Es el cantante y ya está aquí

ANDRÉS CALAMARO volvió a la escena de Buenos Aires, por fin. Acompañado por BERSUIT como banda estable, El Salmón brindó tres recitales de efectividad hitera, sonido impecable, sobriedad actitudinal y abundancia de invitados. Pasen y vean un regreso que se hizo esperar seis años.
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Imaginen un Luna Park en tensa calma; tensa porque las expectativas se fusionaban de forma rara con sentimientos emocionantes, y calma, porque ANDRES CALAMARO volvía a tocar solo en Buenos Aires después de casi tres mil días. Imaginen el palpitar de corazones heterogéneos cuando la oscuridad da paso a aplausos estremecedores y éstos, a su vez, inauguran un espectáculo altamente disfrutable.

Imaginen al ex LOS ABUELOS DE LA NADA y LOS RODRIGUEZ, en versión barbuda y libre de cualquier tipo de sustancias tóxicas, hacerse cargo de un teclado que no abandonaría por dos horas. Imagínenlo casi en el medio del escenario pero a la altura del resto de su tropa musical. Y déjense llevar por esa voz inconfundible que balbuceaba las primeras estrofas de “El cantante”.

Imaginen a todos los integrantes de BERSUIT VERGARABAT (menos GUSTAVO CORDERA) vestidos de impecable camisa y pantalón de traje acompañando a El Salmón con una sobriedad y profesionalismo absolutos. ¿Ven cómo escapan de sus instrumentos los acordes de canciones de radio como “Te quiero igual” o “Para no olvidar”, o de otras más exquisitas como “Clonazepam y circo” y “Tuyo siempre”?

Ahora imaginen la sobriedad con que llegó CALAMARO al estadio, acaricien la música en estado puro, sin escenografía ni pantallas, ni cambios de vestuario, ni movimientos grandilocuentes, ni rotación de instrumentos. Él estaba ahí, simplemente. Con sus amigos, su rulos locos y sus composiciones.

Imaginen también a su hermano JAVIER pidiendo una ovación general para “el músico más grande de la Argentina” y luego la interpretación a dúo de “No me nombres”; a JUANJO DOMINGUEZ y sus dedos mágicos en los tangos “Como dos extraños” y “Por una cabeza”; e inclusive a un periodista de EL ACOPLE invadido por la piel de gallina gracias a una versión exquisita de “Crímenes Perfectos” (“una canción que con el tiempo se convirtió en la favorita de ustedes”).

Imaginen lo inimaginable, como disfrutar de JUANSE y sus poderosos punteos en el homenaje más emocionante que se le haya hecho a PAPPO NAPOLITANO –que también fue recordado con timidez sobre el final de “La libertad”-. Es decir, construyan esa inolvidable imagen mental que incluye a ANDRES y al líder de LOS RATONES PARANOICOS poniéndole toda la energía a “Desconfío” y a “El tren de las 16”. ¿No será mucho, no?

Sí, eso también. ¿Pueden observar al cantante de LOS PIOJOS medio escondido en el escenario y produciendo un pequeño cuelgue con su armónica en “No se puede vivir del amor”? ¿Y a todos juntos, CALAMARO, BERSUIT, JUANSE y a CIRO zapando sobre la base de “Alta suciedad”? ¿O tal vez al anfitrión de la noche recitando un pasaje del Martín Fierro en “Estadio Azteca”? Todo, claro, engrandecido por un sonido contundente que sólo sufrió vergüenza frente a los miles y miles de aullidos que exteriorizaban sentimientos hermosamente adolescentes.

En pocas palabras, ANDRES CALAMARO volvió y la efectividad la consiguió mediante un show prolijo e intenso que tuvo sus puntos flojos en la ausencia de canciones de sus discos más añejos (léase “Por Mirarte” o “Nadie Sale Vivo De Aquí”).

Es cierto que su estadía en España lo había distanciado de nosotros, los sudacas, pero gracias a la insistencia de todos los músicos de BERSUIT y a todos los amigos que lo apoyaron de manera local, no tuvo más que dejarse llevar por el monstruo que fue creando a lo largo de tantos años de melodías bobdyleanas. Está más viejo (“El tiempo pasa...”) y su onda es distinta, tal vez minimalista... pero bienvenidos sean los cambios y la vuelta a la vida de alguien que parecía tener silencio eterno.

