El esperado regreso del INDIO

Sí, SOLARI volvió definitivamente. Sin los históricos compañeros de PATRICIO REY Y SUS REDONDITOS DE RICOTA, el pelado de la voz y el temple inigualable llegó al Estadio Unico de La Plata para confirmar su resurrección como solista, grabar un posible disco en vivo y dispersar cenizas de viejas épocas.
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Era él. Era su calva, su gloriosa calva, ahí, petrificada en el enorme escenario armado especialmente para el regreso del INDIO en el Estadio Unico de La Plata. Era el esperado retorno de ésa voz áspera e inigualable, misteriosa y omnipresente, descolocada y admirada. Era la vuelta a la vida de un personaje que durante los cuatro últimos años se volcó hacia la familia, la tranquilidad y también a la tan preciada soledad de una casa-quinta en Parque Leloir. Era el reencuentro con un mito estampado en millones de remeras, con el poeta urbano y de pluma admirable, con una leyenda que es leyenda desde siempre, tal vez por la cuidada construcción social de su figura. Era, en fin, un CARLOS SOLARI que volvió para quedarse.

Secundado por su banda LOS FUNDAMENTALISTAS DEL AIRE ACONDICIONADO –un septeto que entre guitarras, bajo, batería, vientos y DEBORAH DIXON, jugó un papel más que importante a lo largo del concierto-, el INDIO convocó a casi cien mil personas para su doblete triunfal en la ciudad de las diagonales, donde presentó su debut solista “El Tesoro De Los Inocentes (Bingo Fuel)”. Sin embargo, la pregunta implícita ante semejante movilización nacional fue... ¿venimos a ver al INDIO solista? ¿O venimos a ver al cantante de PATRICIO REY Y SUS REDONDITOS DE RICOTA?

La respuesta –esperable- llegó por parte del Observatorio Astronómico de La Plata: tanto el sábado como el domingo se detectaron sismos leves cuando desde las tablas bajó el himno “Jijiji” y el pogo más grande del mundo dejó de ser un simple sueño. Son datos reales difundidos por MIGUEL ELGARTE, encargado del área de Sismografía del Observatorio.


Maldición, ¿va a ser una noche hermosa?
500 policías, más de 600 personas de seguridad y por lo menos 100 inspectores municipales estuvieron encargados de vigilar un par espectáculos que –según gran cantidad de futurólogos- podría haber devuelto la violencia a los eventos masivos, pero que afortunadamente se desarrollaron en un clima de tranquilidad y de verdadera familiaridad rockera. Los pogos espontáneos en algunas estaciones de peaje o en ciertas esquinas platenses entre pibes que jamás habían tenido contacto son un buen ejemplo de ese ambiente familiar construido a base de acordes.

Cuando el cielo permitió observar claramente aquella luna tan hermosa que custodió todo el show, el INDIO apareció en escena con cara de póker y una llamativa camisa naranja que más tarde cambiaría por otras de colores apagados. Repito: era él. Era su calva, su gloriosa calva, ahí, petrificada en el enorme escenario y rodeada por cuatro pantallas que alternaron animaciones con imágenes de lo que sucedía en ese preciso momento.

Griterío de 48 mil almas. Silencio desde el escenario. El pelado cantaba, se movía, agitaba, ensayaba algunos saltitos... pero lo único que se escuchaba eran los reclamos unánimes de la gente. Un minuto después una consola parece enchufarse y desde la gran cantidad de amplificadores descendió el sonido de una fallida versión de “Nike es la cultura”, secundada por “Amenesia” y por “Tomasito podés oírme? Tomasito podés verme?”, con un sonido bajo y desilusionante.

Pero insisto: era él. Era su calva, su gloriosa calva. Y por lo tanto, una vez solucionados los inconvenientes, no hubo enojo que frenara la energía desatada por ese señor de 56 años que desde pendejo escribió su nombre con tinta indeleble en el libro rockero de la República Argentina.


Mientras más alto trepa el monito...
Así es la vida. El guitarrista SKAY BEILINSON –que ya sacó dos compactos excelentes- debutó de manera solista en Buenos Aires frente a algunas miles de personas; el INDIO, en cambio, tiró toda la carne al asador a pesar de haber reconocido en varias entrevistas que no tiene una buena visión para los negocios. “De hecho, yo no quería poner ‘Mi perro dinamita’ en el disco”, confesó en 2004.

