DAVID LEBON, uno de los músicos más legendarios de la escena argentina, llenó durante todo el fin de semana el Teatro Nd/Ateneo. Fue la ocasión ideal para presentar su último material discográfico y rememorar viejos clásicos. Sonido preciso, emoción y mucho talento en una sola velada.
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Lejos han quedado agrupaciones como PAPPO´S BLUES, LA PESADA DEL ROCK AND ROLL, COLOR HUMANO, PESCADO RABIOSO, POLIFEMO, e inclusive la tan mágica SERU GIRAN. Atrás en el tiempo se han ahogado experiencias de vida que son envidiadas por cualquier ser terrestre.
También ha desaparecido el rubio chillón en los largos pelos, apareciendo en su lugar las canas dignas de un hombre de 51 años con tanta experiencia sobre la espalda que es difícil de creer.
Sí, se trata de DAVID LEBON, ése que después de todo lo que vivió en media década de existencia retorna al contacto directo con la gente y disfruta con pasión lo que hace.
Pasadas las doce de la noche, “Damela en re” resulta ser el elegido para abrir la velada ochentosa en pleno siglo XXI. Es en el primer tema que el punteo desenfrenado de LEBON ya no resiste más en su guitarra y deja escaparse con toda la furia junta.
A partir de allí, arrancaría una serie de temas (con brillante sonido en todos los instrumentos) que se centraron en la última placa del músico, "Yo Lo Soné", gracias a los que se pudo demostrar de manera concreta la energía y calidad que sigue teniendo su envidiable voz.
Gritos agudos, manos que agarran sus cabezas y alguna que otra lágrima son la introducción de “San Francisco y el lobo”, primer cover de la noche. La gente se copa y canta, DAVID los mira y sonríe: “en mi vida fueron pasando muchas cosas pero ustedes son los que siempre están”. ¡Snif, snif!
Siguen los rock pesados y dejan entreverse, después, algunas baladas e incluso influencias bluseras en canciones que no se cansan de sonar, como “Copado por el diablo”.
El punto más alto del recital no había llegado, pero pronto iba a ingresar al escenario: el violero HECTOR STARC, estrella de la mítica agrupación AQUELARRE. HECTOR, con su indudable capacidad de improvisación, ofreció largos y movidos solos en “Sueltate rock and roll”, “Oye Dios” y “No confíes en tu suerte”. Con su ritmo vertiginoso dejó sobre el ND/ATENEO un momento im-pre-sio-nan-te, y para no olvidar jamás.
Tal vez por inercia, tal vez por emoción, las cabezas de los jovatos presentes no pararon de moverse en ningún momento. Y los jóvenes nunca dejaron de gritar. Ni siquiera cuando, luego de diecinueve temas, DAVID LEBON se retiró para volver... con todo.
En su interpretación típicamente aguda, “El tiempo es veloz” arrancó lágrimas. Pero faltaba más. “Noche de perros”, de SERU, también hizo lo suyo, sobre todo gracias al fredless que hacía acordar al irremplazable PEDRO AZNAR y a la acertada guitarra del nuevo invitado DIEGO MIZRAHI. ¿Faltaba más? Sólo la última perlita, “Seminare”, cantada a dúo con la gente, con quien DAVID tiene un trato familiar; haciendo caso a la afirmación, levanta la mirada y suelta un “los amo con toda mi alma”.
“El mejor regalo que me pueden hacer, es que el 29 y 30 llenen El Ateneo, inviten a todos, los voy a emborrachar de amor y música”, decía LEBON en un enorme cartel de su página web oficial días antes de sus destacados shows.
Los deseos fueron órdenes para el heterogéneo público, que no sólo rebalsó las localidades sino que también cantó de principio a fin y se emocionó con uno de los pilares vivientes de nuestro rock.
Nacho Girón (Redacción de El Acople)