Por lo pronto, finalmente, imaginen una despedida bien arriba con un tema que hace poner de pie a todos los que venían aprovechando las sillas del estadio. ¿Por qué se paran? Para cantar, con brazos en alto, nada más y nada menos que “no te preocupes, Paloma / hoy no estoy adentro mío / tu amor es mi enfermedad / soy un envase vacío”. Después, sólo quedaban un par de hits que ya no aportarían nada a lo lindo del momento compartido con CALAMARO.

Y ahora, por favor, no imaginen más, porque El Salmón ya regresó. Regresó un músico que aúna y que está dispuesto a refritar sus clásicos. Regresó el maestro de un estilo muy particular en el pop argentino. Regresó, y esperemos que sea para rato. ¿Te imaginás?

Nacho Girón (Redacción de El Acople)

Entrevista a LOS CAFRES

"La magia está desde el comienzo"
Una semana antes de que el reggae pise Obras Sanitarias como nunca, el cantante Guillermo Bonetto y el tecladista Claudio Illobre se abrieron a una charla jugosa y profunda en la que, además de los temas obvios, se pudo hablar de su rebeldía a los dogmas de la música, de su propio entendimiento sobre Bob Marley y de las cuestiones que hacen más "espiritual" a la música.

Parte de Los Cafres disfrutan un café en una concurrida esquina de Caballito, el barrio que los vio nacer. El humo incesante de los colectivos y el ruido de los autos parecen desaparecer y fundirse en una conversación relajada, variada y sincera. Durante una hora, Guillermo (muy charlatán) y Claudio (con sus acotaciones justas) plasmarán con palabras todas las facetas de su agrupación; por un lado, dirán que "somos pececitos nadando en esto como todos los demás", y por otro, reconocerán que "somos muy rebeldes, pero eso es decir la verdad". Pronto se enciende la lucecita y el verde, amarillo y rojo se extiende por todos lados...

(El Acople) Por fin una banda argentina de reggae llega sola a Obras, ¿cómo lo ven ustedes desde adentro?
(Guillermo) Es muy bueno para todas las bandas, no sólo para Los Cafres sino para todos los que hacemos reggae roots. Marca un antes y un después. Es la primera, pero no la última, porque abre todo un panorama también para otras agrupaciones.

(El Acople) ¿Qué emociones se les aparecen ahora que faltan tan pocos días?
(Claudio) Hay que tomarlo como un show más.
(Guillermo) Va a ser una noche especial, porque toda la gente va a ir a vernos a nosotros; no es un festival, no hay bandas soporte y la gente que va es porque comprende el momento que estamos viviendo y se pone contenta. Es una celebración para todos, es bien simbólico, es lindo. Pero en cuanto a qué sentimos, yo no me doy mucha cuenta. De repente de a poco sentís flashes.

(El Acople) A la hora de pegar el salto a Obras, ¿influyó que haya tan pocos lugares habilitados?
(Guillermo) No, porque hay un montón de teatros, pero se pensó en Obras porque es la plaza más importante. Vos podés tocar en un teatro importantísimo, pero no es Obras. Obras es el mito, es nuestro pequeño Madison Square Garden. Simbólicamente es muy importante en Argentina.

(El Acople) Decían que esto les va a abrir las puertas a un montón de bandas, pero ¿quiénes son los que les abrieron las puertas a ustedes?
(Guillermo) Y... Sumo en un primer momento, Los Cadillacs, Los Pericos. Seguramente hay más, pero casi paralelamente a nuestra época son estas bandas. Con Los Cadillacs fue la segunda vez que tocamos en Obras de soporte; ellos nos dieron apoyo siempre. Después tuvieron demasiado laburo y no nos dieron más bola. Los Pericos también siempre nos ayudaron; la mitad de este último disco lo grabamos en el estudio de ellos.

(El Acople) ¿Qué es lo que más los incentiva para empezar a componer?
(Guillermo) Todos son ciclos en la vida, entonces hay momentos en que uno está más receptivo, y quizás no hacés nada, pero estás súper receptivo. Y hay momentos que estás con más ganas de volcar. Te ponés a escribir o a grabar melodías o a repensar un tema entero. El mismo hecho de hacer una canción te motiva, es la cosa más linda que hay.

(El Acople) ¿Y hay facetas que la banda disfrute más?
(Guillermo) La música tiene vida propia, eso lo aprendés cuando empezás a grabar discos, o cuando estás en una banda que en algún momento suena bien. Ahí aparece un nuevo integrante, que es la magia. En Los Cafres eso está desde el comienzo, estemos en la etapa que estemos. Éramos un desastre pero siempre había una magia, una cosa que se forma cuando nos juntamos. Y eso se puede dar en un ensayo, en una zapada, en un show o en algún momento del show, o en el instante en que se arma un tema o que suena bien un tema.