Así es la vida, sí. Después de los problemas de sonido, el primer gran festejo masivo llegó gracias al clásico “Un ángel para tu soledad”. El pelado empezaba a cumplir lo prometido: hacer las canciones de LOS REDONDOS con los arreglos de siempre –a diferencia de SKAY, que suele versionar los temas- y regalarle al público las joyas que tanto esperaba. Además, rió varias veces y hasta pareció emocionado al escuchar el canto guerrero de los de abajo: “Olé, olé, olé, olá, ¡sólo te pido que se vuelvan a juntar!”. ¿Una señal o pura fantasía?

Así es la vida, también, porque volvieron a verse algunas bengalas y una serie larga de tres tiros, tanto en la función del sábado como en la del domingo. ¿Qué hizo el INDIO? Prefirió el silencio. Juicios de valor al margen, no debería olvidarse que 194 personas muertas es un buen numerito como para que el respeto sea más fuerte que un ataque de euforia en el medio de un concierto.

Así es la vida, al fin. El INDIO armó una lista de 25 temas en los que alternó con justeza los nuevos con los conocidos. ¿Los nuevos? Fueron 11 y se corearon de punta a punta del Estadio Unico, aunque los más festejados y aprendidos resultaron el impecable “El tesoro de los inocentes”, el desgarrador “Pabellón séptimo (relato de Horacio)” y el movedizo y electrónico “El charo chino”.

¿Qué pasó con los conocidos? Sorprendieron (“Fuegos de octubre”, “El lobo caído”, “Yo caníbal”), despertaron emoción y piel de gallina (“Ropa sucia”, “Tarea fina”) y generalizaron el desenfreno rockero de viejas épocas ricoteras (“Shoping disco-zen”, “Héroe del whisky”, “Nueva Roma”, “El pibe de los astilleros”, “Susanita”, “Un poco de amor francés”).

Párrafo aparte merece “Juguetes perdidos”, que con sus estrofas profundas logró alzar las manos de cada uno de los presentes y llevar el agradecimiento general a uno de los puntos más altos de ambos recitales.


¡No lo soñé!
Después de tres horas de show (aclaración: hubo tres intervalos) al INDIO se lo veía conforme. Había pasado el mal trago del principio, sus temas solistas, los clásicos, las referencias a los “talibanes” que le tiraban zapatillas y hasta el momento de aplausos para WALTER BULACIO. Sólo quedaba un “Jijiji” con las luces prendidas -como si el calvo encontrara excitación al ver el continuo golpe de los cuerpos- y un pequeño sismo en La Plata. El resto, ya es historia conocida.

Volvió un personaje que tal vez es más Rey que fundamentalista del aire acondicionado, que posiblemente sienta más afinidad por el pibe de los astilleros que por la piba de Blockbuster y que casi seguro adora los infiernos encantadores. Es Rey, y no soltó el patín. Nunca podrá soltarlo.

Nacho Girón (Redacción de El Acople)

Un Cielo Razzo que aplasta

La consolidada banda rosarina volvió a Buenos Aires para llenar dos fechas en el recién inaugurado El Teatro Flores. Antes unas 1600 personas por noche, el septeto desplegó recitales intensos, armados de manera precisa y reflejados con un sonido apabullante.
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Si quisiéramos hacer un mapa musical de la República Argentina, sin dudas deberíamos indicar a Rosario como una de las ciudades más agitadoras del rock local. La incredulidad se aniquila tan sólo analizando el ejemplo de grupos como LOS VANDALOS, EL VAGON, BULLDOG, VUDU, los ascendentes FLUIDO, ASPHIX, o los reyes de la movida: CIELO RAZZO, que este fin de semana reventaron dos fechas en el nuevo El Teatro Flores de Buenos Aires.

Dueños de una energía apabullante que en vivo alcanza su máxima expresión gracias a una base sólida y a una voz que le da intensidad a lo que suena, los integrantes del septeto ya asumieron la cruel realidad del sistema nacional... eso de que por más en tu propia provincia te sigan miles y miles de personas, es necesario copar Capital Federal para que los señores Medios Masivos de Comunicación te presten un poco de atención. ¿Injusto? ¿Desequilibrado? Sí, pero verdad.

“Cuando una banda del interior lleva gente en su provincia, sabe que tiene que ir a Buenos Aires –reconocía el cantante PABLO PINO en una reciente entrevista con EL ACOPLE-. Nosotros crecemos sabiendo esta cuestión de que hay que mover gente en Buenos Aires para que te den bola”. En esa oportunidad, el guitarrista FERNANDO AIME completaba: “Capital es el objetivo que uno siempre aspiró a llegar. La ventaja que tenemos nosotros en este siglo, es que con la llegada de Internet no nos hizo falta tener que radicarnos acá como sí tuvieron que hacer otras bandas rosarinas y del interior. No es mala onda, pero no queremos venir a vivir a Buenos Aires ni a palos, pero sí queremos venir siempre a tocar, mil veces, un millón de veces si se puede”.

