Mucho más que cinco rolingas

RATONES PARANOICOS volvió a Obras Sanitarias con la premisa de seguir presentando su último trabajo discográfico y de despuntar un poco el vicio de tocar. Lo hizo con el impulso de una lista cuidada que contó con largas participaciones de ANDRES CALAMARO, ANDRES CIRO y TOTI de JOVENES PORDIOSEROS.
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Un rolinga le recordaba a otro que en algunos meses tal vez lograrían ver a los STONES, pero éste último levantaba los brazos y se abría paso entre la multitud para cantar “Ya morí”; las cinco figuras que habían logrado distraerlo se hacían llamar RATONES PARANOICOS y estaban en Obras para seguir mostrando en vivo su última placa “Girando”.

Aunque esa era la excusa que había juntado a tanta gente en el Templo del Rock, la banda armó una lista relativamente corta en la que, de hecho, hubo sólo un puñado de temas nuevos pero gran cantidad de clásicos. Sin embargo, por momentos la historia se hizo pesada porque los RATONES abusaron de la fórmula basada en alargar cada interpretación con pequeñas zapadas.

“No quiero hablar, no quiero decir nada. Quiero escucharlos a ustedes toda la noche”, se excusó JUANSE justo antes de cantar “Isabel” y de ver cómo cada rincón del estadio se llenaba de globos de colores. ¿Todavía les queda alguna duda de la “inocencia” del rock en la era post-Cromañón?

Si al sonido del recital aún le faltaban algunos ajustes, la nitidez y la claridad llegó después que la multitud femenina se volviera loca y se desesperara al ritmo de “El hada violada”. De todas formas, ese sentimiento no tardaría en extenderse al cien por ciento de los rockeros paranoicos, que empezaron a amucharse cuando de repente vieron que tanto ANDRES CALAMARO como ANDRES CIRO habían llegado al escenario.

Con estos invitados el show entraría en su parte más difrutable. Primero, todos juntos hicieron una versión extendida de “Ruta 66”; luego, CALAMARO prestó su áspera voz en “Para siempre”, y por último un mago simuló cortar al medio a una seguidora mientras todos los presentes musicalizaban el momento con un “yo quiero mi pedazo, por qué no me lo das”.

Además, sería el mismo CALAMARO el que cantaría con cierta timidez las primeras estrofas de “Desconfío” (que incluyó un lamento sublime de saxo), y el mismo CIRO el que interpretaría, tocaría la guitarra y hasta zaparía con su armónica en “El tren de las 16”. Claro, no hizo falta decir nada para que el “¡Pappo! ¡Pappo!” invadiera Obras con la energía suficiente como para crear un nudo en cada garganta satisfecha por el homenaje.

La última gran sorpresa llegó sin previo aviso cuando el frontman de LOS PIOJOS iniciaba aquel viejo recitado que comienza con un “dicen que escapó de un sueño, en casi su mejor gambeta...”. Luego, los cinco RATONES PARANOICOS se encargaron de ponerle música y arreglos al éxtasis de “Maradó”, mientras muchos aún se miraban sin comprender exactamente qué estaba pasando.

Terminaba así un lapso de media hora que se retribuyó con interminables aplausos, debido a lo ajustado de las interpretaciones y a la categoría de los invitados; terminaba uno de esos momentos que en un futuro más o menos lejano todos dirán haber presenciado...

Es verdad, todavía faltaba “Vicio” (con la presencia de TOTI, el cantante de JOVENES PORDIOSEROS), el solo de batería en “Boggie” y las canciones nuevas (entre ellas, “No me importa tu dinero” y “Girando”), pero ya reinaba la sensación de que con lo vivido hasta el momento alcanzaba como para partir satisfechos. Aparte, la despedida con “(I can´t get no) Satisfaction” haría volver a las tablas a cada uno de los amigos que habían contribuido a la eficacia de la noche.

A pocos minutos de las 12 de la madrugada, el mismo rolinga que al principio del espectáculo había creído escuchar la palabra “Stones” ahora encaraba hacia el bondi, pensando en qué bueno sería llegar a su casa y poner a todo volumen “Beggars Banquet”, o tal vez “Their Satanic Majesties Request”. El rock and roll de RATONES PARANOICOS -que con aciertos y errores lleva el mote de ser “el mejor de Argentina”- le reconfirmaba la creencia de que ese estilo musical lo acompañaría por siempre. Es decir, casi tanto como una eternidad...

Nacho Girón (Redacción de El Acople)