(El Acople) Algo que nos sorprende es que las letras pueden estar diciendo algo muy groso, o tal vez hasta oscuro, pero uno las termina entendiéndolas de una manera alegre, como pasa con “Si el amor se cae”. Ves gente cantando una cosa triste pero de forma alegre...
(Guillermo) Lo que pasa es que el reggae tiene mucho de eso.
(Claudio) También pasaba con Bob Marley.
(Guillermo) Uno no se da cuenta, pero hay veces que leés las letras decís: “Mirá que loco”. Es algo tradicional del ritmo y que nosotros mamamos. De hecho las melodías son como robadas de otro lado siempre, uno cree que las está inventando pero de algún lado salen. Igual nos gusta hacer nuestro propio estilo; con el tiempo fuimos entendiendo que era así.

(El Acople) ¿En qué medida influye todo lo que ven afuera, en la calle, a la hora de componer? Porque “¿Quién da más?” se ve mucho más esperanzador que el anterior, en donde de movida habían temas fuertes como la colonización.
(Guillermo) Lo loco es que es el mismo mensaje. Pero sí, en este disco vemos lo mismo pero desde diferente ángulo; estamos criticando a todos pero aportando una especie de solución. “Si el amor se cae” encierra un montón de conceptos que nosotros transmitimos en los discos: quejas, mensajes de esperanzas u otras cosas que queremos compartir. Por ejemplo, los políticos en Argentina tienen mucha tradición de corruptos, y el granito de arena nuestro es decir que si el amor se cae todo lo demás se cae. El amor es ponerse a full en todas las cosas que uno está haciendo, con el corazón. Quizás un político fue altruista en su juventud y de repente llega arriba y transa con todos. La vida es así a veces. De todas formas no estamos en un pedestal, al contrario, somos pececitos nadando en esto como todos los demás, pero tenemos la posibilidad de tener un micrófono y decir las cosas, y así aportamos nuestro granito de arena.

(El Acople) Ustedes son una de las pocas bandas de Argentina que se tira mucho en contra de lo preestablecido en el reggae. La canción “Dreadlocks” es bastante paradigmática, o también cuando dicen que admiran más a Gregory Isaacs que a Marley...
(Claudio) Somos muy rebeldes, pero eso es decir la verdad.
(Guillermo) Y aparte es como destacar todo lo que no se muestra. ¿Qué me pasa a nivel marketing, por ejemplo a mí, en Los Cafres? Soy el cantante, entonces mediáticamente soy el que transmite las palabras y las notas siempre me las hacen a mí... pero Los Cafres somos un grupo. Marketineramente funciona mejor decir que “Bob Marley es el reggae”. Pero en realidad no es así. A nosotros no nos gusta eso, porque los artistas somos todos. Bob Marley fue una de las personas más talentosas y más prolíficas en el reggae, pero no fue el único ni en pedo. Ni fue el primero ni fue el único. Él no inventó el reggae, sólo era parte de una movida. Hay un montón de gente que inventó el reggae, como Toots and the Maytals, por ejemplo. Pasa lo mismo con un edificio: el arquitecto firma y se lo conoce a él, pero un obrero que se murió también hizo el edificio, y te da bronca a veces que se señale solamente una cosa. Y en este tipo de sistema nuestro siempre es así, se puntualiza una cosa como símbolo, pero se termina endiosando al símbolo. ¿Por qué no se habla de todas las cosas? Eso es a lo que nosotros nos referimos en las canciones, especialmente en el tema que señalaron, de lo que es el reggae y los supuestos preceptos, conceptos y dogmas.
(Claudio) Y el estandarte de eso es Marley. Él habla de justicia, de libertad, de la guerra. Pero es como el libro de primer grado; después necesitás escuchar otras cosas más sutiles o que la parte artística pase por otro lado, como pasa con Gregory Isaacs o Dennis Brown.

(El Acople) Están asumiendo una gran responsabilidad al criticar los dogmas de la música, por ejemplo.
(Guillermo) Nuestra responsabilidad es ser nosotros. Nuestra responsabilidad es ser Los Cafres. Escribir lo que nosotros se nos canta el orto. Si yo quiero cantar que me gusta tirarme pedos en un bar, tengo que hacerlo, porque eso es lo que me toca vivir a mí, porque eso es lo que la vida, o Dios, me pide que haga. ¿Por qué cerrarte a preceptos o pelotudeces? Eso es ser una oveja, y uno tiene que ser un líder en su propio camino.