Al parecer, los integrantes de CIELO RAZZO asumieron los dichos de FERNANDO como palabra santa; es que no sólo llenaron tres veces El Teatro de Colegiales a mitad de este mismo año, sino que también volvieron por más el viernes y sábado últimos para llenar dos noches El Teatro Flores, con unas 1600 personas por show. De todas formas, ya lo había aclarado PABLO de manera contundente: “El tema es pasarla lo mejor que se puede. Si nosotros tenemos que hacer un Obras a fin de año, bienvenido sea. Pero eso no es algo que nos desvele”.

Como una tangible catarata de sonidos que estimulaba el pogo y hasta el lanzamiento de algunos globos (¡sí, globos!), la agrupación rosarina inauguró el recital del viernes con “Sola” y “Charlone”, dos canciones movedizas de su última producción discográfica editada por Pelo Music y denominada “Marea”. Un compacto que si bien es prácticamente nuevo ya encontró un lugar preciado entre los seguidores de todo el país, y que además llevó a CIELO RAZZO a determinar una identidad propia que los aleja aún más de las similitudes que muchos encuentran a nivel musical con una conocida banda de El Palomar.

Dejando de lado el hecho de que el cd más reciente aplana con su sonido y aporta arreglos certeros, algunos de los momentos más intensos del recital arribaron con un par de composiciones de la primera placa de CIELO. “Buenas” aportó así un par de joyitas como “Sin salida” –que arrancó a capella y terminó con una especie de explosión musical que dejó a PABLO extasiado en el piso- y “Que se yo” –que levantó todos los brazos del público y contó con un excelente aporte del tecladista MARCELO VIZARRI-.

Al show no le faltaron segmentos de intimidad como cuando los siete integrantes se acomodaron sobre unas banquetas y se animaron a sonidos electroacústicos en “Muñequito” y “Esquina”; segmentos para el pogo en círculos y el desparrame de energía como sucedió en “La cruz”; ni tampoco instantes para el desenfreno de los ya clásicos “Estrella” y “Luna”, que dejaron más de una garganta sin voz.

La ineludible desaparición del escenario con el objetivo que la gente coree por los bises trajo de nuevo a CIELO RAZZO sobre las tablas para que concluyera con una lista de 27 temas que se cerró finalmente con una versión bien power de “¿Quién baja la pala?” y con un PABLO emocionado diciendo “Buenos Aires gracias por su corazón, por su tiempo, por sus orejas y por sus sentimientos”.

La banda empezó en 1993 y a pesar de varios cambios supo continuar con la difusión de su amor por la música. También vivió con la frente bien arriba la dolorosa ausencia del baterista PABLO CARUSO y del escenógrafo CLAUDIO, que murieron en un accidente cuando regresaban de una presentación en vivo en el año 2003... pero juntos decidieron extender el sueño que habían iniciado con los que ya no estaban. Ahora no sólo el interior les tiene los ojos puestos sino también ese monstruo de cemento conocido como Buenos Aires. CIELO RAZZO, ¿referentes de la movida provincial y agitadores merecidos del rock nacional?

Nacho Girón (Redacción de El Acople)

Entrevista a LOS GARDELITOS

“Lo único que estamos buscando es libertad”
Antes de su triplete en El Teatro Flores este 2, 3 y 4 de diciembre, la banda creadora del rock sudaka analiza su propio fenómeno, recuerda a Korneta y se anima a hablar de todo: desde su esencia hasta las consecuencias de un merecido crecimiento.

“Por más que parezca una cosa medio deforme, yo creo que Los Gardelitos tienen una identidad muy basada en lo que es Sudamérica, basada en la mezcla de razas que tenemos”, dirá Eli Suarez, cantante y guitarrista de la agrupación, después de otro ensayo diario y de varias horas. A su lado estarán Martín y Horacio Alé (bajo y batería, respectivamente), que con menos palabras que el hijo del fallecido Korneta, también plasmarán con soltura los aspectos fundamentales del proyecto colectivo surgido allá por 1995. Así, en una calurosa noche cualquiera de la ciudad de Buenos Aires, el trío abrirá sus puertas de par en par y contará con sus propias palabras los por qué del crecimiento y los pormenores de esta nueva etapa.

(El Acople) Vienen haciendo una movida interesante en los barrios, ¿pero cómo la ven ustedes?
(Eli) Para mí es una movida de rock de varias bandas, no es que es de Los Gardelitos nada más. La movida que pega en los barrios ya viene desde Los Redondos, por ejemplo, o Viejas Locas. Me parece que somos parte de esa movida; sin siquiera pensarlo nosotros formamos parte de eso. Y bueno, también las letras de Korneta siempre tuvieron esa poesía suburbana que refleja todo el tema de los barrios y que hace que los pibes se sientan identificados. Puede ser algo que se tomó del tango...

