Enigmático, este asturiano (compadre de Enrique Bunbury) quiere cambiar el sonido pop español: "Se había vuelto rancio, sin vuelo".
Txt. Nacho Girón
Especial para Clarín
Confirmado: Nacho Vegas se asoma a la Argentina con la intención de encontrar un recoveco permanente en las preferencias nacionales. ¿Pero quién es realmente este español, clase ''74, melena rubia y hablar pausado, que en los últimos años se convirtió en el mimado de la movida independiente de la península ibérica? "Soy un caos, y escribir canciones me ayuda a ordenar el interior de mi ser", se define en conversación telefónica desde su casa.
Influenciado por la oscuridad de Nick Cave, la tonalidad pesada de Dylan y la lírica de Leonard Cohen, Vegas logra una combinación equilibrada entre apertura e introspección que se plasma incluso en el arte de Desaparezca aquí, tercera y última de sus obras. En la tapa del disco (el primero que se edita en la Argentina, a través de Ultrapop), Nacho aparece, mitad entre las sombras y mitad iluminado por un tenue rayo de luz. "Así soy yo en todos los aspectos de la vida", desliza.
Después de pasar los ''90 con las bandas indie Eliminator Jr. y la recordada Manta Ray, Nacho consideró que ya tenía la experiencia como para tomar las riendas de una carrera en solitario. Afilado y algo enigmático, el cantautor armó un gran revuelo con sus Actos inexplicables (2001), comenzó a ser aclamado por la prensa y, sin temor, se mandó un disco doble que confirmó lo que muchos ya sospechaban: la escena había encontrado a un artista con ganas de arriesgar y levantar el nivel compositivo de la música española. "Mi generación reaccionó contra el estado al que había llegado el pop en la España de los ''80. Algo bastante rancio, sin vuelo y decadente", sentencia.
—¿Ahora la movida musical mejoró?
—Poco y nada. Es curioso el hecho de que, en los ''60, la música que vendía era la de Dylan, por ejemplo, pero hoy en día un Dylan no entraría ni en las listas de preseleccionados. Ahora el que vende es David Bisbal. En estos últimos 30 años la industria ha crecido de manera brutal y así se ha convertido en la enemiga de la música. Ha vulgarizado el pop y el rock, y ya no se busca escribir canciones sino hacer productos.
Aun así, es posible aprovechar la masividad. Tal vez ese margen que concede el español sea el que permita la edición de su próxima novedad: es que el 19 de setiembre, cuando EMI lance El tiempo de las cerezas, un disco doble grabado junto a Enrique Bunbury, Vegas probará el rigor de las discográficas. "Bunbury en España o Calamaro en la Argentina son artistas que, desde el mainstream, demuestran que también se pueden hacer movidas destacadas. Andrés venía de vender muchos discos y no tuvo problema en editar un quíntuple. Una actitud que me encanta y que construye mucho".
Preocupado por cerrar su primer show en la Argentina y con un fuerte deseo de girar por Sudamérica, Nacho Vegas se diferencia: "Hay músicos que miran las cosas de manera superficial, y otros que van más allá, hasta el fondo. Esa es la mirada que estoy buscando".