(El Acople) El público argentino suele ser un poco cuadrado en ciertas cosas, y muchas veces te puede decir que tirarse pedos no es tan espiritual...
(Guillermo) Lo que pasa es que la gente que juzga ese tipo de cosas no sabe lo que es espiritual, porque no se da cuenta. No sabe que levantarse a la mañana es espiritual, que dormir o comer también puede ser espiritual. Piensan que espiritual es sólo ir a la Iglesia, o que es ponerse verde, amarillo y rojo. ¿Por qué? Espiritual es ponerte la remera de tu club, si te gusta, porque quizás para vos eso es espiritual. La religión es respetar a la vida y honrar los milagros diarios; el milagro de ver los ojos y la mirada de una persona, eso es un milagro, eso es la religión y el misticismo. Nosotros somos mucho más místicos que muchos que levantan banderitas o que se escudan en cosas por una cuestión de falta de credibilidad en sí mismos. No es por criticar, no digo que el que diga que es rasta es un tarado, porque si él siente que es así está bien. Pero que lo sienta de verdad, no que lo diga porque le da miedo decir lo que piensa. Si uno no se respeta a sí mismo con su propia creación, con sus propios bagajes de mierda, sus propios defectos y sus cosas buenas, no podés respetar a nadie, no podés creer en nadie, no podés honrar a nadie. Ser místico es honrar las diferencias.

(El Acople) ¿Sienten que acá hay mucho “rasta trucho prepotente”, como cantan en el tema “Dejá de señalar”?
(Guillermo) Ese es un personaje que está bastante vigente en Latinoamérica. En Argentina no hay mucho por suerte pero afuera hay varios de esos que se refugian demasiado en los escudos protectores que no les permiten mostrar el talento que tienen. Los que se creen más místicos son los que son más comerciales. Esos que venden la bandera de Etiopía, y el león... nosotros respetamos a los rastas, pero hay algunos que son payasos.

(El Acople) ¿Y con Fidel Nadal cómo se llevan?
(Guillermo) Fidel es un tipo que tiene mucho talento, es muy creativo, pero quizás no está en su mejor momento a nivel calidad. Pero Fidel tiene mucho para dar y tiene derecho a hacer lo que quiera porque siempre fue el primero en todo. De hecho el líder de la movida en toda Latinoamérica es él. O sea, que se pueda aplicar o no parte de la letra de ese tema a personajes conocidos es mera coincidencia. La letra no está dirigida a Fidel ni a ningún personaje que se conozca acá en Argentina por lo menos. Está dirigida a alguien con el cual yo hablé, pero no me interesa dar nombres, y tampoco es que es personal con él, sino que es personal con todos los que son así. Igual el que se sienta ofendido que se ofenda, porque quizás es para él.

(El Acople) Como banda que tienen la posibilidad de dar un mensaje masivo, ¿cómo se sienten cuando el público no piensa igual en algunas cosas?
(Guillermo) La gente cambia todo el tiempo, todos estamos cambiando todo el tiempo. La música es como una boleadora que en algún momento vuelve; la magia se crea y se larga, y en un disco pasa lo mismo: vos lo tirás y nunca más volvió. O sea, lo que vuelve es un resultado de eso. Esa boleadora que vos tiraste algún día le puede pegar en la nuca al que no le gustaba lo que hacías y de repente va a entender. A mí me pasa que algo que antes me chocaba de golpe me gusta. En la vida pasa mucho eso. Hay música que te parece una mierda y después te llama la atención y hasta es posible que te guste. La vida es un misterio, y lo que nosotros tenemos claro como Cafres y como seres humanos, es que nadie tiene la verdad. La verdad es una sola pero está formada por todas las verdades. Somos concientes de nuestra ignorancia y de que capaz hoy decimos algo y quizás mañana te digamos otra cosa. Pero te decimos lo que pensamos. El cambio es constante e inevitable, uno puede pretender que no, pero es inevitable.

(El Acople) ¿Cuándo encontraron el sonido Cafre?
(Claudio) Yo creo que desde el primer demo. Eran temas que a veces tenían un solo acorde y que duraban treinta minutos.
(Guillermo) Ahí estaba la magia de la que hablamos. Era nuestro nivel en ese momento, pero tenía su magia.

