Una noche de blues y rock & roll

LA RUSA, una sólida agrupación del barrio de Floresta, presentó en el ASBURY PARK su segundo disco “Pura Sangre”. Después de cinco meses sin recitales, también aprovechó para tocar temas viejos y clásicos de todos los tiempos, resultando así una noche con interesantes condimentos. EZENZIA fueron los invitados de honor.
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Un sudado, excitado y emocionado jóven llamado DIEGO BEISERMAN, todavía intentando recuperar la respiración luego de un show de más de dos horas, afirma: ”Esta noche la viví a full, fue realmente mejor de lo que esperábamos... la convocatoria nos asombró”, y agrega con una sonrisa que recorre de punta a punta su enorme boca estilo MICK JAGGER: ”La banda de alguna manera está alcanzando la madurez, eso se refleja en el escenario y por eso esperamos seguir por este mismo camino”.

DIEGO, hijo de DANIEL BEISERMAN (bajista y uno de los principales compositores de MEMPHIS LA BLUSERA), se encarga del instrumento base y de regalar su voz a la gente que, recital tras recital, le demuestra su aguante. Junto con ARIEL DEDOVICH (armónica), MATIAS SALOMON (guitarra), DAMIAN CASANOVA (batería), y JUAN MIGONE (teclados), forman una banda que sabe mezclar en la dosis justa tanto blues como rock and roll: LA RUSA.

La noche había empezado post-medianoche con los cinco integrantes de EZENZIA, quienes se dedicaron a mostrar su rock a los que iban ingresando lentamente al ASBURY PARK. Durante el segundo tema, “El viaje”, mientras una mujer hacía malabares con fuego frente al escenario, era notorio que aún eran pocos los presentes. En cambio, llegando al final del espectáculo, “Mejor no hablar de ciertas cosas” (de SUMO) fue la ocasión ideal para darse que cuenta que el lugar se había llenado completamente.

A puro sentimiento
A pesar de haber nacido allá por 1995, LA RUSA tiene tan sólo dos discos en su haber. El primero fue “Cueste Lo Que Cueste”, reconocido por su solvencia y calificado como un debut muy prometedor. El segundo, “Pura Sangre”, era el disco que se iba a presentar esa misma noche. Por eso la tensión, la emoción y las ganas de regalar nueva música a los oídos de los presentes fluía por la piel de cada uno de los rusos.

Fue un show largo que empezó con bengalas, sudor y pogo de la mano del estreno “Cristal”. De ahí en más, sonarían los temas del nuevo cd, como “Torino”, “Mi negra”, “Algo bueno” y “Pólvora”, todos escuchados con atención devota. Aunque quizás, uno de los más aceptados haya sido “Angel”, hermosa canción lenta que trajo un poco de calma entre tanta euforia.

La verdadera energía y el auténtico aguante llegaron con los temas viejos y algunos clásicos de clásicos. Así, “Autopista hacia retiro”, “La pícara princesa” “Rocanroleame otra vez” y “Little Queenie” (de CHUCK BERRY), entre tantos otros, lograron que el ambiente se condense en una cálida caldera de marca rusa.
Las cuatro de la mañana podría significar en otro tipo de público la señal para partir hacia los respectivos hogares, pero para éste (acostumbrado a largas zapadas bluseras y habituado a escuchar hasta la mañana discos de solistas y agrupaciones tan transnocheras como los ROLLING STONES, KINKS, MUDDY WATERS, JAMES COTTON o JIMI HENDRIX) cuanto más tarde parece ser mejor para disfrutar de la música.

Por eso, sin cesar de saltar y gritar, los presentes pedían y pedían que “Cueste lo que cueste”, para conseguir unos “Dulces sueños”, necesitaban un tema especial para el cierre. Esos que levantan los ánimos hasta niveles sobrenaturales, que se archivan rápidamente en el corazón de quienes los escuchan y que son reclamados siempre por la masa. Ese tema, ideal para un final a puro trapo, fue “Nunca se acaba” (nunca se acaba / la banda quiere rock & roll), el cual pareció ser un rezo popular proveniente del escenario y que incluyó un excelente solo de teclado y de armónica para redondear la velada.

Sin más que alegría y satisfacción, los integrantes de LA RUSA se desarmaban en un fuertísimo abrazo con el público. La noche había resultado redonda, y DIEGO lo dejó bien en claro: “Fue una linda presentación del disco y estamos muy optimistas con respecto al futuro, porque si bien la banda todavía no tocó el techo, sé que todo esto da para más y eso de a poquito se va notando”.

Nacho Girón (Redacción de El Acople)