(El Acople) ¿Una banda de barrio necesariamente siempre se va a quedar apegada a los barrios o puede extenderse a otros “estratos”?
(Eli) Se puede extender, como pasó con el tango: es una música que salió de lo más abajo a nivel social y llegó al mundo entero pero sin perder nunca su esencia. Me parece que lo bueno es crecer sin perder la esencia original que tiene cada banda. Y como decía, hay una esencia que compartimos con otros grupos. Me parece que por más que las bandas sean más conocidas el día de mañana no tienen por qué perder lo que son. Es como con las personas, porque si cuando sos grande te olvidás de que fuiste un niño... estás frito, fuiste. En cambio si vos seguís siendo un niño pero a la vez también sos un hombre, mejor. Hay que crecer pero sin olvidarse de la raíces.

(El Acople) ¿Es jodido encontrar ese equilibrio?
(Eli) Yo creo que mucha gente tiene miedo de crecer para no perder la inocencia, la niñez. Pasa con las bandas. Algunas quieren ser under toda la vida y le tienen miedo a la masividad, ¿viste?

(El Acople) ¿En qué aparece la adultez de Gardelitos?
(Eli) Aparece en el sentido de hacerse cargo de que te está yendo a ver más gente y que por eso, por ejemplo, tenés que ir a ensayar más, ponerte las pilas con algunas cosas que antes no imaginabas que ibas a hacer... y ahora está dándose el reconocimiento de la gente y para nosotros es como una responsabilidad que tratamos de tomar de forma llevadera. Es algo que un poco nos pesa, entonces ahí es donde nos replanteamos cosas y decimos: “Ché, ¿hasta qué punto queremos crecer como banda? ¿Hasta qué punto nos gustaría seguir siendo nosotros sin perder nuestra esencia?”. Y la respuesta es que no nos gustaría ser una banda profesional. Casi como que tenemos terror de ser unas personas frías que se tomen la música como un laburo y nada más. No queremos que se pierda el hilo de lo humano. De eso hablan las canciones y esa es la idea que tenemos para formar este grupo.

(El Acople) ¿Y en qué son unos nenes?
(Eli) Somos como chicos porque estamos empezando de nuevo. Korneta era la figura casi paterna de la banda y de los pibes que nos vienen a ver; de pronto te encontrás sin tu papá y tenés que empezar por vos mismo, seguir adelante vos, y no tenés a alguien que te esté protegiendo o que te diga qué tenés que hacer o qué no. Te sentís medio como un chico, tenés un poco de miedo a crecer. Lo digo tanto a nivel personal como a nivel banda. Es ahí donde uno realmente se tiene que plantear si quiere seguir siendo un niño para que alguien haga las cosas por vos, o si vos vas a hacer lo que sentís, lo que vos queres, proponiéndote crecer. La pérdida de Korneta, a nivel artístico y sobre todo a nivel humano, lo vemos como algo que nos tiene que hacer crecer. La otra opción sería quedarnos como estamos o mandar todo a la mierda...
(Horacio) Estás en primer grado y tenés que pasar a segundo y después a tercero. La vida misma es así. No te podés quedar en lo básico que fuiste aprendiendo. Me parece que la superación de una persona o de una banda se va dando de la misma forma. A algunos les cuesta más y a otros menos. La vida te va llevando a los cambios, a la evolución, a veces no te das ni cuenta; te das cuenta cuando te comprometés con vos mismo, con tu banda. Si estás llevando 500 personas no te podés quedar como cuando llevabas 300, sino te encontrás con un montón de choques de cosas que por ahí antes no te esperabas.

(El Acople) Ustedes tuvieron una prueba fuerte desde el momento en que no estuvo más Korneta. ¿Cómo fue esa época?
(Martín) Seguimos por un impulso y después sí fuimos pensando y nos fuimos reacomodando.
(Eli) Es estar viendo que todo se está cayendo pero estás a tiempo de agarrarlo. Igual en el momento no lo pensás. Nuestro sentimiento fue el de seguir tocando y después tuvimos tiempo de pensar, al año casi.

(El Acople) Hablaban de profesionalizarse. No es lo mismo tocar para pocas personas que para 3000, como les está pasando. Y algunas bandas tuvieron problemas para manejar al público, lo pagaron caro... ¿ustedes cómo lo están viviendo?
(Eli) Es que uno que va aprendiendo sobre la marcha, en carne propia, y también lo vas aprendiendo de los que están al lado tuyo en la movida. Ahora, después de Cromañon, todos nos pusimos más las pilas a nivel de protección y de ver las cosas desde otro lugar, por ejemplo.

