¡Que buena fiesta en Buenos Aires!

SKAY y su banda pelaron un compacto pero potente show. La primera presentación de SKAY en Capital y por primera vez en toda su historia, sin PATRICIO REY Y SUS REDONDITOS DE RICOTA... ¿Cómo la voy a olvidar?
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Desde que llegué a la esquina de El Teatro supe que iba a vivir una noche inolvidable. No sabía bien porqué, pero tenía un presentimiento. En la calle todos cantaban, sobre todo cantitos ricoteros. Veía enormes grupos de amigos, como el mío, que con cerveza en mano caminaban para ver a SKAY. En la cola ya se vivía la fiesta... “¡vamos, vamos, con la entrada en la mano!”, y adentro.

Y si, adentro había pibes por todas partes, la mayoría en cuero por el insoportable calor. El piso, las paredes, todo estaba mojado por transpiración supongo. Me fui para adelante enseguida y me prendí yo también con los cantitos. Y por fin, diez y media pasadas vi prenderse una bengala, que era la bienvenida para SKAY y toda su banda.

El primer pogo, que tampoco fue la gran cosa, fue con “Gengis Khan”. Lo que pasa que la mayoría de las canciones son tranquilas y no da para saltar; igual nada importó y todos saltamos, hasta en “Caña seca y un membrillo”. Pero el tema que descontroló a todos fue “Oda a la sin nombre”. En la primera parte sonaron muchos temas de “A Través Del Mar De Los Sargazos”, y un par de Los Redondos. Me sorprendí, porque SKAY habla menos de lo que pensaba, es más, no habla nada. Lo único que dijo fue “hacemos un intervalo”.

Después de la pausa sonó todo más compacto, con unas tremendas zapadas de guitarra. Y los temas no podrían haber sido mejores; muchos de Los Redondos y los que quedaban del disco. Creo que no fui el único que se emocionó un poco en “Astrolabio”, lo que sí estoy seguro es que todos la corearon a más no poder. Para ese entonces éramos todos una misma masa moviéndose de lado a lado; hasta le hicimos, en medio del descontrol, una ronda a un chico en silla de ruedas que estaba más feliz que cualquiera.

Entre el humo de cigarrillos y otras yerbas, SKAY y compañía desaparecieron para los bises, pero volvieron con todo. SKAY hizo una canción con los nombres de su banda, y asi los presentó. Después hicieron la versión más extraña que haya escuchado de “La bestia pop”. Un grupo de pibes empezó a pedir a los gritos “Ji-ji-ji”, y todos los acompañamos; Skay sonrío y nos cumplió el deseo, ese sí que fue un gran pogo, como siempre. Mientras recuperaba la respiración tocaron “Ñam fri frufi fali fru” y ahí todo terminó.

Ahora, mientras caminábamos en caravana para salir de ese caluroso lugar, entendí el presentimiento que había tenido al principio del show. Es que había estado, nada más y nada menos, que en la primera presentación de SKAY en Capital. ¿Cómo la voy a olvidar?

Nacho Girón (Redacción de El Acople)