(El Acople) Lo que sí cambió es la gente porque ahora llegan a mucho más público que antes. ¿Se hace más difícil difundir el mensaje? Al haber mucho público quizás se disperse el foco...
(Guillermo) No, porque cualquier obra de arte tiene tantas interpretaciones como personas lo interpreten. Cuando uno deja salir una expresión de la manera más pura posible, ahí es cuando más universal va a ser, y no hace falta que te preocupes por eso. Obviamente va a haber gente que no lo va a entender. ¿Qué sé yo?, el tango a uno no le gusta toda la vida; yo de chico lo odiaba y ahora me encanta. Hay momentos para todo. También al reggae no lo entendía. Escuchaba punk y me habían grabado reggae pero no lo entendía, no le daba bola.

(El Acople) Todo va cambiando a nivel social, ¿no? El tango pasó de ser música de “negros” a ser otra cosa totalmente diferente.
(Guillermo) Claro, como con la cumbia. La cumbia más grasa y marginada existió siempre en las villas o en los barrios bajos. De repente pegó y los chetos bailaban cumbia. Boludo, yo no lo podía creer cuando vi a los chetos bailando cumbia de la más grasa y romántica. Ahí tenés las vueltas de las que hablaba.

(El Acople) ¿Nos equivocamos si decimos que como banda se los ve muy firmes, muy estables?
(Guillermo) Sí, es verdad. Aparte lo que pasa es que se solidificó lo que vendría a ser el reconocimiento de Los Cafres en el exterior. Acá siempre fue creciendo. Pasito a pasito siempre nos fue bien, salvo en algunas épocas en las que hubo algunos bajones por malos manejos nuestros. Ahora estamos teniendo buenas experiencias, giras copadas, y eso sí que te cambia las pilas, te das cuenta de que no está todo perdido. Yo creo que antes de salir del país estuvimos a punto de no tocar más. Llegamos a un punto en que se nos iba acabando la nafta. De repente surgieron unas fechas en Puerto Rico y fue una cosa increíble. Así varias cosas, como ir a México también.
(Claudio) Eso fue como una inyección, porque fue después de varios años que nos dimos cuenta lo que habíamos hecho en el exterior. Una vez fuimos a una radio y afuera había 50 personas esperando. O en Puerto Rico, que hay bandas haciendo covers nuestros; entramos a un bar y sentimos “El romano”. También Cultura Profética tocaba “Un solo pensamiento” y “Ya no hay”. Haber conocido a Cultura Profética fue un milagro, porque es una banda que musicalmente es mucho mejor que Los Cafres. Y son fanáticos nuestros.
(Guillermo) Esa es la boleadora que vuelve y te demuestra que tenés que tener más respeto por lo que hacés. No hay que juzgar tanto las cosas, hay que hacerlas lo mejor que uno pueda.

(El Acople) ¿Y cómo es la relación en el ámbito local con las bandas de reggae?
(Guillermo) Muy buena. Hay muchas bandas que por una cuestión de ansiedad nos ponen a nosotros como una meta. Hay bandas que son buenísimas, que no tienen nada que envidiarnos. A lo sumo podrán envidiarnos la popularidad, pero es gente súper talentosa que, de hecho, nos conoce por compartir la edad. Saben lo que sufrimos y lo que disfrutamos porque estuvimos juntos en todo esto. La diferencia es que con Los Cafres tuvimos la suerte de haber grabado el primer disco en 1994 y de haber firmado un contrato en el único momento en que se abrió una compañía para producir grupos de reggae.

(El Acople) Es interesante lo que está pasando ahora, porque hay una cultura muy rica de bandas chicas de reggae...
(Guillermo) Ahora están muy buenas y llevan gente. Agarrás cualquier suplemento musical y capaz que en la misma noche hay tres o cuatro shows de reggae. Y todos se llenan. Porque aparte hay buena variedad, hay buenas propuestas, hay bandas que son serias, que son honestas. Hay algunas que la vienen peleando hace bastante tiempo, pero este movimiento tiene dos años más o menos. Es cuestión de madurez me parece, porque hace cinco años atrás ibas a una disquería y no había reggae y ahora directamente hay un lugar especial que dice “Reggae”.