(El Acople) ¿Había mucha inconsciencia antes de Cromañon?
(Horacio) Más que inconsciencia, inocencia...
(Eli) ...Una inocencia de estar viviendo una realidad aparte en la que todo era diversión, pero no se sabía que iba a terminar todo mal. Era una cuestión de suponer que estaba todo bien, que no se podía prender fuego nada, que estaban chequeadas las cosas. La inocencia de decir “bueno, Chaban tiene veinte años de rock y supongo que va a saber más que yo”. Éramos concientes de la movida del chabón y nosotros inconscientemente confiamos en él, pero no nos dimos cuenta que no nos cuidaba él ni tampoco el gobierno, ni nadie. Lo más gracioso es que te hacen sentir culpable por ser inocente, y no es así. Me parece que fue una tragedia que nos abrió los ojos hacia las cosas que están pasando. Esa inocencia por la que pensábamos que estaba todo bien se nos vino debajo de un día para el otro y nos dimos cuenta de que no estaba todo bien.
(Martín) Es que tenemos que cuidarnos entre nosotros...

(El Acople) Volviendo al crecimiento y a los problemas con la gente, ustedes en los últimos tiempos vivieron inconvenientes en algunos shows, sobre todo porque algunos querían entrar sí o sí. ¿Cómo manejan el asunto?
(Eli) Se manejó, ¿no? (mira a sus compañeros). Pasó en un sólo show en todo el año, cuando tocamos en Moreno. Estaba despelotada la organización y no la tenían muy clara. Así que nos tenemos que hacer cargo de un montón de cosas lógicas del crecimiento.
(Horacio) Nos empezamos a manejar de una forma en la que no dejamos todo en manos de quien organiza. Los productores a veces te dicen una cosa y te salen con cualquiera, y después las situaciones recaen sobre la banda. Cuando pasó lo de Moreno nos castigaron por algunos lados y bueno, nos hicimos cargo. Eso demuestra la maduración, porque otra de las cosas de no ser un niño es no creerse todo lo que te dicen. Entonces después de eso empezamos a ver los lugares nosotros, a charlar con gente de la zona, con la gente del gobierno. El rock & roll está muy lastimado con lo que pasó, está todo sensible. Así que se apuntó a la tranquilidad de los que van al recital. Esto es así: tenés que llegar a esas situaciones para darte cuenta de lo que estás manejando, de lo que se está haciendo. Tenés que tocar fondo para poder salir a flote y nosotros tocamos fondo con ésa situación. Seguramente la vida nos va a llevar a tocar otro fondo. Es decir, ya aprendimos de uno pero es muy probable que sigamos aprendiendo de otros.

(El Acople) Yendo a aspectos específicos de la banda, una característica muy de ustedes es el empuje, ya desde el momento en que cerraron la roticería familiar para invertir en este proyecto...
(Eli) Claro, es así. Fijáte lo de Korneta; la banda salió para adelante. Y sorprende con el público porque la gente siguió viniendo. Era una sorpresa mutua en ese entonces: la gente no podía creer que siguiéramos tocando y nosotros no podíamos creer que ellos siguieran viniendo. Es el espíritu de la banda que está reflejado por nosotros y por los que están abajo escuchando. No sé si será por una cuestión de las canciones, pero la banda tira para adelante... el otro día hablábamos de que las letras de Korneta van para adelante, para arriba. Tal vez empiezan hablando de cosas tristes pero terminan hablando de cambios. Capaz que ése es el mensaje que los pibes captan y el mensaje que nos marca el camino a seguir.

(El Acople) Nos llamó la atención la gran cantidad de tiempo que pasó entre que salió el disco anterior y el último, ¿por qué se dio?
(Eli) No se decidió sino que se dio así. Lo hubiéramos querido sacar antes pero no se pudo.

(El Acople) Problemas con Sony, ¿no?
(Eli) Sí, problemas con la compañía. Es que no encontrábamos los medios para seguir siendo independientes, entonces se dio lo de firmar.

(El Acople) ¿Cuándo firmaron eran conscientes de que los podían cajonear?
(Eli) Éramos conscientes pero nos jugamos porque queríamos que el disco estuviera en la calle. Lo bueno es que más allá de lo que pasó nos pudimos despegar.

(El Acople) ¿Se sienten cómodos con la independencia ahora?
(Eli) Sí, estamos cómodos. Cuesta mucho más pero tiene sabor a libertad.

