mediados del año que viene. Mientras tanto los kapangueros tendrán que conformarse con saber que su banda predilecta ya está en una senda que lleva inexorablemente al fortalecimiento.

Nacho Girón (Redacción de Generación Músicos)

Una noche de blues y rock & roll

LA RUSA, una sólida agrupación del barrio de Floresta, presentó en el ASBURY PARK su segundo disco “Pura Sangre”. Después de cinco meses sin recitales, también aprovechó para tocar temas viejos y clásicos de todos los tiempos, resultando así una noche con interesantes condimentos. EZENZIA fueron los invitados de honor.
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Un sudado, excitado y emocionado jóven llamado DIEGO BEISERMAN, todavía intentando recuperar la respiración luego de un show de más de dos horas, afirma: ”Esta noche la viví a full, fue realmente mejor de lo que esperábamos... la convocatoria nos asombró”, y agrega con una sonrisa que recorre de punta a punta su enorme boca estilo MICK JAGGER: ”La banda de alguna manera está alcanzando la madurez, eso se refleja en el escenario y por eso esperamos seguir por este mismo camino”.

DIEGO, hijo de DANIEL BEISERMAN (bajista y uno de los principales compositores de MEMPHIS LA BLUSERA), se encarga del instrumento base y de regalar su voz a la gente que, recital tras recital, le demuestra su aguante. Junto con ARIEL DEDOVICH (armónica), MATIAS SALOMON (guitarra), DAMIAN CASANOVA (batería), y JUAN MIGONE (teclados), forman una banda que sabe mezclar en la dosis justa tanto blues como rock and roll: LA RUSA.

La noche había empezado post-medianoche con los cinco integrantes de EZENZIA, quienes se dedicaron a mostrar su rock a los que iban ingresando lentamente al ASBURY PARK. Durante el segundo tema, “El viaje”, mientras una mujer hacía malabares con fuego frente al escenario, era notorio que aún eran pocos los presentes. En cambio, llegando al final del espectáculo, “Mejor no hablar de ciertas cosas” (de SUMO) fue la ocasión ideal para darse que cuenta que el lugar se había llenado completamente.

A puro sentimiento
A pesar de haber nacido allá por 1995, LA RUSA tiene tan sólo dos discos en su haber. El primero fue “Cueste Lo Que Cueste”, reconocido por su solvencia y calificado como un debut muy prometedor. El segundo, “Pura Sangre”, era el disco que se iba a presentar esa misma noche. Por eso la tensión, la emoción y las ganas de regalar nueva música a los oídos de los presentes fluía por la piel de cada uno de los rusos.

Fue un show largo que empezó con bengalas, sudor y pogo de la mano del estreno “Cristal”. De ahí en más, sonarían los temas del nuevo cd, como “Torino”, “Mi negra”, “Algo bueno” y “Pólvora”, todos escuchados con atención devota. Aunque quizás, uno de los más aceptados haya sido “Angel”, hermosa canción lenta que trajo un poco de calma entre tanta euforia.

La verdadera energía y el auténtico aguante llegaron con los temas viejos y algunos clásicos de clásicos. Así, “Autopista hacia retiro”, “La pícara princesa” “Rocanroleame otra vez” y “Little Queenie” (de CHUCK BERRY), entre tantos otros, lograron que el ambiente se condense en una cálida caldera de marca rusa.
Las cuatro de la mañana podría significar en otro tipo de público la señal para partir hacia los respectivos hogares, pero para éste (acostumbrado a largas zapadas bluseras y habituado a escuchar hasta la mañana discos de solistas y agrupaciones tan transnocheras como los ROLLING STONES, KINKS, MUDDY WATERS, JAMES COTTON o JIMI HENDRIX) cuanto más tarde parece ser mejor para disfrutar de la música.

Por eso, sin cesar de saltar y gritar, los presentes pedían y pedían que “Cueste lo que cueste”, para conseguir unos “Dulces sueños”, necesitaban un tema especial para el cierre. Esos que levantan los ánimos hasta niveles sobrenaturales, que se archivan rápidamente en el corazón de quienes los escuchan y que son reclamados siempre por la masa. Ese tema, ideal para un final a puro trapo, fue “Nunca se acaba” (nunca se acaba / la banda quiere rock & roll), el cual pareció ser un rezo popular proveniente del escenario y que incluyó un excelente solo de teclado y de armónica para redondear la velada.

Sin más que alegría y satisfacción, los integrantes de LA RUSA se desarmaban en un fuertísimo abrazo con el público. La noche había resultado redonda, y DIEGO lo dejó bien en claro: “Fue una linda presentación del disco y estamos muy optimistas con respecto al futuro, porque si bien la banda todavía no tocó el techo, sé que todo esto da para más y eso de a poquito se va notando”.

Nacho Girón (Redacción de El Acople)