ZUMBADORES en El Teatro

Una de las bandas que más creció en menos tiempo, mostró definitivamente su último disco “Frutilla Y Almeja” ante 800 personas en el local de Colegiales.
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Lo de ZUMBADORES es puro huevo, porque en tan solo tres años estos muchachos consolidaron un grupo grande de seguidores, llenaron Cemento varias veces, tuvieron distribución con 4K Records y hasta presentaron su último disco en distintas ocasiones.

“Frutilla Y Almeja” es un trabajo que se muestra como el disco oficial, pero, en los papeles, la banda cuenta con un primer trabajo en 2001 y un vivo en el Teatro Arlequines. Todo un lujo. Sin embargo, es lógico que “Frutilla...” ocupe un lugar más preciado en el corazón de los músicos: fue el laburo que les abrió las puertas, que los contactó con PERGOLINI y que hizo que la gente se fuera acercando a ver esa propuesta aparentemente parecida a PATRICIO REY Y SUS REDONDITOS DE RICOTA.

Y sí. Por qué negar que hay algo de la aspereza vocal del INDIO y algunos riff que recuerdan a SKAY. ¿Idolatría? ¿Homenaje? ¿Copia, acaso? No, una propuesta que por más que quieran encerrarla pega el culatazo y se escapa de las celdas del encasillamiento rockero.

Cemento, Arlequines o el Marquee quedaron atrás. Según cuentan ellos mismos, andaban necesitando lugares con mejor organización, de sonido compacto y claro, y con más comodidades para su gente. Si bien El Teatro no era la primera vez que los recibía, esta vez, la del jueves 23, era una fecha especial.

A “Frutilla Y Almeja” lo tocaron en lugares variados hasta desembocar una vez más en el local de Colegiales y darle un cierre de oro al año y una presentación definitiva al compact. “Es que le queda poco porque ya tenemos muchas cosas del nuevo material”, contó el guitarrista SEBASTIAN GIBELLI.

Cuando el reloj apenas había acariciado las 10 de la noche, el riff de “La chica de la luna” hizo que se corriera el telón y así se pudo ver, detrás de los músicos, un enorme corazón similar al de la tapa del cd, rodeado por la imagen de algunos de los personajes caricaturescos que aparecen en las historias que canta la banda.

De ahí en adelante, y por casi dos horas, ZUMBADORES mostró toda su destreza a través de un repertorio que se basó en canciones de “Frutilla...”, como la poderosa “El club de la peor especie”, la relajante “Diablita mestiza” y “La mula de Omar”, festejadísima de principio a fin.

Claro que también pasaron temas del pasado reciente. Justamente en “Insomnio” (“una de las más viejas”, según la inconfundible voz de ALEJANDRO FASSI), la banda desplegó toda su agilidad sobre las tablas y hasta invitó a una flauta traversa que hizo acordar a las composiciones de JETHRO TULL.

Entre actualidad y pasado, ZUMABADORES también se animó a “Un tío de la hostia”, tema nuevo pero conocido por varios de los presentes, que cuenta la historia de un obstinado y terco que “nunca dejó que lo bajen de su nube” porque “su pulso es de revolución”.

“Ciervos, corzos y gacelas” representó el último eslabón de la prolijidad, que a partir del éxito “Rock para titanes” se complicó con algunos acoples molestos. Después de otra vuelta al pasado –con “Jugando a tu favor”- llegó el rico sonido de un citar, dando la señal para el pogo de las 800 personas que se acercaron a El Teatro. Era “El ritmo de los condenados”, canción agitadora y de una prosa ideal bien rioplatense.

Recién ahí ALEJANDRO FASSI se sacó sus anteojos negros, recién ahí el bajista saltarín respiró normalmente, recién ahí los encargados de los saxos y las trompetas se felicitaron entre sí, y recién ahí ZUMBADORES entendió la magnitud de un 2004 a pleno que les dejó herramientas variadas para poder enfilar hacia un camino prometedor. La justeza está, la difusión también y su música casi no deja espacios para el abatatamiento.

Nacho Girón (Redacción de El Acople)