(El Acople) ¿Tienen temas nuevos?
(Eli) Hay varios temas de Korneta. Por ahora tenemos pensado grabar los temas que quedaron así que no pensamos mucho en el tema de la composición sino más bien en la interpretación, donde nos estamos descubriendo como trío: lograr el ritmo que se perdió sin la guitarra rítmica de mi viejo, descubrir nuestra forma de cantar sin imitarlo a él. También nos concentramos en el contacto con la gente. Estamos en ésa etapa todavía. Los más importante es que esas canciones de Korneta lleguen a la gente; mientras tanto somos como un puente entre los temas y el público. Lo de la composición como que lo tenemos en otro plano, es algo más complejo y que requiere mucho tiempo. Además tiene que fluir, que se de naturalmente, que no queden composiciones forzadas. Mi viejo componía así y yo no puedo ser tan necio de negar lo que vi. Andá a decirle a Korneta “haceme un hit” y te rompía la guitarra por la cabeza. El chabón se tomaba su tiempo y hacía lo que sentía él.

(El Acople) Por lo que dicen la esencia de Korneta quedó muy a flor de piel...
(Eli) Es que la idea de hacer la banda surgió de él. El loguito, el rock sudaka y todo lo relacionado con Los Gardelitos es muy de él y nosotros le fuimos dando forma. Está ésa esencia en la banda. De hecho pasaron músicos muy grosos pero que no supieron encontrar la idea de lo que hacemos, porque el proyecto tiene espíritu propio, tiene una dirección, va para un lugar. Dentro de ése colectivo podés encontrar un universo mucho más amplio de lo que la gente imagina. Te puede parecer que Los Gardelitos es un delirio, que es un caos, pero lo único que estamos buscando es libertad.

(El Acople) ¿Cómo se plasma ésa libertad?
(Eli) Tratamos de expresarla a través de la música que hacemos. Por más que parezca una cosa medio deforme, yo creo que Los Gardelitos tienen una identidad muy basada en lo que es Sudamérica, basada en la mezcla de razas que tenemos. Es el espíritu de la argentina... ¿cosmopolita se le llama a eso? Hay como un crisol de razas, una variedad de formas de ser que se expresan también en las distintas músicas que hay. Por eso no le tenemos miedo a ningún género musical, nos gustan todos. El estilo de la banda es ése: la búsqueda, la sorpresa, el misterio. Ni nosotros sabemos cómo va a ser el próximo disco, y eso está bueno. Es escapar un poco de las reglas, de los límites, y tiene mucho que ver con Korneta.

(El Acople) Hablan de Korneta y de lo que él hacía. Sin embargo, la banda no era un proyecto personalista...
(Eli) Se llama Los Gardelitos, sino se llamaría Los Kornetitos (risas). Es fuerte su imagen y era fuerte estar al lado del chabón. Nos llamamos Gardelitos pero no lo copiamos a Gardel, y por lo tanto tampoco nuestra intención es copiarlo a Korneta. Nosotros tenemos que ser nosotros.

(El Acople) ¿Tienen miedo de una posible mitificación de Korneta? Que de repente se cuenten historias que nunca sucedieron, que digan que cura personas y esas cosas...
(Eli) Lo pensamos, porque lo que pasó atrae verdades pero también atrae mentiras, ¿no?
(Horacio) Ya me pasó en Zárate eso de la mitificación. Un pibe amigo cerró su auto, le puso el traba volante pero se olvidó la llave en la puerta. Era una invitación al robo. Cuando llegamos de vuelta no había pasado nada, y una chica que venía con nosotros empezó a decir: “¡Viste, loco! ¡Korneta te cuidó el auto!” (carcajadas). Son cosas que la gente va creando...
(Eli) Igual si alguien se quiere hacer una remera de mi viejo, y lo siente, está todo bien. El tema es que no se transforme en una moda, porque todas las modas son idiotas, pero si vos lo sentís al chabón de corazón va perfecto. Nosotros sabemos quién era él y tampoco te vendemos que era un santo ni un demonio; era una persona de carne y hueso como cualquiera.
(Horacio) Tenías que ir a su velocidad porque siempre te dejaba un mensaje...

(El Acople) ¿Cuál es, al fin y al cabo, la esencia del rock sudaka?
(Eli) Es lo que nos sale a nosotros. Capaz está mal hecho pero nos identifica.
(Horacio) Es un sentimiento fuerte. El público nos tira una carga energética enorme, explota. Capaz que nuestra música es como el amor: algunas veces lo hacés mal pero siempre la pasás bien. Y esa cosa es recíproca entre nosotros y la gente, que hace que hasta los errores no sean importantes. Lo jodido sería perder la frescura.
(Martín) Somos parte de este sentimiento...


