LAS PELOTAS al palo

Una vez más, SOKOL, DAFFUNCHIO y compañía llenaron El Teatro durante dos noches consecutivas. Veintisiete temas en algo más de dos horas de show bastaron para transportar al numeroso público del viernes 9, a un estado de excitación total.
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El eco de “Hawai” todavía resonaba en las paredes de El Teatro. Durante el tema, una bandera gigante había cubierto las cabezas de los que se elevaban al compás de la música. El ”vamo´vamo´vamo´ las peló” había rellenado cada hueco de manera incansable. Y sin embargo, ése cantito permanecía vivo aún después de la canción. Era claro: la gente estaba más al palo que nunca.

Claro, aunque la banda pareció algo fría debido a la poca interacción parlante entre ellos mismos e inclusive con su público, no faltaron las ocasiones para calentar la caldera del pogo y la festividad. El clímax de esa olla hirviente se dio en el tema que le da título al último trabajo discográfico de LAS PELOTAS, “Esperando el milagro”, en donde cientos de espectadores se aglutinaron alrededor de un solo pibe que con bengala roja en mano provocó una euforia indescriptible, un estado de nirvana total, uno de aquellos momentos en donde es difícil respirar.

El show, que había comenzado enérgicamente a las diez de la noche con “Día feliz”, “Tormenta en Júpiter” y “La vaca y el bife”, también supo encontrar un invitado de honor. Es que PITI FERNÁNDEZ (de LOS PIOJOS) se paró sin timidez entre DAFFUNCHIO y SOKOL, afinó un poco su viola y luego de rasguear un rato se sumó con un solo que dejó con “Boca de pez” a más de uno. Un rato después, “Veoyover” generalizaba los gritos y dejaba en claro que todo sonaba realmente ajustado.

Capítulo aparte merece en ésta historia CLAUDIA KÖLA. La corista que, situada en un rincón muy pequeño del escenario, allá al fondo donde pocos podían apreciarla, arrancó verdaderas ovaciones con cada intervención, sobre todo en los gritos pinkfloydescos de “Abejas” o en el perfecto acompañamiento vocal en “Capitán América” y en “Sombras” (de ATAHUALPA YUPANQUI).

Night is down on insect town...
A pesar que la velada avanzaba, los seis músicos continuaban en cierto punto ausentes. El show debía terminar a las doce sin excepciones para que El Teatro mutara de rockero a cumbiero, es decir, para transformarse en boliche. Eso significaba que cuanto menos hablaran más tiempo podrían tocar. Pero tampoco hacía falta recurrir al silencio absoluto. De todas maneras, la sola interpretación de “Será” y “Bombachitas rosas” bastó para olvidarse del detalle de la poca comunicación.

Cuando ALEJANDRO, GERMAN, TOMAS, GABRIELA, GUSTAVO Y SEBASTIAN volvieron luego de hacer “Espirales” y de haber respirado un poco en los camarines, quisieron darle una gran sorpresa a su público. Sorpresa que se diluyó debido a serios desperfectos técnicos que se reflejaron en la cara de SOKOL, nunca jamás tan parecida a un glúteo.
Y tenía razón, porque interrumpir el mix “Teléfonos que suenan en habitaciones vacías/White trash” (aquel tema que LUCA PRODAN escribió para SUMO en 1975), fue un verdadero asesinato. Minutos después, la banda pidió disculpas a la gente y como si nada hubiera pasado volvió a traer el espíritu PRODAN gracias a “No tan distintos (1989)”.

Era el final de una noche positiva para una de las agrupaciones que más creció a nivel convocatoria en los últimos tiempos. LAS PELOTAS logró afianzarse en un lugar privilegiado del circuito nacional sin faltar a su palabra ni tranzar con el establishment. Cada una de sus presentaciones, sea en el reducto que sea, irradia y contagia una energía especial. Y eso no se da en un abrir y cerrar de ojos, sino mediante el trabajo y la dedicación.

Nacho Girón (Redacción de El Acople)