(El Acople) Otro aspecto del fenómeno actual del estilo es lo que, por ejemplo, Resistencia Suburbana denomina “Rastone”, que es la mezcla del rasta con el stone. ¿Cómo ven ustedes esas fusiones?
(Guillermo) Bueno, con Los Cafres pasó mucho eso, porque como nosotros no representamos tribus, la gente se siente cómoda y no siente culpa de escuchar a Los Cafres y ser ricotero a la vez. El mensaje es para nuestra gente, no es para un jamaiquino que vive rezando en la montaña Zion. Para ése también, pero no está dirigido principalmente a ellos. Apunta al que vive en La Matanza, al que vive en Lanús, en Neuquén. Están bienvenidos los rastas, los krishnas, los judíos, los católicos, los políticos, los policías, los militares... todos están bienvenidos. Porque todos tienen derecho a sentir cosas y a disfrutar de la vida.


RECUADRO: Vivitos y coleando
El año pasado Los Cafres editaron un doble registrado en vivo durante un show en Hangar. "El recital fue buenísimo -reconoce Claudio Illobre-. La gente nos ayudó mucho porque todos llevaron las banderas y se creó lo que se tenía que haber creado. Todo está reflejado ahí, en las voces tan fuertes de la gente. El material muestra muy bien lo que es un show nuestro acá en Buenos Aires". Y explica: "Después se grabaron algunas voces, los vientos, los tambores, pero porque fue un solo show, entonces había que arreglar cosas".

(El Acople) ¿Sentían que se lo debían el vivo?
(Guillermo) Sí. El que vio un show de Los Cafres tiene un recuerdo, y sabe lo que es. Quizás tiene hijos, no va más a los shows y recuerda lo que es. Y el que nunca fue a nuestros recitales ahí se va a dar cuenta. Aparte hay mucha gente que es más chica y no conoce los primeros discos. Creo que "Vivo A Lo Cafre" no fue explotado como podría pero tiene mucho para dar. Igual es muy lindo, es serio y es muy importante para nosotros.

Estadía:
una hora

Paisaje:
bar de Caballito

Clima:
cálido

Estimulante:
café

Tercer tiempo:
breve divague

Entrevista: Nacho Girón y Tomás Frere (Redacción de El Acople)

La otra noche tocó PIER

El cuarteto rockero, que ya lleva diez años en la escena, llegó por primera vez a La Trastienda en tres fechas de lista variada con la que dejaron satisfechos a todo su público. Además, presentaron oficialmente el video de “Al filo del peligro”.
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Puede ser la falta de costumbre, pero lo primero que sorprende al ver a PIER en versión post 30 de diciembre es la ausencia de colores y estallidos. La gente cambia el ambiente habitual de San Telmo, los gritos invaden el local de la calle Balcarce y muchos apuran para empezar la función; sin embargo, las cosas son distintas, y hasta ahora, la masa rockera está sabiendo amoldarse.

Desde el vamos la banda estaba contenta. “Se habían agotado las entradas para la fecha del viernes y entonces nos jugamos a agregar para el sábado y el domingo”, comenta el cantante RAMIRO CEREZO unos minutos antes de hacerse cargo del escenario. Un momento más tarde, casi 600 personas corean “Fervor de los sueños” con todos sus pulmones, dejando en primer plano una letra ideal para abrir cualquier show: “Que alegría al ver que tus ojos han de brillar a la espera / Audaz salto lleno de gloria, empuñando con fervor viejas banderas”.

PIER –integrada por tres hermanos CEREZO y por NICOLÁS FERREIRÓS- llegaba por primera vez a La Trastienda sin ningún objetivo particular aparte de continuar ajustando en vivo los temas de su última placa “Seguir Latiendo” y de presentar oficialmente el video de “Al filo del peligro”, en el que toda la agrupación persigue de manera infinita a una hermosa mujer oriental. Lo hicieron de la mano de un sonido nítido y prolijo, de veinte canciones por noche, una mínima puesta en escena y una parva de seguidores sedientos de música.

Después del arranque, el cantante gira el micrófono en dirección a su público y dice, con una enorme sonrisa en su cara, que “van a ser tres fechas, así que voy a necesitar su ayuda”. Como buen frontman, se retira unos segundos del escenario para dejar que su gente cante “La ilusión” a viva voz. La técnica es efectiva y los pibes agradecen.

Los relatos de PIER hablan de la vereda, de la calle, de historias sin demasiados giros que le pueden pasar a cualquiera; de chicas de barrio –“Prisionera robot”, que tuvo uno de los mejores recibimientos del recital-, de muchachos con birra en la esquina –“Los pibes”, que sabe crear pogo a base de un estribillo extremadamente repetitivo- y también de anécdotas inolvidables –como la aplaudidísima “Viajes memorables”.