De vuelta en Capital
A un año de su último show en Capital Federal, la banda de Eli, Martín y Horacio se presentará este fin de semana con un triplete –ya repleto- en El Teatro Flores, donde se planea seguir fortaleciendo el formato trío. Un detalle para tener en cuenta: no se van a vender entradas en la puerta.

“Va a estar bueno por el lugar, hay un contacto directo –adelanta Eli Suarez-. Lo que sí no pudimos encontrar un lugar que albergara a toda la gente junta, y el otro garrón es que después de Cromañon los chicos no pueden pasar banderas. Más allá de eso, lo importante es que podemos tocar en Capital”.


Estadía:
una hora

Paisaje:
sala de ensayo en Almagro

Clima:
cálido

Estimulante:
ninguno

Tercer tiempo:
fotografías

Entrevista: Nacho Girón y Santiago Devia (Redacción de El Acople)
“Somos una banda milagrosa”
Una de las agrupaciones más desprejuiciadas y de mayor crecimiento en los últimos tiempos abre el universo de su música en una conversación que se extendió por horas. La búsqueda de apertura, el perfeccionismo que proclaman y algunos adelantos de su nuevo disco.

Son las tres y pico de la tarde y el cincuenta por ciento de VILLANOS se acomoda en una sala en la que ni los sandwiches de miga ni las gaseosas pueden disipar la energía rockera. Aunque recién vuelven de un fin de semana de recitales en Uruguay, bastan unos pocos segundos para que florezca una de las características principales de la agrupación: el humor. Es que a lo largo de una conversación de varias horas, los chistes no dejarán de aparecer y la buena onda estará a flor de piel entre NIKO (voz) y MINI (guitarrista), que se completan las frases como si fueran gemelos. “La amistad es una característica fuerte en la banda. Gracias a eso podemos llevar adelante este proyecto”, dicen antes de sus shows en Niceto el 25 y 27 de este mes.

(El Acople) ¿Cómo se sienten ahora que salieron del under y que su música llega a las personas en forma masiva?
(Mini) Sentimos el cambio en el hecho de que estamos tocando mucho más. Ahora estamos haciendo cosas en mejores condiciones, con mejor sonido, cosas más pro, y que antes no hubiéramos podido hacerlas. Esta nueva experiencia te abre las puertas para tocar en lugares nuevos como en Uruguay y también en muchas provincias del país.
(Niko) En cuanto a la rutina de la banda, seguimos igual que antes y así vamos a continuar por siempre.

(El Acople) ¿Cómo lidian con lo que tienen de masividad?
(Mini) Llegar a otra gente nos abrió puertas que antes teníamos cerradas... Ahora podemos tocan en el interior y la cantidad de personas que va a verte es mucho mayor. En los shows se hace evidente que llegamos a personas que antes no podíamos alcanzar...
(Niko ) Transportado al fútbol, VILLANOS es Gimnasia de Jujuy: nos vamos a quedar por muchas temporadas. (Mini) Ahora con todo lo logrado tenemos que demostrar por qué estamos acá.

(El Acople) ¿No lo demostraron?
(Mini) Y no... Sentiría que lo demostramos cuando hayamos hecho un estadio importante, como Obras por ejemplo. Pero Obras de verdad eh...(risas).

(El Acople) ¿Cómo se sienten en el momento de prender la radio y que aparezca un tema de ustedes?
(Niko) No es nuevo eso. Antes nos pasaba. Con el cd que sacamos en 1999, algunos temas los pasaban en la radio... Pero después con el tema de las compañías, se fue todo al carajo porque estuvimos tres años y medio sin sacar un disco y a raíz de eso tuvimos varios problemas como no poder tocar. Después de eso pudimos superar las barreras; somos una banda milagrosa. En el 2003 empezamos de nuevo a tocar pero no salimos en ningún medio... Teníamos menos difusión que Ben Laden en la CNN (risas). En esa época nos rompíamos el culo haciendo cosas y nos poníamos a pensar en qué bueno sería tener la estructura de trabajo que tenemos hoy, además del apoyo de la compañía, que hoy por suerte tenemos y que nos da una mano enorme.
(Mini) El hecho de haber firmado con una compañía fue el resultado de tantos años de laburo.

(El Acople) ¿Que diferencia hay entre Warner y la compañía vieja?
(Niko) Por ejemplo en cómo nos mostraban. Se lo remito a nuestros cortes de difusión: antes los cortes eran “Sacáte todo”, “Putas”, “Sale caro”, y nosotros no éramos sólo eso.
(Mini) Ahora con Warner podemos cambiar el perfil de cortes, y de esa forma logramos que no nos encasillen en un estilo, porque los rótulos no nos gustan. Lo que queremos es ser originales y que no nos digan somos “rollingas”, a eso me refiero.

