RICHARD COLEMAN: "Desconfío de lo masivo"

Prepara un disco nuevo con los siete delfines y esta de gira con la banda de cerati. Aquí, despotrica contra la masividad y analiza las extrañas caracteristicas de su proyecto musical.
Txt Nacho Girón
Especial para Clarín

¿Un Darth Vader a la criolla? "Todo lo que compongo sale de un lado oscuro. Algo que me motiva, pero no me limita musicalmente", asume Richard Coleman, voz y guitarra de Los Siete Delfines y actual violero de la banda de Gustavo Cerati. "Acepté el mote de oscuro aunque aún me da un poco de gracia. Cuando empezaron a señalarme así, sacamos un disco que se llamó Dark, el que vea el arte de tapa se dará cuenta de que me estoy cagando de la risa. Debe ser la única foto en la que sonrío", dice.

Durante los '80, Coleman tejió una jugosa carrera con: Metrópoli (grupo pop con Ulises Butrón), Fricción (con Cerati, Fernando Samalea y Christian Basso), su participación en las bandas de Charly García, Spinetta o Calamaro y (cómo olvidarlo) sus apariciones en Soda Stereo, con quienes grabó Signos.

Amanecidos los '90, Richard y Gamexane Villafañe (Todos Tus Muertos) armaron un proyecto con guitarras, letras que chorrean nostalgia y melodías post-punk: Los Siete Delfines. Con ocho discos editados y uno en camino ("Saldrá a mitad de 2007. Hay casi veinte temas y mucho que ajustar", se entusiasma), L7D integra la galaxia rockera de culto (junto a Pez, Massacre o Cienfuegos). Sus shows por año se cuentan con una mano.

—¿Son banda de culto porque no llevan tanta gente?
—Al principio pensé en eso, pero que llevemos poca o mucha gente es normal. Nunca hubo un propósito masivo en mi música. Y yo desconfío de lo masivo.

—¿L7D es una banda esporádica?
—No, pero es un grupo que dice: "Let it be". Estamos todo el tiempo, somos constantes. Y a veces... tocamos (risas).

—¿Es difícil ser seguidor de L7D?
—No puedo ponerme a pensar eso porque es bastante difícil mi propia posición. A nuestro público le gusta descubrir cosas. Como yo cuando era chico: buscaba las bandas raras, que no eran populares. Siempre le busqué la quinta pata al gato.

Después de surcar la década con "cierta firmeza", Richard necesitaba un cambio. "Sentía que me estaba aplastando el techo", recuerda. Y se sincera: "Todo eso viene acompañado por algo de autodestrucción, excesos de alcohol y de drogas y no estaba bueno". Así, se mudó a Estados Unidos entre 2001 y 2004. "Cuando volví definitivamente, hicimos con Fricción dos Niceto al palo, para mí fue como tocar en un River lleno. ¡Una inyección vital!".

Ahora está en tour como integrante estable de la banda de Cerati. "No tocábamos tanto juntos desde la primera época. Nos divertimos mucho y me hace muy bien sentirme vehículo para que se pueda concretar el sonido de la música de Gustavo en vivo".

—¿Por qué te llamó recién ahora?
—Creo que soy la persona más idónea para el sonido guitarrero que él está buscando. Puede haber muchos guitarristas más rápidos o más técnicos, pero yo entiendo a la perfección a Gustavo y a su música.

—¿Esta experiencia es un respiro dentro de lo que hacés con L7D?
—No, porque no me siento asfixiado. Y cuando uno dentro de la banda crece como persona, crece la potencia de Los Siete Delfines.