Para los más ortodoxos también aparecen viejas canciones de la camada de “Banquete gustoso y costoso” y de “El refugio de nuestras almas”, pero, de todas formas, no falta el hit más difundido de la agrupación... ese que le asegura tranquilidad a quién sabe qué mujer con el fundamento de que “esta noche toca PIER”.

Tampoco está ausente “el homenaje al guitarrista más grande”, que llega con una versión de “Ruta 66”, aquella composición que PAPPO solía hacer en casi todos sus shows. Y menos que menos falta “El narigón del barranco”, un tema que va tomando fuerza con cada estrofa y que termina con una coreada gigante y de delirio total, tanto por parte de PIER como de los de abajo.

Y pasadas las tres de la mañana, el espectáculo concluye como lo hace “Seguir Latiendo”: “Conmovidos” arranca lento pero no tarda en mutar en un rock duro que gira y gira, y en el que RAMIRO, AGUSTÍN, EUGENIO y NICOLÁS aparecen o desaparecen a gusto para dejar que su gente aliente y pida más.

“Obvio que estamos influidos por LOS REDONDOS, por LA RENGA... pero son sólo influencias”, aclara el cantante a EL ACOPLE. PIER es PIER, guste o no. Y lo cierto es que, con tres fechas en La Trastienda, la banda demostró volver a los escenarios con unas ganas voraces de seguir por el camino que eligieron hace ya diez años.

ACLARACIÓN PERSONAL: prometí decir cada cosa que no me convencía después de que 193 personas perdieron la vida en República Cromañón. Es la tercera vez que nadie me cachea ni me revisa en La Trastienda. Por favor, no repitamos los mismos errores.

Nacho Girón (Redacción de El Acople)

“Fito García”, alias SPINETTA

Con ambiente íntimo y La Trastienda arreglada para la ocasión, el FLACO dio un pequeño espectáculo supuestamente acústico para una radio de “puro rock nacional”. Hubo algunos éxitos de siempre, recuerdos al CARPO y mucha zapada.
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En el medio de un show de una hora y monedas, LUIS ALBERTO SPINETTA –más conversador y sonriente que de costumbre-, presentó a su banda completa pero prefirió bromear sobre él mismo y su categoría de ídolo popular. “... Y yo soy Fito García”, dijo, despertando 400 sonrisas en toda La Trastienda.

El FLACO había arrancado la noche con esa compleja composición llamada “La herida de París”, que supo marcar un antes y un después en su etapa SPINETTA JADE (1980-1984). Desde el mismísimo momento en que se escuchó el primer acorde de la Telecaster, el público entendió que este primer “Megacústico 2005” vendría en plan de cuelgue y zapada. Ideal para un local que mutó violentamente a cefecito.

En la mitad del recital, sería el propio “FLACO” quien explicaría la idea con que llegó a La Trastienda: “Queremos entregarnos plenamente a la zapada. Espero que no me abucheen... estamos en un país libre”.

Un nene de no más de cuatro años aniquilaba el silencio con un “¡grande FLACO!”, la risa se generalizaba y ex PESCADO RABIOSO decía que “El mar es de llanto”. Así de rápido. Entonces, una base acelerada de batería le daba lugar a un solo de viola de varios minutos que terminaría con toda la banda al palo. El detalle de siempre, claro: SPINETTA, la bajista NERINA NICOTRA, el baterista CHRISTIAN JUDURCHA y el tecladista CLAUDIO CARDONE se ubicaron todos en la misma línea del escenario.

Más allá de la anécdota de la guitarra que giró por el mundo a pesar de ser un regalo, siempre se supo que LUIS ALBERTO tuvo una gran amistad con NORBERTO “PAPPO” NAPOLITANO. “Esto me hace acordar a un gran violero que ahora está en el cielo”, explicó SPINETTA antes de tocar “Yo miro tu amor”, un blues cuadrado pero con sonido muy personal.

Sobre el final de un show corto pero sólido, y como para variar un poco el clima musical de la noche, la banda interpretó “Durazno sangrando” (de INVISIBLE), en una versión con más dosis de rock que lo habitual. Y a pesar de que no le gusta hacer hits ni nada por el estilo –inclusive una vez se enojó cuando le pidieron que tocara “Muchacha ojos de papel-, el “FLACO” terminó de comprarse a cada uno con el meloso ronroneo de “Seguir viviendo si tu amor”.