(El Acople) Hablando de lo que hacen musicalmente, ¿cómo se ven ustedes?
(Mini) No tenemos un estilo definido y eso está plasmado en nuestros shows, en los que se aprecia una mezcla de ondas distintas. Para nosotros es un orgullo haber logrado que nos escuchen diversos estilos de gente a partir de la mezcla propia que nosotros creamos. Es una mezcla de tribus y eso es algo que siempre quisimos hacer y por suerte ahora se nos está dando.

(El Acople) ¿Qué fue lo que ayudo a que se pudieran mezclar los estilos?
(Mini) Nuestra propuesta nos ayuda a que podamos tocar en lugares variados como Cemento, la Sociedad Italiana de Morón o también en el Roxy, donde se juntan distintas clases de personas. Entonces agarrás gentes de cada lado y se termina de armar un grupo.

(El Acople) Claramente se está gestando una generación nueva de público que es más abierta...
(Niko) Y, son cosas que se dan. Un ejemplo es que ahora ves a pibes rollingas que no saben lo que es “Exile On Main Street” pero que escuchan Yerba Brava... Ahí se nota una mezcla de estilo. La gente cambia, no es malo ni bueno, pero creo que todo tiene su evolución; antes se daban peleas entre estilos como las personas que seguían el punk contra los rollingas. Eso, creo, no está más.

(El Acople) ¿Lo llevas a algún fenómeno en concreto?
(Niko) Hoy los festivales como el “Pepsi Music” o el “Quilmes Rock” convocan gente de distintos estilos. Otro ejemplo concreto es que ahora las bandas invitan a otras bandas en sus discos. Creo firmemente que hay una cuestión de espíritu que sale de los grupos a compartir diferencias musicales, y que, de esa forma, ayudan a la unión de estilos...

(El Acople) En el último disco se nota que hay un cambio en cuanto a animarse a un poco más... ¿como fue que pasó eso?
(Mini) No es una cuestión de animarse; siempre nos animamos. La gran diferencia que tiene “Superpoderosos” es que lo que teníamos en la cabeza lo pudimos plasmar, en cambio en placas anteriores no podíamos. Tiene que ver con una cuestión de madurez. Si entras con la misma cabeza a grabar el tercer disco que con la que entraste en el primero, algo esta fallando.
(Niko) En el ultimo disco pudimos decir “se me ocurrió tal cosa, busquemos tal sonido”, eso es lo nuevo. Además, el hecho de tener un productor que te de un panorama desde afuera es bueno porque te aconseja y te muestra los errores que por ahí uno no ve.

(El Acople) ¡Pobre el productor! ¡Ustedes son un grupo muy amigo así que les deben haber dado pelea!
(Mini) Sí, la amistad es una característica fuerte en VILLANOS. Gracias a eso podemos llevar adelante este proyecto.
(Niko) Que el grupo esté bien nos ayuda a movernos. Maradona había dicho que si querés salir campeón, el grupo tiene que estar bien. Es al pedo que con lo que nos esté pasando haya mala onda entre nosotros...

(El Acople) ¿Lo mejor que hizo VILLANOS?
(Niko) Pelearnos (risas). Creo que lo mejor que hicimos fue habernos consolidado como banda y sobrevivir a las tempestades. El temple y la actitud es una característica de VILLANOS.
(Mini) Estamos súper convencidos de lo que hacemos y además lo amamos. Sufrimos muchos malos tragos y algunos buenos, pero esos pocos momentos buenos son los que te dan la energía necesaria para seguir. En base a las cosas malas tratamos de hacer fuerza para mejorar. ¡Somos perfeccionistas!


Se viene lo nuevo
A casi dos años de haber sacado su último disco “Superpoderosos”, los VILLANOS no descansan y planean sacar para junio de 2006 un nuevo material:

“Este próximo disco va a ser nuestro trabajo más personal. Es una placa que la estamos trabajando a full con la intención de que no le falte nada”

“Va a ser un disco que va a sonar muy bien y que va a tener la mayor cantidad de arreglos posibles. Queremos que sea el mejor logrado de la banda”

“Tenemos alrededor de veinticinco temas del los que van a quedar doce o trece”


Estadía:
algo más de dos horas

Paisaje:
una cómoda sala de estar

Clima:
bien villano

Estimulantes:
anécdotas

Tercer tiempo:
una extensa charla amistosa

Entrevista: Nacho Girón y Agustín Pereyra (Redacción de El Acople)