El Coliseo vibró con LOS TIPITOS

El cuarteto presentó definitivamente su nuevo disco en una noche que contó con numerosos invitados de toda índole musical. Sonido impecable, clima distendido, ambiente de amigos, arreglos exquisitos y algunas sorpresas en una fecha que dejó contentos a todos.
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Con el incentivo de ser ovacionados por un público sin barba que casi llenó el Teatro Coliseo, festejados en cada una de las 30 canciones del recital y pogueados a pesar de las características del lugar, LOS TIPITOS fueron los productores de una noche prolijísima en la que presentaron formalmente su séptimo disco “Armando Camaleón”, al que muchos ya le han colocado el rótulo de “flamante” -un concepto tan insulso como deseado, y merecido-.

¿Qué se puede decir que no se haya dicho todavía sobre LOS TIPITOS? Que ni bien empezaron los apadrinó LEON GIECO, eso se sabe. ¿Que no se cansaron de tocar en Villa Gesell? ¿Que su segunda casa son las plazas? ¿Que hacen música ideal para campamentos, para fogones? ¿Qué sin un peso partido al medio se las ingeniaron para crecer de a poco, primero en el Parque Centenario, después en Cemento, más tarde en el ND/Ateneo y ahora en...?

El Coliseo coreaba entero al ritmo del estribillo power de la nueva “Camaleón” y ya no quedaban dudas de la solvencia energética que despliega el cuarteto en escenarios cerrados. Así se disfrutan más los teclados de WALTER PIANCIOLI en “Un amor”, o se diferencia con otra claridad la destreza instrumental y poética de “Flasheadito”.

Y por más que la banda impulse la reclusión en lugares íntimos y con buena acústica, el “volvé a Cemento la puta que lo parió” no tardó en aparecer y sorprender a todos LOS TIPITOS. “Nos mataron –dijo entre risas el cantante y violero RAUL RUFINO-. ”Igual ya vamos a ir de vuelta. Ahora disfruten lo que viene”.

Tres actos, muchos amigos
Como en el viejo teatro de señoras pseudo-cultas pero con cuatro pseudo-adolescentes sobre el escenario, el show se dividió en tres segmentos de despliegue impecable, cada uno con invitados de la misma talla.

En el primer bloque, hiper eléctrico y distorsionado, además de sacar del arcón a “Matorral” –tema incluido en los viejos demos de LOS TIPITOS, que se volvió a editar este año con el nombre de “Primera grabación”- llegaba el gigante JAVIER MALOSETTI para endulzar con su bajo a “Marcando la bobera”.

Por su parte, PABLO ROMERO y EDUARDO SCHMIDT se encargaron de levantar a todos de sus butacas y de regalar una mezcla entre “Existen” y una propia: “La Vida”. En el estribillo, los dos cantantes se animaron a un gracioso “¡Los Tipitos no existen, Árbol sí, Árbol sí, Árbol sí!”.

Después de un delicioso y limado “Trip”, GASTON MOREIRA de LOS PERICOS introdujo con su acordeón el segundo acto con una cálida versión de “Casa nueva”, y sólo unas canciones más tarde JUANCHI BALEIRON participó de “Reality show”, que incluyó electroacústicas y los típicos sonidos en vivo de botellas y vasos. “Es una técnica que aprendimos después de los asados”, aclaró RAUL, entre risas.

Las letras de LOS TIPITOS y el juego que con ellas hacen las primeras y segundas voces son extremadamente emocionantes. Hay reminiscencias a JUAN CARLOS BAGLIETTO y al viejo LITO NEBBIA, a rock de antes y al mejor sonido café-bar. Y todo eso se nota sobre todo en las nuevas “Sábados blancos” y “Silencio” –en esta última participó MINI VILLANO en la viola-, y por qué no, también en toda la discografía de la banda.

“Nos hizo ver la música de otra manera”, sentenció WALTER después de que PABLO GUYOT hiciera hablar a su guitarra a fuerza de punteos justamente en “Habla conmigo”, otro de los estrenos.

Y para final, hubo dos joyitas que mostraron la creatividad de estos sujetos con esencia de suburbio. La primera, “El Poli”, tal vez una de las críticas con más altura que haya recibido la yuta; el cuarteto mostró que las palabras que más duelen son las que están despojadas de insultos: “Aquí todos fuimos a la escuela”, “Tu cultura no es mi culpa” o “Tu mamá te acuna en sus piernas, te carga el arma y te manda a trabajar”, son algunos ejemplos de lo duras que pueden ser esas quejas con nivel.

Ya en el marco de los bises, la segunda perlita fue un popurrí de sello propio al que llamaron “Lamento rockero”. Con una flauta e instrumentos autóctonos, la banda brindó un enganchado de sonido aborigen pero con canciones de KISS, AC/DC, QUEEN y hasta de CHARLY.

De frente a un público que en las populares no paró de alentar con las manos y que cerca del escenario empujó como si fuese alguna placita de Gesell, RAUL, WALTER, FEDERICO Y PABLO se agarraban la cabeza sorprendidos y agradecían con el dedo índice a todos los sectores del teatro.

La música de LOS TIPITOS -por momentos monótona, por momentos emocionante, por momentos adrenalínica- evoluciona sin pausa pero mantiene ese toque de barrio, de campamento, de calle Montiel, y promete seguir creciendo tanto en calidad como repercusión. El As bajo la manga ya está sobre la mesa y se llama “Armando Camaleón”...

Nacho Girón (Redacción de El Acople)