A SPINETTA le alcanzaron sólo ocho canciones para repasar distintas épocas de su variada historia. Apenas terminado el show, saludó a unos pocos amigos y salió corriendo en busca de su auto, siempre seguido de cerca por sus admiradores. “Me voy porque ahí adentro había un olor...”, explicó al pasar. Tal vez, tanto “Puro Rock Nacional” le había obnubilado la cabeza.

Nacho Girón (Redacción de El Acople)
El periodista EZEQUIEL ÁBALOS presentó su libro rockero en un hermoso local de Caminito, en La Boca. Sobre el final del festejo pasaron cosas increíbles: homenaje a PAPPO por parte de su propio hijo y un contundente espectáculo de ALEJANDRO MEDINA –ex MANAL- y PAJARITO ZAGURI –ex LOS BEATNIKS-.
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Todo empezó gracias a la invitación del periodista rockero EZEQUIEL ÁBALOS; presentación oficial de su libro para músicos y amigos, choripaneada en La Boca y muchísimo espíritu nacional.

“Pequeñas Anécdotas Del Rock De Acá (Los Primeros Diez Años)”, es un material de primera que cuenta justamente la primera etapa del rock argentino a través de 59 anécdotas que son narradas por los propios protagonistas de la historia. ¿Los presentes para esta tarde-noche? Un espectro tan amplio que iba desde MIGUEL CANTILO a CIRO PERTUSSI de ATAQUE 77.

Ya casi sobre la madrugada la cosa se puso más linda de lo que había sido hasta el momento. LOVORNE (la banda en la que canta y toca la viola nada más y nada menos que LUCIANO NAPOLITANO), había afirmado horas antes en el programa radial EL LADO OSCURO DEL SOL (fm. 87.9): “Estamos muy, muy bien. Ensayamos todos los días y nos sentimos súper equilibrados entre nosotros”. Con esa tranquilidad, entraron con algunos equipos a EL SAMOVAR DE RASPUTÍN, saludaron a algunos y enseguida se pusieron a tocar puro rock & roll.

Después de una enérgica versión de “Este rock” –de su último disco- la banda se lució, frente a no más de cincuenta personas, con dos canciones que apelaron enseguida a la emoción. ¡Era muy fuerte! ¡”El tren de las 16” y “Sucio y desprolijo” cantadas por el mismísimo hijo de PAPPO! Como si eso fuera poco, la enorme foto del CARPO que podía verse detrás del escenario hizo más espectacular la secuencia.

Y faltaba más. Los tres integrantes de LOVORNE dejaron sus lugares y se los cedieron a... ALEJANDRO MEDINA y PAJARITO ZAGURI – que llegaron junto a un segundo guitarrista y un batero-. No, no era “La Cueva” de la calle Pueyrredón ni los años sesenta, pero una suerte de fusión entre MANAL y LOS BEATNIKS dejaba boquiabiertos y miradas atónitas.

En media hora de punteos, zapadas, rock y blues, dos de los actores fundacionales de la música nacional sólo dejaron certezas sobre la amplitud de sus conocimientos y lo mucho que les gusta, desde hace décadas, el barrio y la música. La despedida fue con “La adivina”, otra de PAPPO, interpretada con una devoción imposible de describir.

Ya en la puerta de EL SAMOVAR, PAJARITO –el mismo que participó en la grabación del primer tema argentino en 1966- decía con una sonrisa gigante que compartir escenario con un groso como el bajista ALEJANDRO MEDINA fue un placer y un honor. “Hace mucho que toco y me encanta hacer cosas como las de hoy. Aparte hacía bastante que no venía por acá. Y estuvo bárbaro, la pasamos genial”. MEDINA también festejaba de contento, pero con algo bastante de alegría alcohólica sólo atinó a decir: “Estoy a dos metros del piso”.

En el SAMOVAR DE RASPUTÍN volvió a pasar el rock, como casi todas las noches. Sobre sus paredes podían observarse viejas fotos de invitados como NORBERTO NAPLITANO, BLACK AMAYA, CLAUDIO GABIS, JAVIER MARTÍNEZ, MEMPHIS LA BLUSERA, BERSUIT, CLAUDIO KLEIMAN, ALFREDO ROSSO.... y hasta KEITH RICHARDS. Sin dudas, la del jueves 31 de marzo de 2005, no fue una noche más.

Nacho Girón (Redacción de El Acople)