Psicodelia en el Gran Rex

UMMAGUMMA, la banda que se auto-proclama como el “real tributo a Pink Floyd” se presentó en el teatro de Avenida Corrientes por segunda vez en el año y en su carrera. Los doce integrantes hicieron un repaso por los temas más recordados de la mítica agrupación inglesa.
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”And no one knows the wheres or whys

But something stares and

Something tries

And starts to climb towards the light”

(PINK FLOYD, “Echoes”)


Ver a UMMAGUMMA es un viaje. Profundo. Intenso. Extremo. Desde el preciso momento en que se apagan las luces y el único ruido que se escucha es el del silencio, llega al cuerpo una sensación de relax tan poderosa que ya nadie conoce los “dónde” o los “por qué” de su propia vida. El enano psicodélico que todos llevamos dentro parece mirarnos fijamente y empezar a subir hacia la luz de nuestra propia interioridad, que se deshace y se deja llevar en este trip de dos horas y tan solo 20 temas.

Sin previo aviso, un “bip” taladrante y algunos sonidos de guitarra -que pronto se transforman en una larga interpretación de “Echoes”- indican el comienzo de un viaje tan cómodo como psicodélico.

El ambiente ayuda: el humo blanco envuelve el escenario y a la gran cantidad de instrumentos que hay en él, una pantalla redonda –sí, bien PINK FLOYD- muestra fragmentos de “The Wall” y distintas imágenes flasheras que acompañan la música con precisión suiza, y, como si esto fuera poco, un poderoso láser verde baila por todo el Gran Rex.

Cuando la mente empieza a entender el juego de UMMAGUMMA, algunos nuevos condimentos mejoran el paseo todavía más. Así, en el clásico “What do you want from me?” aparecen tres coristas de movimientos sincronizados que, paradas en un rinconcito, transmiten la misma energía que aquellas mujeres que secundaban a la banda de SYD BARRET, ROGER WATERS y DAVID GILMOUR.

Será justamente VALERIA GARCIA, una de las tres UMMAGUMMA, la que tome por asalto el timón y emocione hasta las lágrimas con ese lamento divino que es “The great gig in the sky”.

El viaje sigue y el sonido no afloja. Dos baterías, dos violas de punteos penetrantes, varios teclados, varias voces. Y nunca hay menos de ocho o nueve personas en escena. Nadie está al frente, no hay un líder, todo es visión de conjunto.

Sorprende la técnica del primer guitarrista JUAN VERTA, que por ejemplo en “Learning to fly” o en “One of these days” no solo puntea con su Fender Stratocaster sino que también se anima a un wah-wah con su boca. Sentado y con la cabeza gacha, el otro violero, FEDERICO CASSOLA, hace de las suyas y extrae todo tipo de distorsiones de su instrumento.

Viendo a UMMAGUMMA se corre el riesgo de perder la noción del tiempo. Es más, se pierde la noción del tiempo. Mientras el láser parece abrazar a los viajeros y las cabezas giran en torno a las líneas verdes que se expanden, el “Ticking away the moments that make up a dull day...” se funde con cientos de relojes que emergen de la pantalla.

Más tarde, vaya a saber uno cuándo exactamente, aparecen esos temas que inclusive exceden la categoría de inolvidables, clásicos o fundacionales. Son “Brain Damage” y “Eclipse”, pegaditos y al palo, tal cual como suenan en “Dark Side Of The Moon”.

Y ahí está la respuesta a la pregunta: ¿Por qué UMMAGUMMA es un “real tributo”? Porque no mechan pasajes de su propia autoría ni modifican las composiciones pinkfloydescas sino que solo reproducen con exactitud a la desaparecida banda británica.

Es cierto que durante el viaje, sobre todo entre tema y tema, aparecen algunos momentos de silencio incómodo. UMMAGUMMA no está preparada para sobreactuar ni tiene un frontman que guíe el espectáculo... sólo hace música. Y punto.

Hacia el final, “Run like hell” desata algunas explosiones sincronizadas con los puntos altos del tema y cada uno de los instrumentos saca su máxima potencia sonora hasta que el teatro queda invadido de hombres y mujeres de edades variadas que aplauden de pie y piden más. Pero es mejor quedarse con las ganas y volver del viaje psicodélico antes que los efectos sean irreversibles. Así termina un año completamente fructífero para la agrupación: dos Gran Rex y un consecuente aumento de seguidores fieles por más que lo de UMMAGUMMA se trate de un tributo.

Nacho Girón (Redacción de El Acople)